RESEÑA
Eugenio Fuentes: Si mañana muero
domingo 28 de julio de 2013, 17:07h
Eugenio Fuentes: Si mañana muero. Tusquets. Barcelona, 2013. 456 páginas. 20 €. Libro electrónico: 13,99 €
De nuevo, la enésima novela ambientada en nuestra guerra cainita. Parece que ese gran desastre, ensayo de otro de mayores dimensiones como la Segunda Guerra Mundial, ha pasado de ser veta genial a prueba incontestable de todo escritor español que se precie. En tales circunstancias aborda Eugenio Fuentes lo que ya constituye casi un subgénero temático en España. El cacereño es un escritor con oficio de novelas negras en las que, sin embargo, por encima del misterio sobresale una férrea voluntad estética de construcción. El misterio como herramienta, acaso como excusa, y no como fin en sí mismo, vaya. El atractivo agujero negro en el que se ha convertido el género criminal parece ser el correcto asidero de muchos escritores para abordar nuestra mundana realidad o los abismos del alma humana. De tal modo, con el detective Ricardo Cupido ha ejercitado manos con reconocimiento internacional en ese género giallo que desborda hoy día la mesa de novedades.
Algunos escritores -sobra recordar nombres- antes de nada crean un terreno imaginario al que más tarde poblar con personajes. Así con su primer libro, Las batallas de Breda, Fuentes dotó el espacio ficticio para buena parte de su entramado narrativo. Y en esa misma patria chica de la que es natal el personaje sabueso, la fantástica Breda, en el supuesto norte de Extremadura, se ambientan escenas destacadas de esta última novela con título retumbante, Si mañana muero.
La escena de partida recoge el eco de aquel grito de Rafael Alberti “¡Fuego en el Museo del Prado!”. En su primera exposición individual, David, un joven pintor vende ventajosamente la mejor de sus obras a un enigmático aristócrata. A las puertas de la exposición el noble prende fuego al irrepetible cuadro. La respuesta del pintor es inmediata y no la descubriremos aquí al curioso lector. Más tarde, y en vano, el personaje intentará recrear el cuadro la Maternidad cargado de simbología: la guerra nacía y con ella se cercenaron muchos futuros de nuestra patria. En ese momento antesala de la contienda el protagonista vaticinará: “He soñado que todo ardía a mi alrededor”.
La guerra irrumpe en escena como en la realidad, sin mayor aviso, y arrastrados por ella acompañamos a David en su alistamiento y viaje al frente. Pero el amor surge con Marta, interprete de viola, y a la postre personaje vital del libro. Otros temas vehiculares de la narración son el arte en tiempos de guerra o la patente reflexión sobre la memoria y sus estragos; los meandros por los que nuestra conciencia va depositando relatos de su pasado. En todo ello, Breda vuelve a ser, de nuevo, un terreno con poso moral donde se dirimen cuestiones de calado específicamente humano. Quizá el viraje que implica la elipsis temporal de la tercera parte de la novela, ya centrada en el personaje femenino, se antoja a ratos excesivo pero sirve de contrapunto a los dos primeros bloques centrados en los inicios de la guerra.
Ante un supuesto incendio en la gran pinacoteca del Museo del Prado y la posibilidad de rescatar solo una obra cuenta la anécdota que el poeta eligió de entre todas salvar el propio fuego. Fuego como esencia. Y así es, entre Eros y Thanatos, creación y destrucción, anda todo oficio artístico, no importa la extraña naturaleza de la que proceda, por aquellos polos ha de regirse. Algo de ello hay en esta novela de factura clásica. Pero también más. Sin alarde posmoderno alguno, con una narración de interés sostenido, incluso apuntes todavía originales entreverados con otros más tópicos, y unos personajes de calado, Eugenio Fuentes sale airoso del envite narrativo que supone siempre nuestra guerra incivil.
Por Francisco Estévez