Para ser un buen lector hay que tener nociones avanzadas de buceo pues, en muchos casos, se va a necesitar mucha destreza para llegar hasta el fondo de una historia, para comprender el sentido verdadero que ha deseado transmitir el autor.
Y este es, sin lugar a dudas, el requerimiento para leer Jules, una pequeña colección de seis relatos firmados por Henri-Pierre Roché (París, 1879 – 1959), que publica ahora la editorial Errata Naturae.
Seis textos (publicados a lo largo de 1904, excepto el último, “Un pastor”) como seis inmersiones profundas en un mundo bohemio, de personajes enigmáticos y atractivos, excéntricos en muchos casos, rodeados de un ambiente que atrapa sin remedio al lector.
El autor de las novelas Jules y Jim (1953) y Dos inglesas y el amor (1956), ambas llevadas al cine por François Truffaut -que Roché no llegó a ver-, despliega un universo propio en estos brevísimos relatos (apenas uno o dos exceden la docena de páginas) que tienen mucho que ver con el entorno que en vida influyó en él.
Como coleccionista de arte y marchante, además de periodista, se relacionó con personas de la talla de Max Jacob, Picasso, Gertrude Stein, Apollinaire, Duchamp, Brancusi, Satie o Cocteau, entre muchos otros. Pero, quizá, quien más peso tuvo en su vida y su obra fue Franz Hessel, alter ego del Jules literario, y con la mujer de este, junto a la que formaron el triángulo amoroso que se refleja en la película Jules y Jim. Precisamente, el relato “Jules” es el que abre este volumen y del que se toma el título, elección acertada desde el punto de vista comercial, así como el hecho de utilizar como portada un fotograma del actor Oskar Werner interpretando al protagonista del ya nombrado film de Truffaut.
Valgan como ejemplos: “Un coleccionista” donde Roché sumerge al lector en el mundo inquietante del fetichismo; “El señor Arisse” se encuentra entre la modernidad de los avances científicos de la época y la ancestral costumbre del voyeur; “Un pastor” convierte algo tan rural como cuidar un rebaño en un rito de magia satánica… Temas muy diversos y, sin embargo, se tiene la sensación de que se está moviendo continuamente entre los más universales como el amor, el deseo o la misma muerte.
Escafandra y una buena botella de aire comprimido se precisará para llegar hasta lo más oculto de cada uno de ellos. Una inmersión más que fascinante.