En poco tiempo, estas máquinas comenzarán a producir máscaras que protegerán las células sanas de los efectos de la radioterapia.
Ya no es la "tecnología del futuro" es la del presente. A medida que el desarrollo de la impresión 3D progresa, los investigadores van encontrando nuevas y alucinantes aplicaciones que hace apenas unos años parecían impensables. Desde piscinas que se limpian solas, a puentes, pasando por ropa interior, metales e incluso comida. Todo parece susceptible de ser moldeado en tres dimensiones.
La medicina es, por su propia naturaleza, una ciencia, en constante evolución, que se nutre de cualquier avance científico o técnico para proponer nuevas soluciones a viejos problemas, como el cáncer de piel. Ahora la impresión 3D ha llegado también a los hospitales.
Para tratar un cáncer de piel suelen utilizarse dos tipos de tratamiento alternativos: cirugía o radioterapia. Una de las técnicas radioterapéuticas más frecuentes es la braquioterapia, que consiste en colocar material radioactivo directamente sobre la piel. Sin embargo, este material no distingue células 'buenas' de células 'malas', por lo que resulta imprescindible proteger las zona sanas para que no resulte dañada.
Hasta ahora, los oncólogos venían utilizando una sustancia llamada alginato (que se elabora a partir de algas pardas y tiene propiedades gelificantes) para cumplir esta función. Pero se trataba de un proceso lento, pues era necesario tomar un molde de la parte del paciente que iba a protegerse (rostro, brazos, piernas, torso...). Para que el alginato fraguase debían transcurrir al menos 24 horas, por lo que, además de lento y laborioso, resultaba “ciertamente muy incómodo”, como indica Meritxell Arenas, doctora del Hospital Sant Joan de Reus. Posteriormente, el alginato se cubría con varias capas de cera y se dejaba asentar.

Desde este miércoles, eso parece ser historia. Varios investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV), del Hospital Sant Joan de Reus (Tarragona) y del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV) han ideado una nueva forma de contruir ese escudo protector de forma ágil y cómoda, gracias a la impresión 3D.
Mediante esta nueva técnica, basta con realizar un escáner de pocos segundos de duración en el área corporal afectada. Acto seguido se introducen los datos en la impresora 3D y se espera a que la máquina haga su trabajo, mientras el paciente realiza sus actividades cotidianas con total normalidad.
En concreto, los científicos se han centrado en la zona nasal porque es la más irregular, aunque los resultados son aplicables a cualquier otra parte del cuerpo. Con la ayuda del escáner y la impresora 3D, los médicos podrán disponer de una pieza personalizada que permitirá proteger la piel sana que rodea el tumor que debe recibir radiación.

Gracias a este nuevo método mecánico, la radioterapia no sólo ganará en precisión sino que también verá sustancialmente reducidos sus costes (supone un ahorro del 50 por ciento), pues no será necesaria la tomografía, ni la cera, que es más cara que el material de la impresora.
Hasta este momento, las pruebas se han realizado con un polímero llamado PLA, el más habitual en estos aparatos, aunque los radiofísicos ya trabajan para determinar cuál es el más util. El último paso antes de que las impresoras 3D comiencen a trabajar.