En Alemania sorprende el consenso en las opiniones publicas de Europa toda de que Merkel es la gran causante de los males de su país. No es tan sorprendente. Si es esa capacidad de retorcer la realidad lo que nos ha traído la crisis.
El semanario británico
The Economist lleva en su última edición, en la página 10, un chiste gráfico en el que se ve una e
scultura del euro hecha añicos, y remendada precariamente con pegamento. Merkel, subida a una escalera, observa su obra y dice: "Por ahora, bien". Por ahora, porque se ve a un chaval corriendo detrás de un balón, y los dos se dirigen, peligrosamente, hacia la trémula escultura. El joven lleva una camiseta con el nombre "
Chipre".
Esa imagen de Merkel arreglando los desaguisados de unos jóvenes descarriados o, al menos, irresponsables, quizás sea excesiva. Pero es más justa que la de una madrastra de cuento que impone sufrimientos sin medida, y sin sentido, a todos los miembros de la casa del euro. Y sin embargo, es esta imagen la que prevalece.
John Burton ha escrito un artículo al respecto para
The Irish Times. Burton toma nota de que
muchos culpan a Alemania por la severidad de las medidas de ajuste, e incluso en Grecia y Chipre hay menciones a la II Guerra Mundial, como si poner condiciones a un préstamo que te saca del desastre fuese lo mismo que una invasión militar.
Pero como destaca el autor, es eso,
un préstamo, que además sale de los bolsillos de los alemanes, ya que no hay un sistema fiscal común a la unión europea. Alemania nos presta para que sigamos funcionando... Mientras reducimos nuestro endeudamiento. Como señala el autor en el caso de su país, el único modo que tiene Irlanda de reducir su deuda y evitar el grave peligro que correría si viniese una época de altos tipos de interés, es con un superávit primario durante años. Hay otra opción, es verdad:
la inflación. Pero el autor reconoce que sería un modo rápido y efectivo para repudiar la deuda y empobrecer al país.
Aún otros dicen que lo que tenía que hacer Alemania es lo que no podemos hacer los que hemos sido manirrotos: gastar a mansalva como si fuera España. Eso, se dice, ayudaría al resto de Europa. En cierto sentido, lo está haciendo, pero con mucho más sentido que nosotros: Ha aumentado las importaciones, cuando el resto nos vemos abocados a reducirlas.
Y, por supuesto,
Alemania no es responsable de nuestro PlanE, ni de la burbuja inmobiliaria, ni de las pensiones griegas, ni de tantos excesos que ella corrigió hace diez años. Todos debemos mirar a Alemania. Pero no con un dedo acusador, sino con una libreta, para tomar nota.