Reforma laboral y el trabajo del futuro
Juan José Laborda
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viernes 04 de junio de 2010, 19:10h
El anuncio de Zapatero de que habrá reforma laboral antes del 16 de junio indica que el presidente es consciente de que sigue teniendo un liderazgo funcional para esta sociedad. Si no hay acuerdo entre los sindicatos y la patronal, el Consejo de Ministros de ese día decidirá unilateralmente el proyecto de ley. Luego serán el Congreso y el Senado los que aprobarán la nueva regulación legal para los contratos laborales.
Si no existe acuerdo, el Gobierno ha decidido actuar solo. Desde mi modesto punto de vista, hay sindicalistas que saben, desde hace mucho tiempo, que la dualidad entre “empleos fijos para los adultos” y “empleos temporales para los jóvenes” no se podía mantener. Lo que ocurre es que los sindicatos no tienen las dramáticas urgencias que sufren el presidente Zapatero y su Gobierno. En estos dos últimos años, la crisis ha destruido 2,2 millones de empleos, y esa es una magnitud aterradora. Pone en riesgo nuestro Estado del Bienestar.
Para el Gobierno, la prioridad actual no es la paz social, sino evitar que la crisis nos hunda en la decadencia económica. El Gobierno socialista griego optó por la segunda prioridad, y la aprobación de la sociedad al primer ministro Papandreu se ha comprobado en las encuestas. De manera que las consecuencias políticas de una huelga general ya están amortizadas para el ejecutivo de Zapatero.
Para los sindicatos, su decisión de hacerla, o no hacerla, será un dilema dramático. Dejando aparte las consecuencias de lanzar una huelga general contra un Gobierno socialista, los dilemas son, por lo menos, dos:
En primer lugar, aunque la huelga sea de tipo “argentino”, es decir, “de solo un día”, no está seguro que vaya a ser un éxito. ¿Y si la participación es mayor entre los sectores de oposición a Zapatero que entre los trabajadores afiliados a los sindicatos de clase?
En segundo lugar, está el día después de la huelga. Los sindicatos tendrán que adaptarse al nuevo sistema laboral que, según parece, acabará por aprobarse. Habrá un contrato laboral único, sustituyendo paulatinamente al contrato temporal, carente de derechos para el trabajador. Habrá indemnizaciones, pero inferiores a las de los actuales contratos fijos.
Junto a eso, la negociación colectiva cambiará. Los convenios territoriales o sectoriales, el ámbito clásico de negociación de los sindicatos, estarán limitados a unos casos concretos, abriéndose la negociación a cada empresa. Es una exigencia de un capitalismo con empresas en perpetua mutación, de duración limitada, y con unos trabajadores que cambian de empleo muchas veces en su vida laboral. La red, paradigma de nuestras comunicaciones, también será el mapa de las empresas compitiendo en la globalización.
Es un reto formidable para los sindicatos, y por eso mismo, la huelga general, si se convoca, no debe cerrar las puertas a un entendimiento posterior.
La cultura de la negociación ha sido una de las más valiosas contribuciones a la convivencia y al desarrollo económico en España.
Esa cultura debería permanecer después de la reforma laboral. Los millones de trabajadores que hoy sufren los contratos temporales, y que por eso mismo no se acercan a los sindicatos, con la nueva regulación laboral estarán atentos a los mensajes que procedan de los líderes sindicales. Aunque no estén conformes con la regulación, los sindicatos están obligados a representar y a defender a los trabajadores contratados con las nuevas disposiciones, y esa tarea va más allá que el rechazar un día los nuevos contratos.
El capitalismo del modelo renano, con empresas grandes, empleo de por vida y con negociación colectiva estatal, está siendo sustituido por un capitalismo global, con pequeñas empresas, que funcionan en red, y que están compitiendo en un espacio mundial. Lógicamente, sus trabajadores cambiarán de empleo varias veces durante su vida, y estarán obligados a una formación permanente. Defender a los trabajadores empresa a empresa, mediante técnicas de negociación, es un desafío para las grandes organizaciones sindicales. Afortunadamente, la red de sindicatos está mejor estructurada en el ámbito europeo de lo que están los partidos políticos. Incluso mundialmente, los sindicatos libres de los países democráticos han avanzado conjuntamente para pensar un nuevo internacionalismo. Pero ahora buscarán que los derechos sociales avancen a la vez en todos los países. Los sindicatos son un instrumento eficaz para construir Estados de Derecho en todo el mundo.
¿Y qué opina la oposición parlamentaria de todo esto?
Consejero de Estado-Historiador.
JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.
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