Comprender la inmigración
sábado 09 de agosto de 2008, 19:51h
La primera vez que llegué a España en 1974 para trabajar yo era uno de los aproximadamente 150.000 extranjeros que había en el país. Hoy, soy uno de los más de 5 millones. Pocos países, tal vez ninguno, han experimentado un cambio tan profundo, el grueso de cual ha ocurrido desde el año 2000 (cuando había 0,9 millones de inmigrantes). En enero de 2008 los extranjeros representamos el 11,3 por ciento de la población (0,2 por ciento en 1974), según el Instituto Nacional de Estadística, cifra basada en el número de residentes empadronados. Han llegado tantos extranjeros a España, país de emigrantes hace solo unos 25 años, que el aumento de la población española entre 1995 y 2007 supuso más del 28 por ciento del aumento total de la población de la Unión Europea.
La migración, explica Guillermo de la Dehesa en su nuevo libro -Comprender la Inmigración (Alianza Editorial)- es una de las tres formas por las que el trabajo se globaliza, y es la más directa, ya que es el mismo trabajador el que se mueve. Las otras dos son indirectas, bien a través del comercio internacional o a través de los movimientos de capital. El libro, como en sus anteriores estudios sobre globalización, cumple sobradamente con su propósito de ofrecer al lector no experto una explicación sencilla de todos los aspectos de los movimientos migratorios. La visión ofrecida es global: solo dos de sus trece capítulos están dedicados a España y el resto a otros países y a explicar teorías, debates científicos, datos, ventajas e inconvenientes y hasta el creciente peso de matrimonios mixtos, que son bien vistos por la población masculina: según las encuestas los machos ibéricos (una especie que no esta en extinción) en muchos casos prefieren casarse con las mujeres de América Latina porque “suelen ser más serviles y menos mandonas que las españolas!” Uno de cada cinco bebés nacidos en 2007 tenía una madre extranjera.
Hasta ahora la aportación de los inmigrantes (en sentido estricto solo personas que no proceden de la UE son “inmigrantes” porque los europeos tenemos libertad de movimiento dentro de la UE) ha sido positiva en España. A pesar de su gran número, el desempleo de los nativos no ha aumentado. El nivel ha ido reduciéndose paulatinamente (desde el 12,5 por ciento en 1999 al 8,3 por ciento en 2007) pero este año empezó a aumentar (los inmigrantes están muy concentrados en la construcción). La tasa de desempleo de los inmigrantes es mayor que la de los nativos. Y como explica muy bien de la Dehesa, el PIB per habitante no necesariamente caerá si la población crece a mayor tasa que el PIB. La gran mayoría de los inmigrantes en España -casi todos salvo los jubilados de Europa- están en edad de trabajar (mas de la mitad están entre los 21 y los 40 años), y un aumento de este segmento de la población, como había tenido España, tiende a incrementar el PIB por habitante. De hecho, el PIB por habitante en España hoy es más alto que el de Italia cuya población ha crecido a un ritmo muy por debajo de la española.
Otro aspecto importante es el impacto de la inmigración sobre las finanzas públicas. Su aportación neta ha sido positiva (la diferencia entre lo que aportan en impuestos al estado y sus gastos) y sería, según algunos cálculos, hasta alrededor del 2030.
La aportación a la creación de nuevos hogares y, por lo tanto, al sostenimiento de la demanda de vivienda en España, es también muy positiva. No solo trabajan muchos inmigrantes en el sector de la construcción, aunque su número esta bajando rápidamente, sino que además ellos mismos necesitan casas (modestas). Dos de cada tres extranjeros provenientes de la UE, Norteamérica o Japón residen en una vivienda de su propiedad, frente a uno de cada cuatro hogares de inmigrantes procedentes de Latinoamérica y África.
¿Cuáles tienen que ser las políticas de inmigración en España para los próximos años? Algo ya esta cambiando. Con la economía en declive, el Gobierno con su Plan de Ayuda al Retorno Voluntario quiere permitir que los desempleados extranjeros, no comunitarios, y de países con los que España tiene convenios en materia de Seguridad Social, puedan regresar a su país de origen y cobrar su prestación de paro de forma anticipada. Se estima, sin embargo, que pocos van a acogerse al plan. El Gobierno también quiere endurecer el reagrupamiento familiar. En Cataluña, la Generalitat va a empezar en septiembre a mandar a colegios especiales a los hijos de inmigrantes (básicamente de África y algunos países de Europa del Este) con problemas de aprendizaje, antes de integrarlos en colegios “normales”. No es mala idea, siempre y cuando estos colegios no se conviertan en guetos.
Ha llegado la hora de prestar mayor atención a la inmigración cualificada. Quién sabe cuántos inmigrantes poco cualificados necesitará España en el futuro. Pero no hay duda de que hace falta más capital humano cualificado sin el cual el reto de crear una economía basada más en el conocimiento y menos en el ladrillo y mortero quedará en un sueño. En España aún existen fuertes barreras administrativas a la entrada de extranjeros muy cualificados, no sólo en la validación de sus títulos académicos sino en general, de ahí que España sea el país de la UE en donde el porcentaje de docentes e investigadores extranjeros en las universidades y centros de investigación es más bajo, y la endogamia universitaria la más alta. A ver si las nuevas circunstancias cambian esta situación absurda.
Escritor
WILLIAM CHISLETT es escritor y colaborador del Real Instituto Elcano
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