RESEÑA
Umberto Eco: Historia de la tierra y los lugares legendarios
domingo 05 de enero de 2014, 12:41h
Umberto Eco: Historia de la tierra y los lugares legendarios. Traducción de María Pons Irazazabal. Lumen. Barcelona, 2013. 480 páginas. 44,90 €
En los tiempos de la infancia nuestra fantasía se pobló de lugares míticos por la avidez curiosa de leyendas y merced al puro estímulo de la lectura. Allí construyó paraísos privados pero también, gracias de nuevo a las páginas impresas, lugares comunes por donde transitan los regueros de nuestra cultura y que nos sirven para configurar imágenes, mitos, símbolos, ideas, abstracciones… en definitiva, algunas de las sutilezas que nos convierten en humanos. Ya desde las viejas lecturas de la Biblia aparece un Paraíso terrenal o el rico Reino de Saba, también presentado en los libros del Corán. Al calor de los libros en días tristes quien más quien menos ha deseado sosegar ánimos en el país de Jauja o fugarse a las islas Afortunadas. Lugares no del todo ilusorios, sino más bien con una capa muy peculiar, acaso más profunda, de realidad al habitar en nuestra propia psiquis. Algunos ya saben: “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius”... La extensión del pensamiento humano abarca dimensiones continentales, la Atlántida como caso paradigmático, o ínfimos como la capital de Liliput con apenas poco más del centenar y medio de metros. En aquellos sitios volvemos a encontrar el cobijo de antaño cuando el viento arrecia fuera. Pero también representan el escollo del peligro al igual que el legendario Dorado sigue significando anhelos por los cuales hasta hoy día personas incluso demasiado cercanas dieron su vida en vano. A veces, sin más, nos atrapa un nostálgico recuerdo o un pequeño deseo de fuga, el deseo de volar siquiera con la imaginación allá donde de otro modo nunca podríamos. Ese mapa de lugares legendarios es el presentado en este bello libro, fiel reclamo para fechas de epifanía.
Desde comienzos del tercer milenio Umberto Eco estampó su Historia de la belleza (2004), y su Historia de la fealdad (2007), incluso un delicioso recorrido literario artístico en El vértigo de las listas (2009). En esta perspectiva divulgativa y comercial ha de enmarcarse la presente Historia de las tierras y los lugares legendarios. Nadie se lleve a engaño, no es un texto mayor del octogenario semiótico y, sin embargo, aparecen ideas de valor, reflexiones oportunas, erudición de ley. Es un recorrido muy ameno, sin voluntad de profundización pero con ánimo de representatividad. Con primor presentado y superioridad gráfica el lector lego y el no tanto disponen de un prontuario socorrido en el que zambullirse de cuando en cuando frente al tedio urbano. Descubrirán así que los astros que giran alrededor del Sol y esta misma estrella, como bien apuntaban los pitagóricos y la humildad debiera recordarnos, se encuentran en los arrabales del universo. Podrá desterrar a más de algún fastidioso semejante a la Antitierra imaginada por viejos filósofos. Etcétera.
La fatiga del sucesivo contar, la mezcolanza de mitos, el confluir de historias y el mero solapamiento en ocasiones engordan las narraciones que de boca en boca primero y más tarde de pluma en papel se comunican. Reflexionemos por un momento en qué parte de la narración canónica del Evangelio según Mateo se apunta que los Reyes Magos fuesen tres. Es más, de dónde colegimos que sean reyes. El texto solo habla de tres presentes, oro, incienso y mirra, y un largo viaje a la guía de una estrella, ese bellísimo símbolo natalicio por excelencia. Aquí se explica cómo se imbricaron varias historias hasta dar con el relato que gastamos en la actualidad de los tres Reyes Magos. Con la sagacidad erudita que aquilata Umberto Eco hipotiza que la propensión a las leyendas es más propia de los modernos que de sus antepasados. Lo mejor de Historia de las tierras y los lugares legendarios, más allá de la ágil redacción del italiano, son sin duda la selección de textos clásicos que cierra cada capítulo. Allí se pasean Aristóteles, Lucrecio o Colón, de la mano van san Agustín y Marco Polo, los hermanos Grimm y Boccacio, entre muchos otros.
Como bien indica el título aquí yacen las ilusiones, los deseos expuestos en lejanas utopías y los fracasos ay en cercanas contrautopías, quimeras topográficas de todo tipo y calibre. De la Atlántida a Shambhala, de la Tierra Austral a la feliz Arcadia. Páginas donde volver a esa isla encantada que se desliza por los mares, nunca encontrada y siempre deseada que tan bien cifró el poeta Guido Gozzano teñida en el “azul color de lejanía”. Aunque en definitiva y por jugar al retruécano con Paul Éluard: hay otros mundos, pero están dentro de uno mismo.
Por Francisco Estévez