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Cuando falta lo indispensable

miércoles 16 de julio de 2008, 22:01h
Desde que el libro de Daniel Goleman acuñó con éxito, de ventas sobre todo, el término inteligencia emocional, cada vez se usa menos el de sentido común. La verdad es que este último resulta un poco vago, aunque todos sabemos muy bien lo que significa tenerlo o, mejor aún, dar con alguien que lo tenga y encima lo use.

Para cualquier profesión y no digamos para andar por la vida sin descalabrarse más de lo necesario, el sentido común es un arma que no tiene precio. Es capaz de salvarte de meteduras de pata antológicas que pueden dejarte cubierto de inmundicia en un segundo. Si, además, la proyección del que sufre un lapsus del mismo es pública, es decir política, el revolcón podría ser de los que llegan en forma de carta de dimisión. Pero aquí no, claro. Ni siquiera cuando afectan a la diplomacia internacional que es, sin duda, la más vulnerable en cuanto a lo que a frases desafortunadas se refiere.

No sé si las declaraciones de Joan Boada, nada menos que el número dos de la Consejería de Interior del Gobierno catalán, fueron en sentido estricto un monumental fallo de su sentido común o si, más bien, quería decir lo que dijo, aunque luego no tuviera más remedio que callarse y dejar que su número uno se disculpara ante la protesta formal de la Farnesina. Y es que con Italia llueve sobre mojado. Hace unas semanas la vicepresidenta española hablaba de racismo para comentar las medidas legales sobre inmigración del país transalpino y tan sólo hace unos días que Zapatero “bromeaba” diciendo que España está mejor que Italia.

Y la última ocasión, para mayor vergüenza, encima se ha producido con motivo de un lamentable hecho en el que una joven turista italiana ha perdido la vida en nuestro país a manos de un camarero uruguayo. Es cierto que el abogado de la familia de Federica Squarise, que además es su primo, hizo duras declaraciones en contra de la investigación que llevaban a cabo los Mossos d’Esquadra, poniendo en duda su eficacia, pero si lo que quería hacer el señor Boada era salir en su defensa, como ha argumentado después, flaco favor les ha hecho. A ellos y de paso a todos los demás españoles.

Como es lógico, los medios de prensa italianos recogieron las declaraciones del abogado y a Boada sólo se le ocurrió salir al paso de las mismas declarando, a su vez, que la prensa que es o depende de Berlusconi necesitaba de historias truculentas para despistar a su población. Pues no, señor Boada, la población italiana no se despista. La de aquí tampoco. Y a nadie le ha pasado inadvertida su falta de inteligencia emocional o de cualquier otra clase.

Alicia Huerta

Escritora

ALICIA HUERTA es escritora, abogado y pintora

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