El conjunto ha vuelto a la práctica, evitando el contacto físico y trabajando en grupos reducidos.
El RB Leipzig ha vuelto a entrenar ese viernes. El club sólo ha aceptado la cuarentena por la amenaza del coronavirus una semana. Y, claro, la polémica en torno a la ya criticada institución deportiva se ha disparado en esta fecha en la que Alemania contabiliza ya 22.267 contagiados y un total de 68 muertos por el virus de Wuhan. En resumen, el país germano ha escalado ya a la tercera plaza con más casos en todo el planeta. La curva de evolución de la pandemia en su territorio ha escapado a todos los pronósticos.
En ese contexto ha tomado el mandatario del conjunto situado en la antigua República Democrática Alemania semejante decisión. Según ha publicado la revista Local Kicker, los entrenamientos se han planteado con diversos protocolos: se realizarán en pequeños grupos de trabajo, se prohibirá el contacto físico entre los jugadores y los miembros de la plantilla habrán de cambiarse de ropa en vestuarios separados.
Su director deportivo, Markus Krösche, le ha confirmado todo esto a Sky Sports, y ha añadido que los entrenamientos se limitan a prácticas individuales con balón. Pero hay un detalle particular: desde el club no se ha emitido comunicación oficial al respecto. Con todas las competiciones paradas, bien la Bundesliga, bien la Liga de Campeones -torneo en el que se han clasificado a los cuartos de final, tras eliminar al Tottenham de Mourinho-, la sorpresa ha resultado mayúscula al concentrar entrenando al Leipzig.
El relato de lo vivido en este primer día de entrenamientos en tan único paisaje, ha visualizado a los futbolistas usando habitaciones propias para el descanso como vestuarios, comiendo en ese lugar individual asignado -o bien se llevaron la comida a sus domicilios- o duchándose sin pararse en el camarín. Toda precaución resulta poca ante la arriesgada directriz asumida por los jefes del equipo. Una postura que se ha granjeado una marejada de críticas, pues bien podría redundar en el mensaje de aquellos que restan relevancia al coronavirus y no interpretan la urgencia de seguir confinamiento ordenado por las autoridades.
Es esta otra muesca que engorda la animadversión generalizada que viene despertando el RB Leipzig. Se le considera el más odiado del país, entre otras cosas, por su procedencia. Pero, sobre todo, por la fórmula que le ha llevado a la élite. Y es que hay que remontarse a 2009 para localizar la semilla del presente. En aquel año Red Bull compró la licencia federativa del humilde SSV Markrastädt, un club que por aquel entonces yacía en la quinta categoría del balompié alemán. El proyecto, dopado desde el prisma financiero, ha colocado a ese equipo en la pelea con el Bayern por la Bundesliga en menos de 10 años.
Esta evolución resulta repudiable para aficiones como la del Borussia Dortmund, cuyos radicales ya atacaron a aficionados del Leipzig en una de sus primeras visitas al Westfalenstadion. Se leyeron, entonces, lemas como "Sacrifiquen al toro" o "Red Bull, enemigo del fútbol". Claramente se había permitido el ascenso al estrellado de una propuesta que partió, desde el inicio, con una ventaja competitiva sideral. La económica. Ya en la segunda categoría, hinchas del Heidenheim y del Unión Berlín mostraron a los jugadores del RB Leipzig su rechazo a la forma de hacer las cosas de sus jefes. En lo que entendían como una injusticia competitiva. Incluso, se ha registrado el lanzamiento al césped de una cabeza de toro (radicales del Dynamo Dresden perpetraron este acto de protesta en un duelo correspondiente a la Copa de Alemania).
No encaja en absoluto el modelo sobre el que pivota el conjunto alemán más polémico. De forma tradicional, los clubes germanos han sido propiedad de sus socios, a través de las acciones. Pero el Leipzig se maneja, oficialmente, a través de una suerte de consejo de 17 miembros. Esa treta le permite cumplir con el reglamento exigido. Pero, como diría el director ejecutivo del Borussia Dortmund, Hans-Joachim Watzke, "es un club construido para impulsar las ganancias de Red Bull y nada más".
Ralf Rangnick ha sido la figura clave del advenimiento triunfal del RB Leipzig. Fue contratado como director deportivo, pero cuando tomó las riendas del banquillo, en 2012, condujo al equipo a firmar tres ascensos de categoría en cuatro cursos. Una sensacional marcha que da contenido a su filosofía, que resumen así: "¿Para qué necesitas a los socios? Yo estoy más interesado con el número de aficionados". Su política de fichajes, acaparando nombres que todavía están por pulir o por triunfar, le ha funcionado con creces. Hasta incomodar a los aristócratas. Y, por lo que se ve, también a la sociedad. Tras haber empezado a entrenar a pesar de la crisis sanitaria que vive Alemania por el virus de Wuhan.