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POR LIBRE

La pena de Salvador Illa

Joaquín Vila
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directorelimparciales/8/8/20
domingo 24 de enero de 2021, 19:40h

No resulta fácil descubrir lo que de verdad esconden las enormes gafas de Salvador Illa. Aparenta ser un hombre serio, moderado, tranquilo, triste, austero, introvertido. Como Alonso Quijano, seco de carnes, enjuto de rostro. Pero muy, muy dócil, no como Don Quijote. Nunca sonríe. Impasible el ademán. Habla con un tono monocorde. Un político gris sin un ápice de atractivo, sin una brizna de carisma. Su experiencia como gestor es nula. Cabe preguntarse cómo se ha convertido en la estrella de la política española. Cómo es posible que encabece las encuestas de las elecciones catalanas para presidir la Generalidad.

Como ministro de Sanidad ha resultado un fiasco. Su gestión del coronavirus ha llevado a España al vergonzoso récord de ser el país con más muertos por cada cien mil habitantes en la primera ola. Ni él, ni Fernando Simón, el palanganero de Pedro Sánchez, han acertado una sola de las predicciones sobre la pandemia. Primero ignoraron el peligro de la enfermedad y despreciaron la necesidad de usar mascarilla. Luego, todo lo contrario. Y ahora están en el limbo de la irresponsabilidad al lavarse las manos y dejar que las Autonomías se ocupen de la gestión. Han pasado de hacerlo todo mal a no hacer nada.

Y aún así, los electores catalanes están dispuestos a que Salvador Illa sea su presidente. Solo hay dos explicaciones: que los candidatos que aspiran a la victoria apestan o que el ministro de Sanidad, al copar las pantallas de televisión desde hace un año, se ha convertido en una celebridad. Sin duda, los políticos secesionistas han engañado a los catalanes con el paraíso de la independencia. Pero, tanta exposición mediática debería haber perjudicado a Salvador Illa. Con esa cara de cordero degollado, con ese rictus que da pena verlo, con ese tono monocorde. Y siempre dando malas noticias. Pues ahí está. Convertido en uno de los políticos españoles más valorados. En nuestro país, salir en televisión es sinónimo de éxito, de popularidad. El mejor ejemplo de que la caja tonta, en efecto, atonta.

También es verdad, que, aunque por los pelos, Pedro Sánchez ha salido victorioso de dos elecciones. Quizás, ésa es la mejor explicación del éxito de Salvador Illa. Puede ganar cualquiera. Pero ni el incesante bombardeo de las televisiones amigas justifica que los españoles apoyen al presidente del Gobierno y al ministro de Sanidad. Porque ni Trump lo ha hecho peor.

Para el éxito de Sánchez no encuentro explicación alguna. Para el de Illa, quiero quedarme con el argumento de que los otros candidatos, los separatistas, dan grima. Porque los constitucionalistas ni cuentan. Inés Arrimadas pasó de humillar a los separatistas con su histórica victoria a intentar pactar con su mejor socio, con Pedro Sánchez, que, al final, la dejó en la estacada, por esos mismos socios. Y ahí anda la presidenta de Ciudadanos, en busca del centro de la Tierra.

Pero aún así. Ni los mejores politólogos pueden entender que los catalanes acudan el 14 de febrero a las urnas y voten masivamente a un tipo como el todavía ministro de Sanidad. Qué pena. Qué pena da Salvador Illa. Qué pena dan los catalanes. Qué pena da España.

Joaquín Vila

Director de EL IMPARCIAL

JOAQUÍN VILA es director de EL IMPARCIAL

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