Filosofías del nacionalismo
Jordi Canal
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jcanalelimparciales/7/1/7/19
lunes 30 de junio de 2008, 21:56h
Uno de los efectos más perversos del intenso proceso de renacionalización al que ha sido sometida la sociedad catalana -gracias a medios dispares como el bombardeo televisivo, la “normalización” lingüística o el reclamo funcionarial- es la aceptación como evidentes de cosas que distan mucho de serlo. Se trata de afirmaciones convertidas en presuposiciones o prejuicios, esto es, anteriores y al margen de todo razonamiento. Frases como la culpa es de Madrid, la política catalana es diferente, Cataluña es más moderna (o más europea), trabajamos para mantener a otras regiones o, entre otras, no se reconocen los derechos nacionales de Cataluña, no se pronuncian para ser comentadas o discutidas, sino como letanía reafirmante. Asegurar que no resultan ni evidentes ni indiscutibles supone arriesgarse a una mirada displicente, en el mejor de los casos, y a una acusación de tener auto-odio en otra peor.
Permítanme ilustrar mi reflexión con un ejemplo reciente. La decisión de la Generalitat de obligar a los profesores universitarios a poseer el nivel C de catalán y las oposiciones a esta medida han generado indignaciones varias. No me interesa ahora entrar en la polémica. Sí, en cambio, traer a colación alguno de los argumentos utilizados. Sostiene en El Periódico el filósofo nacionalista Josep Maria Terricabras que resulta increíble toda crítica a que se obligue a un profesor a dominar el catalán en Cataluña, ya que nadie duda que, en Alemania, en Francia, en Italia o, incluso, en Madrid, un profesor debe “hablar el idioma del país”. La falacia de la comparación no puede escapársele a nadie. Ni el catalán es el único idioma de Cataluña -también lo es el castellano-, ni Cataluña es comparable con estados como Italia, Francia o Alemania. Las situaciones son distintas. No vale hacer trampas.
El mayor problema es que decir estas cosas le parece normal a mucha gente. Lo discutible se ha convertido en indiscutido. El nacionalismo apela a lo irracional y a la fe. Yo, lo siento, no estoy dispuesto a creer en esta religión. Prefiero pensar y dudar.
Historiador
JORDI CANAL es doctor en Historia y profesor en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París
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