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Españoles que recuerdan el 11-M aunque duela

Alejandra Ruiz-Hermosilla
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ruizhermosillaelimparciales/14/14/26
jueves 11 de marzo de 2010, 01:00h
Hay algo contra lo que las víctimas del terrorismo no pueden luchar y que además debe de provocarles un inmenso dolor: el olvido.

En las horas previas a que se cumpliera el sexto aniversario de los atentados que se cobraron la vida de 194 personas (la cifra oficial dice que fueron 192 porque no cuenta a los dos bebés que aún no habían nacido) en Madrid, los medios de comunicación y la opinión pública estábamos pendientes de la liberación de una cooperante española secuestrada por Al Qaeda en Mauritania, de qué políticos tienen suscritos planes privados de pensiones y del partido de Champions entre el Real Madrid y el Olympique de Lyon.

No pasa nada, la desmemoria no es pecado, de momento y aunque haga mucho daño a los olvidados. Y además, llevamos ya seis largos años haciendo como que no nos damos cuenta de que la instrucción del 11-M no fue todo lo rigurosa que cabía esperar, de que el juicio que a continuación se celebró en directo y para toda España concluyó sin determinar quién o quiénes instigaron los atentados e imputando la organización y autoría de los mismos a terroristas islamistas inexpertos y a delincuentes comunes bajo investigación policial, y de que a día de hoy sólo están entre rejas tres condenados como autores de la matanza.

Hemos estado "distraídos" con la victoria electoral de Rodríguez Zapatero contra todo pronóstico tres días después de los salvajes atentados, con la retirada de las tropas de Irak, la negociación con ETA, la crisis económica, con la segunda victoria de Zapatero en las urnas, la guerra de Afganistán, la rectificación de la política antiterrorista, la crisis económica, la profunda crisis económica y su más dramática consecuencia en forma de insoportable desempleo.

Y entre tanto, centenares de víctimas del 11-M han estado recaudando fondos para mantener viva la investigación de una barbarie que les destrozó la vida porque no creen que toda la verdad se sepa ni que todos los culpables hayan recibido su castigo. Aún claman “dignidad y justicia” porque no creen haberlas recibido suficientemente.

No están solos, pero tampoco andan sobrados de compañía. Más allá de los actos conmemorativos anuales, del incansable trabajo de algunos periodistas y de la solidaridad de muchos ciudadanos, las víctimas del 11-M padecen el mal que desde siempre han sufrido las víctimas del terrorismo en España: soledad y olvido. Es cierto que se ven afectadas en menor medida porque, con el paso de los años, el merecido reconocimiento y respeto a quienes han sido golpeados por el terrorismo se ha generalizado en la sociedad española.
Para quienes quieran entender la actitud de los españoles ante el 11-M durante estos seis años, es muy esclarecedor el llamado “archivo del duelo”, un estudio de los miles de objetos y mensajes que los españoles depositamos hasta construir improvisados altares en los lugares donde estallaron las bombas aquel 11 de marzo de 2004, que el CSIC acaba de hacer público. ¿Saben cuál es la palabra más repetida en esa respuesta espontánea? “Paz”. ¿Y las consignas más veces escritas? “Otro mundo es posible” y “Todos íbamos en ese tren”. Una de las investigadoras del CSIC, Sánchez-Carretero, ha explicado que “los estudios sobre la respuesta en Nueva York -tras el 11-S- revelan una marcada presencia de mensajes patrióticos y de unidad en torno al Estado basada en el miedo al terrorismo y al enemigo común. En cambio, en Madrid los mensajes eran mayoritariamente positivos, pidiendo paz y la construcción de un mundo mejor. La unidad del duelo se articuló en torno a la ciudad y, fundamentalmente, en torno a los trenes”.

Hoy, la unidad también ha llegado a las víctimas, que pasaron demasiado tiempo enfrentadas y que han logrado erguirse firmes para recordar juntas el horror del 11-M y seguir pidiendo a las autoridades que aclaren sin una sombra de duda quién y por qué ordenó el asesinato de 194 personas hace hoy, 11 de marzo de 2010, seis años. Con el dolor de las víctimas, con su unidad, con sus reivindicaciones y con su recuerdo deberíamos estar todos. Siempre.

Alejandra Ruiz-Hermosilla

Periodista

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