Preparations are done! ✔️ PyeongChang Olympic Stadium is ready for the #PyeongChang2018 Olympic Winter Games Opening Ceremony! 🔜
— PyeongChang 2018 (@pyeongchang2018) 9 de febrero de 2018
Now it's time for you to get ready for the greatest show on Earth! 2018 평창 동계올림픽의 화려한 개회식🎇 준비는 끝났습니다. pic.twitter.com/8qpLq1lvdr
Este viernes se ha vivido una jornada que pasará a los anales de la peninsula de Corea como la oficialización de un punto de inflexión en la relación entre los enemigos íntimos trazado a partir de los valores deportivos. La inauguración de los Juegos de invierno de PyeongChang provocaron que Seúl y Pyongyang desfilaran juntas, bajo una misma bandera y con autoridades norcoreanas en la tribuna -hecho absolutamente exótico-. A pesar de seguir técnicamente en guerra desde 1945, este gesto generó una emotiva ovación de los 35.000 espectadores que abarrotaron el estado olímpico.
La enseña mostró la península coreana en color azul sobre un fondo blanco. Y la encargada de liderar a la delegación conjunta fue la norcoreana de hockey hielo Hwang Chung-gum. Lo hizo con la compañía del piloto surcoreano de bobsleigh Won Yun-jong. Tras ellos pasearían más de 100 deportistas de ambas naciones. Evidenciando un entusiasmo coral quese fusionó con el paroxismo vivido en el graderío. Bajo los acordes del ancestral tema coreano "Arirang", que está considerado como el himno no oficial de los dos territorios, se celebraría ese histórico momento.
Desde el palco asistieron a esa catarsis colectiva promocionada por el olimpismo Kim Yo-jong, la hermana del jefe del régimen norcoreano Kim Jong-un, y el presidente honorífico de Corea del Norte, Kim Yong-nam. Yo-jong se convirtió, asimismo, en el primer miembro de la dinastía autoritaria de Pyongyang, Kim, en viajar a Corea del Sur. Una de las primeras plusmarcas de la cita, aunque sea extradeportiva. Y es que es raro que representantes de tan alto rango del hermético régimen acudan a un evento internacional.
Historical moment as Korean athletes unite as one as they march into #PyeongChang2018
— PyeongChang 2018 (@pyeongchang2018) 9 de febrero de 2018
우리 선수들이 #2018평창 동계올림픽 개회식 선수 입장의 마지막을 장식했습니다. 감격적인 순간입니다!#OlympicTruce #Peace4me #평화올림픽 pic.twitter.com/p1G8tbf4W6
A su lado permanecerían durante la ceremonia inaugural Mike Pence, vicepresidente de EEUU, Shinzo Abe, primer ministro de Japón, y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in. Los dos primeros mandatarios mencionados representarían la nota discordante en esta teatralización del deshielo, pues ambos dejaron claro antes del evento que apuestan por mantener o incrementar las sanciones a Pyongyang por las amenazas armamentísticas que se han disparado en 2017. De hecho, mientras el estadio olímpico de PyeongChang vibraba, Kim Jong-un volvía a mostrar poderío con un desfile militar en su tierra.
El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, reprodujo lo dicho al final de las negociaciones fructíferas que han desembocado en este defile conjunto y en al participación mixta de norcoreanos y surcoreanos en algunas disciplinas. Bach se mostró orgulloso del "poderoso mensaje de paz lanzado a todo el mundo". "Todos los deportistas, los espectadores en el estadio y los que nos siguen por televisión, todos nos hemos emocionado y os apoyamos en este mensaje de paz. Unidos en nuestra diversidad somos más fuertes", recalcó.
Por último, la delegación española desfiló con Lucas Eguibar como abanderado. Lo hizo en el ligar trigésimo octavo de los 92 participantes, después de que Grecia, como es tradición, abriera la escena por ser cuna de los JJ.OO. Y Rusia volvió a aparecer bajo la bandera olímpica tras la sanción que le impuso el COI. Finalmente, el pebetero fue encendido por la patinadora surcoreana Kim Yu-na, contemplada como un icono deportivo y casi cultural en el país anfitrión.