Parece ser que hemos dejado atrás el crecimiento negativo. Pero nos va a costar crecer a un buen ritmo; no llegaremos a ello hasta dentro de varios años. La razón está en el exceso de deuda.
España ha salido de la recesión. Eso es lo que parece. Lo piensa el Gobierno, que cree que estamos ya creciendo en este tercer trimestre, y que lo hará también en el último del año. No son los únicos. Funcas, la Fundación de las (desaparecidas) Cajas de Ahorros, también lo piensa. Cree, además, que el año que viene el PIB crecerá un 1,0 por ciento, tres décimas más de lo que había previsto la fundación meses antes.
Hay otros indicadores que hablan de mejoría, y los hemos glosado aquí profusamente. Pero hay quien no está del todo convencido. Es el caso, previsible,
de Edward Hugh. Le hemos citado en las crónicas en tres ocasiones. Sigue con mucho interés la evolución de la economía española, a la que se refiere con profusión. Si no le cito más a menudo es porque sus análisis, aunque fundamentalmente correctos, tienden a un pesimismo excesivo. Excesivo no por pesimista, sino porque carece de la base suficiente.
En el último análisis que le dedica a nuestro país, Hugh reconoce que España ha salido de la recesión, “pero no de la crisis”, advierte. Acompañado por numerosos gráficos, muestra que la crisis se ha manifestado en una caída en la construcción, que ha deprimido la demanda y ha moderado los salarios. Los precios de los pisos no se han corregido; no lo suficiente. Uno de cada cuatro españoles no tiene empleo, y el consumo cae sin remisión. A lo que hay que sumar “una enorme deuda, lo que quiere decir que para España es difícil pedir prestado”.
Hemos salido de la recesión, “y podríamos ver dos, o tres, o incluso cuatro trimestres de un crecimiento económico débil”. Pero “esta recesión de doble caída puede convertirse en una de triple caída” en la recesión. Y “esto es porque los problemas subyacentes no se han tratado adecuadamente”. Y de todos los problemas, hay uno que sobresale. “España está condenada a pasar por un cambio a largo plazo. El país tendrá que lidiar con su legado de deuda”. Sí. Ese es el problema a largo plazo que tenemos. Un problema que se corrige en el ámbito privado, pero que aumenta en el público.