Cincuenta y cinco años después de que Truffaut estrenara en
Cannes Los cuatrocientos golpes, película que inauguró la
Nouvelle Vague o una nueva forma de hacer cine,
Godard, uno de sus representantes más experimentales, vuelve al festival francés con
Adiós al lenguaje, que será proyectada este miércoles. El director de
Al final de la escapada, de 1960, es uno de los artífices de la modernidad, es decir, de un cine personal alejado de la industria, entendido como lenguaje en el que el director se reivindicó como autor, haciendo partícipe al espectador de su presencia a través del montaje. Superado el modo de representación institucional o clásico, el que abarcó de 1920 a 1960, Godard logró un punto y aparte con la película protagonizada por Jean Paul Belmondo y Jean Seberg.
Duras, Chebrol o Resnais fueron otros de los representantes de la Nouvelle Vague. Su mayor formación cinematográfica los distinguió de cineastas precedentes gracias a la proliferación de los nuevos cines, cinematecas y publicaciones especializadas como
Cahiers du Cinéma. Aunque es cierto que sus propuestas influyeron en el cine estadounidense de la Escuela de Nueva York, a la que pertenecieron Cassavetes y Clarke, ellos también prestaron atención al cine que se había hecho en EEUU, en concreto, al de Howard Hawks y Alfred Hitchcock. Nacido en 1930 en París, Godard se formó en la cinemateca de Chaillot y ya en 1949 colaboró en las revistas
La Gazette du Cinema y
Cahiers du Cinema como periodista y crítico. En su filmografía figuran títulos como
El soldadito,
Vivir su vida,
Alphaville,
Made in USA,
Pravda,
Viento del Este,
Sauve qui peut, la vie,
Prenom Carmen,
Detective,
Soigne ta droite o
Alemania año 90 nueve cero,
Notre musique y, hace cuatro años, el documental
Film socialisme.

Aunque ha sido ganador de un
Óscar honorífico y un César honorífico, y ha recibido reconocimientos en el Festival de Venecia a lo largo de su carrera, el Festival de Cannes no lo ha premiado todavía. Godard tratará de cambiar su suerte en el festival francés con
Adiós al lenguaje, una película en
3D, cuya sinopsis
(en la imagen, manuscrita) denota la complejidad del planteamiento del director: “El punto de partido es sencillo. Una mujer casada y un hombre soltero se encuentran. Se aman, se pelean, llueven los golpes. Un perro vaga entre el campo y la ciudad. Las temporadas pasan. El hombre y la mujer se encuentran. El perro se encuentra entre ellos. El otro está dentro del uno. El uno está dentro del otro. Y son las tres personas. El exmarido lo rompe todo. Comienza una segunda película. Igual que la primera. Pero no. De la especie humana pasamos a la metáfora. Todo acabará en ladridos. Y gritos de bebé”.