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EDITORIAL

Decepcionante Cumbre del Clima

domingo 15 de diciembre de 2019, 13:32h

La Cumbre del Clima de Madrid (COP25) se ha saldado con un acuerdo de mínimos que no parece contentar a nadie. Mientras algunas naciones, lideradas por la Unión Europea, han apostado desde el principio por aumentar la ambición de sus aspiraciones para combatir la emergencia climática, comprometiéndose, por ejemplo, a alcanzar la neutralidad del carbono para 2050; otras, las más contaminantes, siguen sin dar su brazo a torcer. Países como China, Estados Unidos, Rusia o India (que suman más del 56 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono) continúan mostrándose reacios a abordar la urgente transformación ecológica, en pos de sus propios intereses nacionales.

La ministra chilena, Carolina Schmidt, que ha ejercido como presidenta de esta COP25, no ha estado a la altura. Tal y como han denunciado algunos de los países participantes y organizaciones no gubernamentales, Schimdt ha estado más pendiente de los países contaminantes que de los contaminados. Y la mejor prueba de ello es el propio texto final resultante de las maratonianas negociaciones que se han prolongado durante todo el fin de semana. Esta tibieza en la presidencia de la cumbre se ha dejado ver también en la delegación coanfitriona del evento. Si bien ha estado impecable en cuanto a lo logístico y lo organizativo, se ha echado en falta un mayor protagonismo del Gobierno de España, quizás más pendiente de negociar con el separatismo catalán la investidura de Pedro Sánchez que de empujar a otros países hacia la descarbonización.

En el pacto que se ha suscrito este domingo, las 197 naciones del planeta se comprometen, sin más explicaciones, a acelerar el ritmo de reducción de sus emisiones en 2020. El carácter ambiguo y genérico de esta declaración, que no recoge objetivos concretos, hace temer que esta Cumbre del Clima se haya quedado, como tantas otras, en una mera formalidad, en una estéril reunión de actores internacionales carente de trascendencia. El texto aprobado ni siquiera insta a las partes a cumplir con el objetivo del 1,5 ºC, sino que tan solo les reclama "abordar la brecha" existente entre los planes presentados hasta ahora y el objetivo de que la temperatura global no supere ese grado y medio, como recogía el Acuerdo de París. Un reconocimiento tácito de su fracaso.

La regulación de los mercados de carbono, el principal mecanismo para llevar a cabo la financiación de la transición energética, ha fracasado por enésima vez y no hay atisbos de resolución en un futuro cercano. La única nota positiva del evento ha sido, tal vez, el acuerdo para que el Fondo Verde del Clima sufrague los daños ocasionados por los fenómenos climáticos extremos, que sufren los países más vulnerables.

La primera Cumbre del Clima se celebró en Berlín en el año 1995. En esta reunión inaugural, cuyos resultados se plasmarían dos años después en la firma del Protocolo de Kioto, las partes se comprometieron a reducir sus emisiones antes del año 2000. 25 años después, esa promesa ha caído en saco roto. La contaminación no solo no ha disminuido, sino que continúa creciendo año a año, al igual que la temperatura del planeta. "Es tiempo de actuar", rezaba el lema de esta COP25. Pero hoy las palabras siguen sin traducirse en hechos.

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