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La última salida de tono de Trump le puede salir muy cara

La última salida de tono de Trump le puede salir muy cara
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jueves 09 de marzo de 2017, 15:11h
El FBI y el Departamento de Justicia, tras sus últimas acusaciones. Por G.H.

Desde que fuera elegido presidente de Estados Unidos, incluso cuando ya era el candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump se ha caracterizado por lanzar acusaciones a diestro y siniestro sin aportar prueba alguna.

Sin embargo, el último de estos episodios le podría salir muy caro. El pasado lunes, Trump acusaba vía Twitter a su predecesor en el cargo, Barack Obama, de haber llevado a cabo escuchas telefónicas en su despacho y residencia de la Torre Trump de Nueva York durante la pasada campaña electoral.


El mensaje, publicado en las redes sociales mientras gozaba de una estancia en la mansión de Palm Beach, a la que el propio presidente califica la 'Casa Blanca de invierno', corrió como la pólvora entre los medios de comunicación estadounidenses, que rápidamente acudieron a los voceros oficiales de Trump para obtener pruebas de tan gravísimas acusaciones, que podrían desembocar en una investigación por delito federal contra el expresidente.

Sin embargo, ni su portavoz oficial, Sarah Huckabee, ni su jefa de campaña y creadora de la teoría de los "hechos alternativos", Kellyann Conway, pudieron aportar pruebas. Es más, ambas salieron por la tangente al ser preguntadas y mientras la primera decía no poder hablar por boca del presidente, a pesar del cargo que ostenta, la segunda sostenía que Trump cuenta con información que nadie más tiene y que él sabrá por que lanzaba semejante acusación.

Por su parte, el director del FBI, James Comey, en el cargo por designación presidencial, solicitó sin éxito durante el fin de semana al Departamento de Justicia que desmintiera públicamente las acusaciones del actual mandatario sobre el tema.

A Trump, acostumbrado en los últimos meses a lanzar la piedra y esconder la mano, solapar un escándalo con uno aún mayor, puede salirle muy cara su última salida de tono. Tanto el FBI como el Departamento de Justicia estudian abrir una investigación oficial sobre el caso. En el supuesto de que no se confirmaran las acusaciones, desmentidas tajantemente por el equipo de Obama, Trump podría haber incurrido en un grave delito federal, al haber acusado falsamente a su antecesor, lo que podría acarrear un procedimiento judial de tipo penal.

En este sentido, parece ser que tanto el presidente como la Casa Blanca se encuentran tranquilos y sin temor a una investigación. "Quiero dejar una cosa realmente clara: no hay ninguna razón por la que deberíamos pensar que el presidente es objetivo de ninguna investigación de ningún tipo", subrayó el controvertido Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca.

La ley estadounidense no permite a los presidentes de Estados Unidos ordenar directamente escuchas telefónicas u otro tipo de vigilancia, sino que solo puede solicitar ese tipo de medidas a un tribunal, que debe proporcionar una justificación para ello.

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