La nueva Duquesa de Sueca
miércoles 18 de junio de 2008, 18:06h
La decadencia tiene su particular belleza o, concédanme al menos, que puede llegar a tenerla. La poseen, sin duda, las flores secas guardadas entre las páginas de un libro o los desconchados multiformes de las fachadas castigadas por la humedad de los oscuros canales de Venecia. Son ejemplos de decadencia exterior, que ocultan con sencillez la magnificencia de un emotivo recuerdo, en el caso de la marchita flor, o del barroco esplendor del interior de los salones de los palacios venetos. Sin embargo, cuando las muestras de declive llegan del propio interior como viejas heridas que transpiran pobreza y abandono, no hay encanto posible por mucho que lo busque incluso un enamorado de los tiempos de antaño.
Es el caso de algunas calles y plazas de Madrid que aún no han recibido la visita de la rehabilitación municipal, a la que hay que reconocer su buen hacer en los últimos años, y que han ido evolucionando sin más orden que el del transcurrir de lo cotidiano. Otras veces, y es el caso del palacio de la Duquesa de Sueca en la céntrica plaza del Duque de Alba, sí que ha habido un orden o más bien una ordenanza preparada para frenar el ocaso, pero ha chocado con un elemento o “elementa” dispuesto a no poner la tarea fácil. El anunciado proyecto revolucionario consistente en transformar el señorial edificio de tres plantas y 7.200 metros cuadrados en una comunidad de un centenar de minipisos para jóvenes, lleva dos años de retrasos porque nadie contaba con que Carmen Martín se negara en rotundo a dejar la casa en la que nació hace 80 años. Y allí se ha quedado, sola, sin agua y sin luz. No baja a la calle y son sus hijos quienes, una o dos veces a la semana, le llevan lo necesario. Lo que se dice una okupa correosa.
La plaza es minúscula y, desde luego, no cuenta para nada con esa decadente belleza a la que me refería antes. Retranqueada, no se ve hasta que no se recorre con atención la estrecha calle del mismo nombre en la que, por cierto, un día estuvo el edificio que albergó la Redacción de este periódico, después de trasladarse desde sus anteriores sedes en la plaza de Matute y en la calle Mesoneros Romanos. Ahora, los rótulos de los negocios están en caracteres chinos, salvo dos vestigios del pasado que acompañan testimonialmente a la anciana rebelde, el del herbolario que proclama recetas milagrosas almacenadas en sus gastados cajones de madera y el de la sala X con programación continuada desde las once de la mañana.
El Ayuntamiento ha pedido a los hijos de Carmen que inicien un proceso de incapacitación judicial para poder desalojarla. La verdad es que menudo panorama, pero como siempre, la oposición política no puede dejar pasar una oportunidad así para meterse con el que gobierna. Para algo se llama oposición, sea del color que sea. Y a raíz de toda esta triste y sí, tremendamente decadente historia, IU ha aprovechado para acusar de desidia al Consistorio. ¿Qué les parece?
Escritora
ALICIA HUERTA es escritora, abogado y pintora
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