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MURIERON SUS SIETE TRIPULANTES

Se cumplen 30 años de la tragedia del transbordador Challenger

EL IMPARCIAL
jueves 28 de enero de 2016, 14:27h
Este miércoles se cumplen 30 años de la tragedia del Challenger, el transbordador espacial de la NASA que se desintegró 73 segundos después del despegue y en la que murieron sus siete tripulantes, incluida una profesora que iba a convertirse en el primer civil en viajar al espacio.
"Nunca los olvidaremos, ni la última vez que los vimos, esta mañana, mientras se preparaban para el viaje y se despidieron para deslizarse de las ataduras de la tierra a tocar el rostro de Dios". Aquel 29 de enero de 1986, el presidente Ronald Reagan tenía previsto dirigirse a los americanos para pronunciar el anual discurso del Estado de la Unión. Pero el drama el cambió los planes y en su lugar pronunció este verso, parte del poema 'High Flight' del piloto y escritor John Gillespie Magee Jr. Era su homenaje a los siete tripulantes del transbordador Challenger, que se desintegró 73 segundos después de su lanzamiento un 28 de enero de hace hoy treinta años y que se convirtieron en la pérdida humana de la mayor tragedia espacial de la historia.




Fueron muchos los americanos que vivieron en directo el siniestro del Challenger, retransmitido por algunas televisiones que se interesaron por Christa McAuliffe, miembro de la tripulación, profesora de profesión y llamada a convertirse en el primer civil que viajaba al espacio. El dramático accidente frustró la aspiración de la NASA de enviar civiles al espacio para involucrar a la sociedad en sus exploraciones, recabar apoyo para su costosa financiación y obtener puntos de vista de profesores, periodistas y otros profesionales que pudieran hacer una aportación literaria.

Aunque nunca se ha confirmado con exactitud la causa de la muerte de los siete tripulantes, se cree que al menos cuatro de ellos sobrevivieron a la destrucción de la nave en el cielo. El módulo en el que viajaba el equipo era más robusto que otras partes de la nave y resistió a la desintegración, estrellándose tres minutos después en el oceáno Atlántico. Según algunas teorías, el impacto, a más 300 kilómetros por hora, habría matado a los astronautas. Dos semanas después del accidente, el amplio dispositivo de rescate halló la cabina con los restos mortales, que no pudieron identificarse en su totalidad.



Todavía falta más de un 50 por ciento del fuselaje y los componentes del Challenger por encontrar. Algunos de los restos podrían llegar todavía a las costas arrastrados por el mar, como el 17 de diciembre de 1996, casi once años después del accidente, cuando se encontraron dos piezas grandes del transbordador en Cocoa Beach. Como curiosidad, es ilegal tener pedazos del Challenger (según el Artículo 18 del Código de los Estados Unidos, apartado 641), cualquier resto encontrado debe ser entregado a la NASA.

Las causas del accidente

La investigación que siguió al accidente del Challenger concluyó que una serie factores desencadenaron la tragedia. El principal fallo fue la rotura de una de las juntas tóricas, anillos de goma que ensamblaban las distintas partes de la nave. Según la Comisión de Investigación, la NASA ya conocía la poca resistencia de estas juntas a bajas temperaturas, pero la Agencia lo calibró como un factor de poco riesgo. El día del lanzamiento, al que se llegó después de posponerlo varias veces por fallos técnicos o condiciones meteorológicas, no se tuvo en cuenta la madrugada inusualmente fría que el Challengger había pasado a la intemperie.



Infografía: AGENCIA SINC


Tras el accidente, el programa de transbordadores de la NASA se paralizó durante 32 meses, y la Agencia tuvo que seguir una serie de recomendaciones para poder reactivarlo. Se rediseñaron los cohetes, siendo aprobados por un grupo de expertos independientes, se creó una Oficina de Garantía de Seguridad, Fiabilidad y Calidad y se frenó la frecuencia de los vuelos tripulados, entre otras medidas. Sin embargo, a pesar de que se valoraron distintas soluciones, el programa no incluyó un sistema de evacuación de seguridad para los tripulantes. En 2003, la tragedia volvió a acusar de esta carencia cuando los siete tripulantes del Columbia murieron en un accidente de características similares.

Los transbordadores de la NASA dejaron de volar en julio de 2011, y lo único que queda de ellos son ahora piezas de museo. La agencia estadounidense depende desde entonces de las naves rusas Soyuz para trasladar a sus aeronautas. Para evitar esa dependencia, la NASA está volcada en un proceso para que esos traslados se hagan en naves de compañías privadas del país. La agencia dotó con 6.800 millones de dólares a Boeing y a SpaceX en septiembre de 2014 para que concluyan sus cápsulas espaciales, con la esperanza de que puedan entrar en funcionamiento a finales del próximo año.

Día de homenaje a todos los astronautas fallecidos

El 28 de enero se ha convertido en el día en que la NASA honra a todos los astronautas fallecidos en sus misiones espaciales con una ceremonia en el cementerio nacional de Arlington (Virginia) presidida por el director de la agencia, Charles Bolden.

Entre este 26 de enero y el 1 de febrero se cumple el aniversario de otras dos tragedias espaciales, antes y después del Challenger: el 49 aniversario del incendio en el murieron los tres tripulantes del Apolo 1 y el decimotercer aniversario de la tragedia del transbordador Columbia. El 27 de enero de 1967, los tres tripulantes del Apolo 1, Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee, perecieron al producirse un incendio en el módulo de comando durante un ensayo en Cabo Cañaveral. El 1 de febrero de 2003, el transbordador Columbia se desintegró al entrar en la atmósfera con sus siete tripulantes, tras 16 días de exitosa misión (STS-107), en un accidente que volvió a conmocionar al país.
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