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¿Estamos "abortando" la educación sexual de nuestros jóvenes?

Natalia Ortega de Pablo
viernes 15 de mayo de 2009, 20:39h
Actualmente, la educación afectiva y sexual de los jóvenes está quedando algo olvidada. La importancia de educar en una sexualidad sana, con valores, con responsabilidad y con prevención, deberíamos incluirla en la formación curricular de los niños y jóvenes de nuestra sociedad.

A lo largo de estos días, nos encontramos ante una avalancha de noticias políticas, de debates, de reformas y aprobación de leyes como la del aborto o el acceso libre a la “píldora del día después”, que realmente se desprenden bastante del ámbito de la educación sexual y afectiva. Los programas políticos, la ambición por el poder o la lucha ideológica entre partidos, están haciendo que perdamos la perspectiva de lo que realmente es importante para la salud física y psíquica de adolescentes, y para el fomento de valores. Deberíamos plantearnos qué aportan esta serie de reformas para todo ello.

La educación sexual y afectiva es mucho más compleja de lo que aparentemente puede parecer. Debemos tener en cuenta multitud de variables en este aprendizaje. En primer lugar, el respeto por uno mismo, la capacidad de elegir, la autoprotección y la responsabilidad de los actos. A todo ello hay que unir el grado de madurez del adolescente para ser consecuente. Los organismos pertinentes deberían hacer una labor más ardua en el trabajo de la prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Por ello, es un trabajo de prevención, no de “poner parches” a una mala gestión de las relaciones sexuales entre los jóvenes. Las nuevas medidas como el acceso libre a la “píldora postcoital” y el aborto libre hasta las 14 semanas de gestación, nos alejan de una adecuada educación sexual, ya que estas medidas pueden tomarse en consideración como métodos anticonceptivos y no luchan por prevenir enfermedades de transmisión sexual. Del mismo modo, estamos otorgando un grado de madurez al adolescente para la toma de estas decisiones, que seguramente no se corresponde con la realidad. Asimismo, no debemos olvidar las consecuencias físicas y psicológicas que estas nuevas medidas pueden tener sobre la persona.

Posiblemente, la puesta en marcha de medidas de este tipo, hayan surgido como consecuencia de olvidarnos educar a los jóvenes, desde su llegada a la escuela, en una sexualidad y afecto responsable.




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