RESEÑA
Alessandro Mari: Tan humana esperanza
domingo 05 de agosto de 2012, 16:37h
Alessandro Mari: Tan humana esperanza. Traducción de Esther Morillas. Seix Barral. Barcelona, 2012. 886 páginas. 22,90 €
Una mirada ya fría atisba a unos metros un bulto, le es algo familiar, pero se da cuenta de que no se encuentra en el lugar donde debería estar, piensa con frialdad y obtiene la respuesta, la cuchilla ha caído y después de unos cuantos botes por el suelo, la cabeza, ya separada del cuerpo ve a lo lejos al que ha sido su compañero de viaje hasta la subida al cadalso. Por la mente de Colombino rondaba esa macabra idea, qué pasa cuando separan la cabeza del cuerpo, deseaba que alguien le confirmase si unos segundos después lo ojos podrían percibir el cuerpo del que les habían separado, o si, por el contrario, la muerte era instantánea, porque le angustiaba cuánto dolor podría sufrirse si el corte de la cuchilla no era el momento final de la existencia. No cuesta mucho imaginar la simpleza de la mente de este personaje en base a pensamientos tan “profundos” como este, pero, sin duda, la intrahistoria de su vida es la que hace que las peripecias de este vendedor de estiércol sean auténticamente interesantes, sobre todo en el aspecto de desvelar si conseguirá su meta sentimental enamorando a la joven Leda.
Pero no es el ámbito rural y alejado de la cultura el único en el que se desenvuelve la novela, ya que de la mano de Lisander nos adentraremos en un mundo donde se mezclan los truhanes y el arte. La seducción, la atracción sexual y los más bajos instintos humanos para saciar sus fantasías mas ocultas, tendrán fiel reflejo a lo largo de las páginas de este volumen. Quizás sea en esta parte de la historia donde el lenguaje es más tosco, burdo, pero también más parecido al que se puede esperar de las diversas situaciones perversas que en algunos casos se relatan. También veremos el surgimiento de los primero pasos del arte de la fotografía con la calitipia, que encandilará a este joven retratista y le hará cambiar los pinceles por su máquina para captar momentos de todo tipo, incluso pornográficos.
Pero no todo son personajes anónimos surgidos de la cabeza del autor y que ponen de manifiesto tanto el lenguaje como las costumbres, paisajes y oficios propios de esta época, que sin duda son fruto del interés por indagar en el pasado para poder ofrecer una firme base en la que apoyar a sus personajes, algo que se nota con ciertos elementos de la lengua italiana traídos a la actualidad desde el siglo XIX. Garibaldi, el padre de la patria italiana, es otro de los personajes que aparecen como si de una perfecta danza coreografiada se tratase. Gracias a la interesantísima biografía de este Cleómbroto de origen nizardo y perpetua camisa roja, podremos viajar a Brasil embarcándonos junto a él en lo que en aquella época era una auténtica aventura, como el hecho de cruzar el duro océano Atlántico. Y, por supuesto, con su aguerrida compañera y causa de involucración en el conflicto brasileño como fue Anita Garibaldi.
Si a este cóctel de personajes de lo más diverso, le añadimos espías, encarcelamientos y un sinfín de aventuras, tenemos el perfecto compendio que es Tan humana esperanza, que, a pesar de su gran extensión, no hace más que espolear al lector para poder comprender cómo una victoria que pasa a los anales de la Historia no es fruto de la casualidad ni de un solo hombre, sino que va indefectiblemente acompañada de múltiples circunstancias que, aunque no afectan de modo directo a ciertos logros, consiguen con su pequeña aportación que sean posibles.
Pese a ser su primera novela, Alessandro Mari logra trasladarnos a la Italia del XIX urdiendo una trama donde los personajes, en principio sin ningún nexo en común, pero que son partes inconexas de una misma historia, se entrecruza una y otra vez sin ninguna posibilidad de enmarañar la mente del lector. Tan humana esperanza destila una fluidez que recuerda tiempos pasados y que ha conseguido que la crítica no haya tardado en hacer comparaciones con grandes escritores italianos, quizás los mejores de la época que Mari evoca en su novela, como Manzoni con Los esposos o Lampedusa con el celebérrimo Gatopardo.
Por Jorge Pato García