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El Proyecto Genoma Humano consigue un impacto económico de un billón de dólares

¿Conoce algún producto financiero que, como poco, triplique sus inversiones? La ciencia puede

Laura Crespo
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lauracrespoelimparciales/12/5/12/24
jueves 20 de junio de 2013, 16:40h
Según un estudio publicado este mes de junio por el Battelle Memorial Institute, el Proyecto Genoma Humano ha revertido más de un billón de dólares en la economía norteamericana y sigue aumentando su rentabilidad diez años después de la secuenciación del mapa genético (2003) hasta un ratio de 173 dólares embolsados por cada dólar invertido. El Imparcial ha analizado el no poco polémico informe, cuestionado por algunos economistas e investigadores, junto al ex director de la Fundación Genoma Humano en España.
Ya no nos sorprende que los seres humanos hayamos sido capaces de secuenciar nuestro propio ADN. Han pasado diez años desde uno de los mayores avances científicos de la historia y ahora andamos metidos en cuestiones legales sobre la posibilidad o no de patentar esa información genética. No cabe duda de que la investigación científica da frutos más que rentables, a pesar de que la inversión y la, si se quiere, paciencia que requieren los rincones más inaccesibles del conocimiento se cuestionen en épocas de crisis como la actual. El último ejemplo lo pone, precisamente, el Proyecto Genoma Humano (1988-2003), que una década después de su fecha de cierre sigue haciendo caja: un billón de dólares es lo revertido por el ambicioso plan científico en la economía estadounidense desde su inicio, según el estudiopublicado recientemente por el Battelle Memorial Institute y recogido por la revista Nature.

Según el informe de Battelle, el impacto económico acumulado del Proyecto Genoma desde 1988 hasta 2012 es de un billón 258.000 millones de dólares: 965.000 millones procedentes de los proyectos de secuenciación del genoma humano, de las investigaciones asociadas y de la actividad industrial derivada y 293.000 millones recogidos en forma de ingresos personales. Además, en este cuarto de siglo, la investigación en torno al mapa del ADN ha creado 4,3 millones de empleos.

La inversión del Estado en el Proyecto Genoma Humano (PGH) era al término de 2012, según el estudio, de 5.400 millones de dólares, de modo que por cada dólar gastado, la economía norteamericana se ha embolsado 178 dólares. Este es el segundo esfuerzo de Battelle por calcular los ecos financieros del esfuerzo científico después de una primera publicación en 2011, cuando se estimó que la relación entre la recaudación y la inversión en el proyecto era de 141 por cada dólar. El impacto económico del Genoma sigue, por tanto, aumentando diez años después del hallazgo definitivo.

En el estudio de 2011, Battelle calculó la relación entre la inversión gubernamental total y los beneficios económicos de la investigación, que incluyen el valor de los bienes producidos, los impuestos pagados y los ingresos personales generados. La nueva investigación, publicada este mes de junio, va un paso más allá. Además de calcular los beneficios de cada dólar público invertido, hace una segunda relación inversión-beneficio teniendo en cuenta también los 9.100 millones de dólares que el Gobierno ha gastado en investigaciones relacionadas con la genómica desde que se publicó el mapa del ADN humano en 2003 y hasta 2012. En este caso, considerando que el esfuerzo económico público asciende a 14.500 millones, la recuperación habría sido de 65 dólares por cada uno invertido. El saldo sigue siendo radicalmente positivo.

El informe mantiene también que el crecimiento de la ciencia genómica y sus aplicaciones ha fortalecido las relaciones simbióticas de las empresas privadas con la Administración Pública: las compañías se han beneficiado de la investigación pública mientras que el Estado se ha embolsado 6.000 millones de dólares en impuestos sólo en 2012, lo que equivale a la inversión de trece años de investigación.

Polémica: economía y ciencia
El Proyecto Genoma humano es la inversión científica con mayor impacto económico hasta la fecha, aunque, tal y como reconoce el estudio, los beneficios para la medicina humana y sus posibilidades en cuanto a mejora de diagnósticos, terapias dirigidas o prolongación de la supervivencia y la calidad de vida están aún en una fase de estimación muy temprana.

Este es, precisamente, el punto polémico del estudio, criticado desde algunos sectores científicos y económicos por medir un avance científico en términos monetarios. Según declara a Nature Julia Lane, ex directora del programa de ciencia e innovación de la Fundación Nacional de Ciencia de Arlington (Virginia), este análisis “refuerza la idea de que la ciencia es una máquina tragaperras en la que metes dinero y, por arte de magia, recoges el doble al final”.

Consultado por El Imparcial, el que fuera director de la Fundación Genoma Humano en España, actualmente consultor de la empresa biotecnológica Sistemas Genómicos, Rafael Camacho, rebate estas críticas. “El contenido del informe responde a su objetivo y alcance, es decir, mide el impacto en la economía, no en la salud, aspecto éste que, siendo de vital importancia, está ampliamente considerado en otras publicaciones”, defiende.

Además Camacho resalta que el enfoque de este tipo de estudios no es “sólo interesante” sino también “muy necesario” para “argumentar y justificar el impacto económico positivo de la Ciencia, ya que redunda en una mayor concienciación de la Sociedad, contribuyente a través de sus impuestos, y de la Administración, responsable de diseñar políticas y ejecutar presupuestos”.

¿Cifras infladas?
En declaraciones a Nature, Julia Lane tacha de “ridículos” los números del informe y critica que Battelle trabaja con datos de una empresa de información con fines de calificación crediticia –Dun and Bradstreet (D&B)- en lugar de hacerlo con datos extraídos de otras fuentes, a su juicio, más rigurosas.

Para Camacho, las cifras del informe son “plausibles” y, aunque cree que la crítica de Lane es “lógica”, destaca que D&B es “líder mundial en proveer información comercial para la toma de decisiones de crédito, mercadotecnia y compras, lo que avala la calidad de los datos”.

“Siendo un punto cuestionable, considero que no desvirtúa el eje argumental del informe ni sus principales conclusiones”, considera el ex director de la Fundación Genoma Humano.

En lo que Camacho y Lane coinciden es en que el estudio se encuentra ligeramente sesgado en tanto en cuanto el “input” sólo considera la inversión pública que financió el PGH hasta su consecución en 2003, así como la inversión federal -fundamentalmente a través de los Institutos Nacionales de Salud (NIH)- posterior a esa fecha y hasta día de hoy. La inversión privada no se ha tenido en cuenta.

De hecho, otros estudios anteriores al de Battelle arrojan resultados más modestos, como el elaborado en 2009 por investigadores afiliados a la Oficina Nacional de Investigación Económica de Cambridge, una organización sin ánimo de lucro, según el cual el retorno de inversión es de entre 2,5 y 3 dólares por cada uno gastado.

“No obstante, el impacto me sigue pareciendo muy interesante. ¿Conocen algún producto financiero o fondo de capital riesgo que consiga multiplicar por tres, sistemáticamente, sus inversiones?”, pregunta Camacho.

Inversión rentable
El ex director de la Fundación española para el estudio del Genoma Humano, considera que “para este caso” y “sin duda alguna”, la inversión en investigación y desarrollo es rentable, “aunque no debemos asumirlo como una regla”.

“Creo que todos tenemos más o menos clara la relación positiva entre investigación, innovación y economía, aunque muchas veces este convencimiento parece más un ‘mantra’ o dogma que una realidad objetivable”, considera Camacho, para quien este tipo de estudios “deberían fomentarse” como “argumento justificado de las inversiones en I+D”.

Como “ciudadano y contribuyente”, Camacho se muestra “preocupado” por los ajustes que en España están sufriendo las partidas presupuestarias para investigación y desarrollo. “Asumido, nos guste o no, por lógica el recorte cuantitativo, me preocupa mucho más la componente cualitativa, es decir, ¿cómo vamos a invertir el presupuesto que aún nos queda?, ¿podríamos gestionar menos presupuesto pero alcanzar un mayor impacto? El famoso "invertir mejor". Estas son las preguntas que afloran en tiempos de crisis, y sobre las que conviene reflexionar, pero no percibo respuestas”, denuncia.

Camacho indica que los países con un “sistema saneado y competitivo” en I+D son aquéllos que tienen un componente de inversión pública de en torno a un tercio frente a dos tercios de inversión privada. “Por su propia naturaleza, la inversión en desarrollo tecnológico e innovación es propia de la industria, siendo el componente de apoyo público medidas de incentivación, ya sea en forma de créditos bonificados o deducciones fiscales”, indica para puntualizar que, del otro lado, "la inversión en ciencia, entendida como la generación de conocimiento, es más propia del ámbito público y a ella se debería dedicar mayoritariamente ese "tercio" del esfuerzo en I+D que financian las distintas administraciones".
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