“Cierra bien la puerta, hermano; / será larga la noche”. Estos versos del poemario Punto cero, de José Ángel Valente, dan título y encabezan la nueva novela de Santiago Gamboa (Bogotá, 1965), con la que el escritor y periodista colombiano vuelve al thriller, camino transitado en su exitosa Perder es cuestión de método, llevada al cine por Sergio Cabrera.
Para Gamboa -muy alejado del realismo mágico de su más famoso compatriota, el Bobel Gabriel García Márquez-, la novela negra, según él mismo ha declarado, es la mejor manera de afrontar la compleja realidad de su país: “La novela negra es el mejor género que tiene la literatura para analizar la realidad presente. Yo pienso que Colombia, América Latina en general pero sobre todo Colombia, es un país que cuando uno escribe sobre la realidad, cuando uno hace un tipo de novela realista, termina siendo novela negra”. Una novela negra que implica un trasfondo político, “porque –ha señalado también- tú no puedes hablar de la realidad, de los problemas que hay en la realidad, sin estar tomando necesariamente una postura política. Aunque o es una postura militante, no estoy militando en un partido u otro, no estoy del todo seguro sobre la base de que aquí haya partidos políticos”.
En Será larga la noche nos sumerge en la Colombia rural de hoy, donde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) están en retirada, tras el acuerdo alcanzado con el expresidente Juan Manuel Santos, pero quedan muchos rescoldos y parece que están volviendo a reagruparse. Igual que la eterna lacra del narcotráfico que inunda el país. Y todo con su rastro de violencia.
No serán estas, sin embargo, las principales cuestiones abordadas por Santiago Gamboa -si bien no dejan de estar presentes, como no podía ser de otra manera- en su nueva novela, sino la que a Gamboa le resulta una amenaza en aumento en Hispanoámerica en general y en Colombia en particular: la proliferación e implantación de iglesias evangélicas, que están generando “una dependencia emocional y espiritual”, aprovechándose “del desamparo y la fragilidad” de las clases más desfavorecidas.
Si en Perder es cuestión de método, Gamboa daba vida al periodista Víctor Silampa, a quien otorgaba el papel de investigador, en Será larga la noche será también una periodista, Julieta Lezama -acompañada por Johana, exguerrillera de las FARC-, quien ayudará al fiscal Jutsiñamuy a destapar un oscuro universo donde prevalece la corrupción.
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