La insinceridad triunfante: elecciones a la mexicana
Artemio Benavides
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artemiobenavideshotmailcom/16/16/24
viernes 15 de mayo de 2009, 16:21h
No otra cosa sino insinceridad se observa aquí y allá, en elecciones de todas latitudes. En nuestro caso, el evento electoral del próximo día cinco de julio se complica, pues debemos agregar que estuvo presidido por días febriles que nos impusieron mascarillas sobre las siempre presentes máscaras, que van de la política a la lucha libre que libra esta flagelada república mexicana.
Abril es el mes más cruel, dijo el poeta. Pero los tres meses siguientes no estimulan la menor traza de fe en la naturaleza humana: promesas increíbles, desmesuras y propuestas que insultan la inteligencia ciudadana, protagonismos revanchistas que no ocultan su banalidad, mentiras enormes para que algo quede… pero, nuestros electores van a sobrevivir, por supuesto, divertidos por la campaña electoral –como decía un ácrata español– después de ver colgados en los postes a los políticos.
Sin duda, la ciudadanía superará la crisis económica dominante, la influenza en curso y, por qué no, las elecciones inminentes. Para empezar, el comportamiento de la gente a los ordenamientos recomendados para el combate a la epidemia ha sido ejemplar y, asimismo, la atención del gobierno al respecto, a pesar de la estúpida atención mediática a la misma y a las agresiones de los ‘sospechosos de siempre’ con sus teorías conspiracionistas que nadie, en su sano juicio atendió, por fortuna.
Es evidente que no todos los pueblos, en nuestras latitudes, tienen los gobiernos que se merecen. El populismo estridente en nuestra América del Sur muestra que la demagogia no se extingue, simplemente se difumina para luego renacer con sus rituales consabidos.
Y tal vez, estas próximas elecciones intermedias, no monten al grado de interminables como la última nacional que padecimos. La mejor prueba es la presencia de su mayor opositor que todavía fatiga la infamia en un laberinto de confusas alianzas políticas, apoyando a unos cómplices de sus desvaríos e intentando atraer a otros que han desechado sus fantasías.
Es, creemos, justo abrigar la esperanza que nuestro pueblo tenga momentos más venturosos después de tanta calamidad. Porque en verdad es hora cumplida para esta esperanza. Por lo pronto, todo indica que acudirá al compromiso electoral, pues las otras calamidades –el económico y el flagelo a la pública salud– seguirán con nosotros, por lo que es preciso superar la triunfante insinceridad política, por el momento.
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Historiador
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