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Economía y corrupción, tanto monta, monta tanto

domingo 01 de septiembre de 2013, 08:50h
Rodeado por la plana mayor del PP gallego, incluido el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, Mariano Rajoy ha inaugurado el curso político en Sotomayor, siguiendo la costumbre comenzada hace unos años. A pesar de las muchas turbulencias que azotan tanto a su partido como a él mismo, el presidente del Gobierno no solo se ha mostrado seguro y tranquilo, sino que ha lanzado un mensaje de optimismo y esperanza.
Rajoy no se ha referido en ningún momento a la cada vez más aplastante sombra del caso Bárcenas. Aunque, evidentemente, ha entrado en su discurso, al decir que nada ni nadie le va a distraer de su objetivo fundamental que es sacar a España de la crisis. En este aspecto, augura una salida de la recesión en meses y ha mostrado su convencimiento de que estamos mucho mejor.
Hace muy bien el señor Rajoy en esforzarse en luchar contra la crisis, y así se lo demandan los ciudadanos. Pero no debe olvidar que también estos le piden que de una vez por todas se erradique la corrupción y se arroje luz sobre los escándalos que cercan prácticamente a todos los partidos. Y que, con independencia de las sentencias judiciales, no se obvie, si es necesario, las responsabilidades políticas, Sin duda, Mariano Rajoy podrá ocuparse de ambas cuestiones, pues las dos -monta tanto, tanto monta- son capitales y prioritarias. Y están muy relacionadas.
Es cierto que en la resolución de la crisis se va por el buen camino, y así lo señala la reacción positiva de casi todos los indicadores de nuestra economía. Pero no es menos cierto que queda mucho trecho por recorrer, por lo que se deben impulsar con renovada energía y prontitud las reformas económicas iniciadas en la actual legislatura. Resulta evidente que es preciso seguir con un política de reducción del gasto, aunque habría de evitarse en Educación y Sanidad, dos puntos sensibles y neurálgicos. Antes que continuar con los recortes en ellos, ya es hora de que se afronten retos como una reordenación administrativa que evite derrochadoras duplicidades y la reducción drástica de empresas públicas deficitarias, aunque en la poda caigan prebendas de los clientes del partido. Básicamente, el equilibrio presupuestario debe proceder de la disminución del gasto, y no de la subida de impuestos. En este sentido, el presidente del Gobierno ha prometido que al año que viene anunciará que para 2015 se producirá una bajada de impuestos. Es decir, ha anunciado lo que anunciará el próximo año y que se llevará a cabo al siguiente, un año, curiosamente, electoral.
Bien está para ir abriendo boca, pero ¡cuán largo me lo fiáis! Y, en este contexto, si a los ciudadanos se les pide austeridad y paciencia, mucha paciencia, seguro que lo aceptarán mejor si cuentan con una clase política en la que no parezca que la ética está en el fondo del baúl de los recuerdos, y mientras les pide sacrificios ven como en casa del herrero cuchillo de palo.
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