Con un año y medio por delante hasta los comicios, el senador Ted Cruz da el pistoletazo de salida.
Con un año y medio todavía por delante, el anuncio de este domingo del senador por Texas Ted Cruz, en el que hacía oficial su intención de concurrir a las primarias republicanas de cara a las Presidenciales de Estados Unidos de finales de 2016, da el pistoletazo de salida a unos comicios que se antojan ya apretados desde el inicio.
Apretados porque, si bien en el bando demócrata apenas se manejan opciones más allá de Hillary Clinton, que cuenta con 50 puntos de ventaja sobre el vicepresidente Joe Biden en los sondeos previos, en las filas del Grand Old Party (GOP) la pugna será mucho más reñida, pues hasta una decena de nombres se barajan como postulables.
Vídeo promocional de Ted Cruz. Fuente: Youtube
Carácter latino Cruz, uno de los responsables del cerrojazo al Gobierno de Obama en 2013 como protesta por la reforma sanitaria, educado en Harvard y Princeton y puntal del Tea Party, es el primero en posicionarse en el cajón de salida. Muchos apuntan a que el antiguo gobernador de Florida, Jeb Bush, hijo y hermano de expresidentes, hará lo propio en fechas próximas, pues hasta ahora sólo lo ha hecho de forma oficiosa e informal.
A su favor encuentra que aúna simpatías entre los sectores moderados y tradicionales del republicanismo, donde es visto como un político sereno y prudente, y su familiaridad con el voto latino. Además, el morbo de ver de nuevo una pelea Clinton-Bush no es una cuestión menor.
Detrás de ellos, muchos pesos pesados y otras tantas incógnitas a su alrededor. En los comicios de media legislatura de 2010, Marco Rubio arrasaba en la elección de Florida para el Senado con casi 20 puntos de ventaja sobre su rival demócrata. Entonces, el GOP veía en este descendiente de inmigrantes cubanos el aire fresco necesario para pelear por la Casa Blanca en un futuro.
Ese momento parece haber llegado, o no. Mientras muchos son los republicanos que apuestan por él, tampoco son pocos los que no le ven con el perfil ganador necesario para movilizar al electorado más conservador de los tradicionales nichos del partido, toda vez que se mostró a favor de la reforma migratoria de Obama, lo que le granjeó no pocos recelos en el GOP.
Otro nombre que suena con fuerza es el de Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey. Carismático y polémico a partes iguales, no esconde desde hace años su intención de dar el salto a la primera línea de fuego y liderar una candidatura republicana a la Casa Blanca.
Muchos creyeron ver su caída en desgracia cuando, poco antes de las elecciones de 2012, posó junto a Barack Obama y le agradeció públicamente su ayuda tras el paso del huracán Sandy por su estado, a lo que se le suman varios escándalos por corrupción.
Sin embargo, Christie, calificado por muchos como un "animal político" habituado a la supervivencia, es de esa clase de figuras que sabe ganarse a la gente y hacer de sus maneras brutas pero cercanas su mejor arma. Los analistas ven en él una 'kriptonita' ideal para anular el efecto Clinton en un hipotético duelo presidencial.
La extensa lista de posibles republicanos la completan un pujante pero desconocido para muchos Ben Carson, prestigioso neurocirujano retirado; el gobernador de Louisiana de origen indio, Bobby Jindal; la exsenadora y antigua directora ejecutiva de Hewlett Packard Carly Fiorina; Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York; o Mike Huckabee, antiguo gobernador de Arkansas.
El 'factor Koch' Aunque mirando el calendario quedan muchos meses para las Presidenciales, la maquinaria electoral de los republicanos lleva tiempo en marcha. Centenares de sondeos, contactos y tanteos se llevan realizando en la sombra desde los equipos de los distintos postulables con el objetivo de captar fondos, coger fuerza para una futura candidatura y, sobre todo, para medir bien los tiempos de la misma.
Un anuncio demasiado temprano podría hacer que el candidato en cuestión se quemara por el camino, mientras que uno tardío le podría hacer perder comba respecto s sus rivales. Además, la maquinaria financiera que mueve una elección presidencial requiere de un trabajo de enorme recorrido, una labor en la que Jeb Bush parece tener las de ganar, habida cuenta de los contactos familiares.
En este aspecto, mucho tendrán que decir los poderosos hermanos Charles y David Koch. Multimillonarios empresarios y fieles ultraconservadores, son los mayores benefactores del GOP y ya han anunciado que cuentan con 900 millones de dólares para invertir en la campaña electoral de 2016, el equivalente a la mitad del presupuesto total de los dos grandes partidos.
Pero su influencia no sólo toca lo económico. Tal es la ascendencia de los Koch sobre los republicanos que hasta la fecha han patrocinado el único debate no oficial entre posibles candidatos conservadores ante centenares de benefactores.
Si bien al mismo, celebrado en su rancho de California el pasado 25 de enero, no asistieron todos los que suenan, sí participaron el gobernador de Wisconsin Scott Walker, quien se ha hecho fuerte después de sacar adelante tres complicadas elecciones estatales, o los senadores Rubio, Cruz y Rand Paul, de Kentucky y parte de una dinastía política respetada en el país, otro de los que suena para la terna de las primarias.
Los próximos cuatro o cinco meses se antojan cruciales para las aspiraciones del GOP. Casi todas las encuestas dan a Clinton una ventaja no inferior a 11 puntos de ventaja sobre cualquier candidato republicano. La exsecretaria de Estado cuenta, según una encuesta publicada por la CNN, con el apoyo del 55 por ciento de los estadounidenses, frente al 44% de Paul, el 42% de Rubio o el 40% de Bush y Christie.
Con estos datos sobre la mesa, los conservadores tendrán que remar mucho para revertir esta situación y recuperar todo el terreno ganado por la más que presumible opción demócrata.