Gregorio Doval lleva recopilando anécdotas desde 1973. Este periodista y sociólogo de formación, pero escritor y guionista de profesión, lleva publicadas 20 recopilaciones de estos relatos breves con los que se ha topado en sus lecturas recreativas y profesionales, así como en "centenares de antologías adquiridas en países anglófonos y francófonos", cuenta Doval.
En El pequeño libro de las grandes anécdotas, el autor reúne mil relatos entre los que dedica especial atención a los atribuidos a personajes del mundo empresarial como Bill Gates o Steve Jobs. Pero, ¿por qué? "La colección en la que ha sido publicado este anecdotario está enfocada al mundo empresarial, por eso nos pareció casi obligado dedicar la mitad - 500 - de las anécdotas a ese ámbito que, además, es seguramente el de procedencia de buena parte de los potenciales lectores".
Las anécdotas empresariales son las más numerosas y sus artífices figuran entre los más prolíficos. Así, Andrew Carnegie y Henry Ford, con dieciséis, son dos de las figuras de los negocios más representadas en el libro. Pero no son las únicas en prodigarse en esta práctica.
Los Nobel de Literatura George Bernard Shaw y Winston Churchill también han dejado para la posteridad vivencias curiosas. Doval recuerda una de sus anécdotas: "Pondré por caso lo que respondió en cierta ocasión Churchill al temible Shaw cuando le envió un par de entradas para uno de sus estrenos teatrales con el hiriente mensaje: 'Para usted y un amigo…, si acaso lo tiene'. A la vuelta del correo, Churchill le respondió: 'Gracias, pero me es imposible asistir. Asistiré al reestreno… si acaso lo tiene'”.
El ingenio de Churchill es bien conocido, y responde, según el autor, a una forma de inteligencia: “La facilidad de palabra, la improvisación y el ingenio en su plasmación son tres de los rasgos que definen una buena anécdota o una buena frase memorable”.
La anécdota "puede plasmar una opinión común expresada con sutil contundencia y brillantez o bien un punto de vista novedoso de algún tema sobre que todos hemos reflexionado en algún momento". Se trata, añade, de que "muestre el lado cómico de cualquier asunto serio, o el lado serio de cualquier asunto tonto".
Filosofía en ejemplos
El libro propuesto por Doval y la editorial Alienta invita al lector a señalar en las páginas finales aquellas anécdotas que quiera recordar. El autor dice que no tiene frases de cabecera: "No estoy especialmente obsesionado con adornar continuamente mis palabras o mis actos con las fórmulas que recojo en mis libros. Creo que eso haría casi insufrible hablar conmigo".
Además de Churchill o Carnegie, se cuentan por muchas las anécdotas reunidas de Mark Twain o Einstein. "Todos ellos son personajes que se distinguían por su rápido ingenio. Por ese motivo suelen poblar cualquier anecdotario que se precie, aunque también es posible que por esa fama de personajes de lengua acerada, se les haya adjudicado más anécdotas de las que realmente protagonizaron".
Una anédota como ejemplo: "Se cuenta que eran tan proverbiales las anécdotas que se asignaban al escritor francés Tristan Bernard (1866-1947) que no era raro que se llegaran a contar incluso delante de él para amenizar cualquier reunión social. Él las solía escuchar con paciencia y no poca diversión e, incluso, alguna vez se le oyó decir: 'Tienen gracia… Algunas las desconocía'".
Más allá de la diversión y curiosidad que presupone un libro de anécdotas, Doval afirma que su obra ha intentado alcanzar tres objetivos: "Divertir al lector general, apoyar al lector profesional que en su práctica habitual debe enfrentarse con audiencias que agradezcan el ingenio y proporcionar materia de reflexión y de enseñanza, pues este anecdotario, como todos, puede ser comparado con un volumen de filosofía en ejemplos".