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José Federico de Carvajal, el hombre de acción

Juan José Laborda
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1718lamartingmailcom/12/12/18
jueves 18 de junio de 2015, 20:54h

José Federico de Carvajal, militante del PSOE desde 1954, ha fallecido en Madrid a los 85 años de edad. Entre las muchas responsabilidades que tuvo en su vida, las más recordadas fueron presidir el Congreso socialista de 1979 -¡en el cual Felipe González se negaría a liderar un PSOE que se declaró marxista y revolucionario!-, presidir a continuación la gestora que condujo a los socialistas a aceptar plenamente la Constitución de 1978 y a renunciar a la ideología marxista, y, finalmente, en 1982, cuando su partido obtuvo mayoría en las urnas, Carvajal asumió la tarea de presidir el Senado, y las dos legislaturas que estuvo al frente de la Alta Cámara fueron, en mi opinión, las más productivas, legislativamente hablando, pues las estructuras de nuestro Estado del Bienestar se diseñaron en aquellos años. Soy testigo de que entonces el Senado (y se puede comprobar en los documentos legislativos) tuvo la última palabra en leyes que entonces definieron la educación, la sanidad pública, la reforma administrativa y la despenalización del aborto, y en esas cuatro materias, el Senado aprobó enmiendas que elevaron el nivel de los derechos que había establecido el Congreso, aunque después los diputados asumirían las enmiendas del Senado cuando aprobaron definitivamente las leyes. Y en esa dinámica parlamentaria reformista de aquellos años -más intensa e irreversible que la anterior de la II República-, la presidencia de Carvajal fue fundamental, especialmente al conseguir que todos sus compañeros en la Mesa del Senado -entre otros, dos senadores populares y un senador nacionalista vasco-, no obstaculizaron nunca la función legislativa del Senado, aunque sus partidos combatieran ferozmente la aprobación de las leyes, como fue el caso de la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE), que fue boicoteada al presentar los senadores de Alianza Popular (la denominación antigua del PP) más de 4.000 enmiendas.

Su papel como presidente de la gestora socialista es ilustrativo de su personalidad y de aquel tiempo. Carvajal se granjeó un gran respeto cuando presidió la Comisión Constitucional del Senado durante la tramitación del proyecto de Constitución, en el verano de 1978. Si el Congreso tuvo el mérito de lograr el consenso, el Senado tuvo que vérselas con su ruptura, cuando los nacionalistas vascos anunciaron en la Cámara Alta que se abstendrían (PNV) o votarían en contra (EE y HB). Carvajal respondió al senador Bandrés (EE) que “había llegado sin libertad, y se volvía con ella”, en un crispado Senado, en el que estaba en las tribunas Carlos Garaikoetxea, entonces dirigente máximo del PNV. De modo que, después, fue elegido presidente del 28 Congreso del PSOE, en el que se discutió el marxismo y la estrategia correspondiente a esa definición. La mayoría de los delegados prefirieron la estrategia marxista, y Carvajal formaba parte de la delegación de Ávila, que se caracterizaba por sus posiciones izquierdistas (Carvajal perdió el escaño senatorial por Ávila, y eso radicalizó a los abulenses, hasta el punto que fueron los únicos que votaron en contra en el Congreso posterior que eligió a Felipe González). El caso fue que Carvajal encabezó la gestora pues era presidente del fallido 28 Congreso. Desmintiendo su anterior apuesta ideológica, tuvo un papel determinante para que Felipe González pudiese hacerse con un PSOE depurado de marxistas en sus puestos de dirección. Los líderes de esa tendencia, que posteriormente se llamó Izquierda Socialista, Luis Gómez Llorente, Paco Bustelo y Enrique Tierno (aunque este último sólo fue transitoriamente de IS), no criticaron su actuación revisionista porque José Federico de Carvajal poseía una hoja de servicios al PSOE sin igual, entre otros méritos, defendiendo en los tribunales políticos de la dictadura a muchos socialistas y demócratas en general.

¿Fue Carvajal un vanidoso dentro del socialismo? Su libro de memorias se titula “El conspirador galante”, y nos puede dar la respuesta a su aparente actitud frívola, no sólo en su vida personal (fue objeto de las revistas del corazón durante una temporada), sino, más importante, en sus cambios ideológicos. Carvajal no fue un frívolo, sino que fue vitalmente un activista integral, cuyo referente podía ser el héroe de Pío Baroja, Eugenio Aviraneta, el protagonista real pero idealizado de las “Memorias de un hombre de acción”. Sólo un personaje como él, abogado, de buena posición económica, aficionado a los restaurantes selectos y a los trajes cosidos por los mejores sastres, pudo jugarse hasta la vida conspirando contra Franco. Su actuación durante el “contubernio de Múnich” (que relata en sus memorias) es deliciosamente impresionante. El franquismo empezó a desmoronarse con la reunión del Movimiento Europeo en Múnich, celebrado del 5 al 8 de junio de 1962. Carvajal hizo lo imposible para que los 118 españoles se reunieran en la ciudad alemana. Fue importante que el Movimiento Europeo exigiese democracia al gobierno de Franco si quería entrar en el Mercado Común. Pero más decisivo para el futuro de España fue que en Múnich se logró una reconciliación entre los republicanos (Rodolfo Llopis, líder del PSOE y Salvador de Madariaga, ministro de la II República) y sus adversarios durante la Guerra Civil (José María Gil Robles, Joaquín Satrústegui y Dionisio Ridruejo). Madariaga pronuncio una frase famosa: “Hoy ha terminado la guerra civil”. Los que no se identificaron con Múnich, como el PCE de Santiago Carrillo o don Juan de Borbón (y desde luego el franquismo), perdieron el futuro democrático y europeísta de España. José Federico de Carvajal, el hombre de acción, no lo perdió, lo que le convirtió en uno de los protagonistas de nuestra recuperación democrática.

Juan José Laborda

Consejero de Estado-Historiador.

JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.

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