Quizá lo que produce el mayor terror no proviene de elementos externos ni sobrenaturales sino de lo irracional, lo turbio, que habita firmemente en el interior del hombre. Por eso, según advirtió el surrealismo en célebre apreciación, “es peligroso asomarse al interior”. La literatura, el arte, la actividad creadora en general, es un ámbito privilegiado para ello, para sumergirnos en lo más oscuro que anida en los otros, y también, puede que aún esto sea más perturbador en nosotros mismos, en lo que provoca miedo, pero también fascinación. La escritora y profesora -imparte cursos de escritura creativa en la prestigiosa Universidad de Princeton-, Joyce Carol Oates (Nueva York, 1938) -de quien hace poco se publicó en nuestro país su última novela, Un libro de mártires americanos, que se suma a muchas otras como La hija del sepulturero, Hermana mía, mi amor, o Carthage, es una maestra en ese buceo en los más negros pasadizos de la mente humana. Lo ha hecho a lo largo de su copiosa obra –es una muy prolífica autora-, en su producción novelística y también en sus cuentos, donde quizá ha desarrollado más esta línea que podríamos denominar “gótica”, y en los la exigencia de lo breve facilita sin duda una enorme intensidad.
El pasado año, Alba publicó El señor de las muñecas y otros cuentos de terror, y en Gatopardo apareció Dame tu corazón. Ahora la misma Gatopardo Ediciones nos propone Desmembrado, y otras historias de misterio y suspense. El volumen -no pasen por alto su muy sugerente portada de un bosque envuelto en la niebla, adelanto de esas nieblas del alma que vamos a encontrarnos-, recopila siete relatos, aparecidos en diferentes revistas norteamericanas (la proliferación de revistas que acogen muestras de este género no es ajena a su gran pujanza en las letras de Estados Unidos). Los protagonizan mujeres, niñas y adultas, que vivirán situaciones extrañas y serán victimas o verdugos de la violencia. Una violencia que en muchos casos se va gestando poco a poco, de manera tan soterrada como amenazante, y Oates sabe a la perfección crear ese clima en el que va en crescendo, y de pronto estalla incontenible.
El libro se abre con el cuento “Desmembrado”, que le da título, y es el más largo de los incluidos. En él, Jill, una avispada niña de once años, recuerda en primera persona su relación con Rowan Billiet, medio primo de su madre, que conduce un llamativo Chevrolet azul celeste. A Jill le gusta ir en ese coche, pues no sabe quién es, bajo su atractiva apariencia, realmente su conductor y lo que es capaz de hacer. A continuación, viene “El pasadizo”, donde una viuda vuelve obsesivamente a merodear por la casa en la que vivió con su marido fallecido. Un día, los nuevos propietarios la invitan a pasar, sobre todo para que vea y recoja unas cajas acumuladas en una suerte de túnel. Mejor habría sido que esa invitación nunca se hubiera producido. “Desengaño”, el tercer relato, es uno de los más logrados, y casi una nouvelle, con una exploración de los mecanismos del odio que puede irse apoderando de una personalidad “inocente”, en este caso la adolescente Seff, que alimenta una gran rivalidad con su hermana, Caitlin. En el siguiente, “La chica ahogada”, una estudiante universitaria se obceca con lo que pudo sucederle a la joven Miri Krim, cuyo cadáver apareció en un depósito de agua. ¿Asesinato?, ¿suicidio?
Por otro lado, en “Situaciones”, se nos presentan tres breves historias, casi tres escenas, unidas por la presencia de gatos, y en “La garza azulada”, también será un animal el que tenga protagonismo, en un relato donde una reciente viuda resulta acosada por su cuñado, que quiere manejar a su antojo la herencia de su hermano muerto. El último, “¡Bienvenidos al vuelo entre amigos!”, es una negra sátira sobre las normas de seguridad que antes del despegue se explican en los aviones.
Terror psicológico, turbulencias de la mente, directa o soterrada crueldad… Desmembrado es una excelente ocasión para seguir disfrutando de una Joyce Carol Joyce “gótica” en estado puro. Atrévanse con el disfrute del escalofrío.
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