Los canadienses amortizaron la nueva lesión de Klay Thompson para hacer historia. Los californianos dieron la cara pero no fue suficiente.
Toronto vivió este viernes la culminación de un sueño. Los Raptors se proclamaron campeones de la NBA por vez primera -nunca antes se había dado un ganador de fuera de los Estados Unidos-, para alborozo de todo un país que no había paladeado la élite del baloncesto antes del advenimiento de Vince Carter. Derrotaron a los Warriors en el sexto partido, sellando un 4-2 que sintetizó con precisión la diferencia entre ambos equipos. En variedad ofensiva, despliegue defensivo, fondo de armario e intensidad. Si bien la diferencia, la más importante de todas, residió en la salud. Los californianos no pudieron competir en plenitud y acabaron sollozando, con más orgullo que otra cosa. Y es que al infortunio clave de Kevin Durant se uniría otra lesión venenosa de Klay Thompson.
Asimismo, la representación española jugaría un papel trascendental. Marc Gasol fue el ajuste que puso la guinda al proyecto de los canadienses en las series. Al reclutar al pívot catalán se aseguraron a un hombre alto inteligente, con lectura astuta en ambos aros y con la experiencia y el aplomo para sellar la pintura. El de Sant Boi, con al anillo alcanzado, elevó a su apellido y a España a la cima, pues la liga estadounidense no había visto a dos hermanos cosechar un anillo jamás. Su influencia no renació en este último partido pero le tomó el relevo estelar Serge Ibaka. El hispano-congoleño se iría hasta los 15 puntos y 3 rebotes.
Y, por supuesto, en la cumbre del desarrollo coral y ardoroso que ha coronado a Nick Nurse, como uno de los entrenadores del año, emergería de nuevo Kawhi Leonard. El ex de los Spurs coleccionaría su segundo MVP de las Finales por el cauce de asumir el papel de gobernador del cruce ante los Warriors. Con registros de índole legendaria a lo largo y ancho de los playoffs, mantuvo ante los defensores del título su producción industrial y absolutamente rebosante de regularidad, para desestabilizar del todo al muy erosionado dibujo dirigido por Steve Kerr. Kawhi se salió desde el rol de martillo pilón, siempre presente, y demostró al planeta que es ya un abrumador jugador de baloncesto. Referencial. Zanjó su rendimiento con estos números: 22 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias. Dando un estacazo sobre la mesa, legitimando su poder tras la grave lesión y gritando un contrato astronómico, pues será agente libre en este mercado estival.
En lo concerniente al sexto enfrentamiento, el postrero, Kyle Lowry y sus compañeros trataron de dar un golpe psicológico tempranero. El base amontonó en el primer cuarto un total de 15 puntos, con un 4 de 4 en lanzamientos desde el triple. El acierto de su delegación desde esa suerte mantuvo brechas de dobles dígitos en el marcador con celeridad, constriñendo a la franquicia de San Francisco a luchar, simplemente, por sobrevivir. Y lo hicieron gracias a la hiperactividad de un Draymond Green que acumuló cinco asistencias y siete rebotes en ese tramo. Además, sorprendió el cuerpo técnico local aplicando una zona defensiva que alcanzó a zanjar el brete en un intenso 32-33.
Pero los visitantes ni iban a venirse abajo. Pascal Siakam había asomado con una efectividad triplista desconocida en estos playoffs y él y Fred Van Vleet mantuvieron a los suyos en franquía desde la larga distancia. Sólo Klay Thompson aparentaba gozar de fluidez en un ejercicio de sudor y tempo disparatados. DeMarcus Cousins -mejorado en ataque- y Kevon Looney -recuoerado de sus molestias- sufrían en la defensa de la punzante circulación canadiense, afilada gracias a la amenaza exterior encontrada en Siakam y Lowry. Pero la velocidad de distribución de Green nutrió de convicción a los californianos. Al tiempo que Steph Curry entraba en calor.
Le costaba ejercer de factor a un Marc Gasol que venía de rubricar 17 puntos y 8 rebotes -extraordinario en el primer acto- en el quinto partido. La energía y concentración de Golden State en el achique se erigió en su mejor herramienta, neutralizando a Leonard y forzando a Nurse a recurrir a su quinteto titular, limitando el descanso de sus miembros destacados. Y se equilibraría la relación de fuerzas y la posibilidad de escapada se redujo por completo. La trama marcaba un desarrollo tenso, físico y apretado. Y en ese pentagrama, de rotaciones mínimas y exigencia multiplicada con respecto a la eficacia en el tiro, Iguodala (11 puntos) y Serge Ibaka (10 puntos) se harían un hueco desde la pintura. Con el descanso decretado con triunfo parcial de la personalidad del campeón del Este (57-60).
En cambio, se fueron con un sabor agridulce los norteños, pues vencían por muy poca renta si se atisbaba su magnífico 9 de 18 en triples, los 21 puntos de un Lowry estelar, las 10 pérdidas rivales y su victoria en número de asistencias (14-15). Las buenas noticias para el épico intento de empatar las series que pretendían los de Oakland residían en el paso al frente dado por Iguodala, Cousins y Looney, en apoyo de un Klay Thompson que llegó a los 18 puntos antes de entrar en los camarines. Curry (9 puntos) y Leonard (9 puntos) parecían guardarse para decidir en la recta final. Los rebotes y la ortodoxia de su juego combinativo sacaban a flote a los campeones, que yacían contra las cuerdas pero con gallardía y amor propio.
Si Toronto ajustaba y aumentaba su producción defensiva bien podrían congelar a la tribuna de nuevo. Como en los primeros compases. Y habían sufrido en el poste. Refrendada su consistencia, llegaba el momento de reivindicarse contra el miedo al éxito. No en vano, no dejaban de necesitar los Warriors a las mejores versiones de los 'Splash Brothers' y de Green para maquillar la baja de Kevin Durant y aspirar a forzar el séptimo capítulo, hito sólo visto tres veces en toda la historia de la liga estadounidense partiendo de un 3-1. Y el tercer cuarto no bajaría las revoluciones ni modificaría la dinámica. Si bien Curry se metió más en el devenir -seis puntos en un suspiro- pero rápido cometió tres faltas. Y Leonard, por su parte, susurró una entrada en ignición con un triple y un dos más uno (66-72).
El duelo entre estos dos astros se detonaría sin explotar, siempre pivotando en el guión colectivo de cada trinchera. Iguodala asumió, por ende, más protagonismo atacante, sembrando más personales para Lowry y condicionando el plan del escuadrón oponente. Mas los canadienses viajaban ya con cinco peones en dobles dígitos, con Siakam sobresaliendo otra vez (26 puntos y 10 rebotes). La paciencia, dentro de la urgencia global, permitió a los locales ponerse por delante al fin, con un triple de Klay Thompson y un gancho de un 'Iggy' protagónico como el máximo anotador de su conjunto en ese punto del tiempo (78-76, minuto 32). Y Kawhi -cargado con cuatro faltas- era el sostén del anhelo visitante, mas Klay le ganaba la partida.
Ibakaentraría como solución a la transparencia de Marc Gasol (3 puntos, 9 rebotes y 4 asistencias) y el enésimo cataclismo sobrevino: Thompson se lesionó en la rodilla izquierda al caer en el intento de un mate. El drama excedía ya a lo imaginable. El triplista, que era el foco de su equipo, se iba a vestuarios maltrecho. Volvería para tirar los tiros libres consiguientes a la falta que le sacaría de las Finales (85-80). Curry, que se sentó en la pista para ver toda la escena, impotente para creer tanta atracción hacia la mala suerte, debía hacer cima en los mejores registros de su carrera para sacar a los californianos de otro hoyo. E Iguodala le echaría una mano para que Golden State llegara a la orilla del final del periodo con dos puntos de ventaja (88-86).
En el último cuarto se empezaría a competir desde el colmo de las desgracias y de los desafíos para los locales. Klay no regresó (30 puntos y 5 rebotes) y Jerebko tuvo que saltar al parqué. Apostaron todo a un Cousins (12 puntos, 5 rebotes y 2 asistencias) lento y a lo que pudiera aportar Quinn Cook (2 puntos, muy mal desde el triple). Ese era el paisaje que le quedó a los ganadores de tres anillos en cuatro años. Y dos triples de Van Vleet (22 puntos) se clavarían como puñales en un sistema dirigido por Kerr que se la jugaba a defender y a volver a arrancar oxígeno de donde fuera. En el comienzo del fin del proyecto de San Francisco que quiso ser dinástico.
Con Green (11 puntos, 19 rebotes y 13 asistencias) como motor incansable y Curry (21 puntos y 7 asistencias) en shock -al tiempo que Thompson se iba del pabellón en muletas-, el campeonato se decidiría en los cinco minutos postreros. Un lapso que vio germinar un parcial de 11-15 en el que el base reserva visitante reclamó la atención a base de tripes trascendentales (12 puntos en el último cuarto) y los locales murieron de pie. Provocaron una pérdida y dispusieron de un tiro para ganar, que marró Curry. Leonard daría carpetazo desde los tiros libres (110-114) para regalar a Toronto y a España una gesta dramática en la memoria de la NBA y del baloncesto mundial. Oakland se despidió sin poder celebrar una victoria de su equipo en sus tres duelos finales, pero con la dignidad defendida.