Una parte de las democracias pluralistas plenas se acogieron a la ley d’Hondt para hacer posible la gobernabilidad...
Una parte de las democracias pluralistas plenas se acogieron a la ley d’Hondt para hacer posible la gobernabilidad frente a la multiplicación de partidos. Otra parte de las democracias establecieron constitucionalmente que no podrían incorporarse al Parlamento nacional los partidos que no alcanzaran el 5% de los votos en las elecciones generales.
De haberse aplicado esta fórmula en España ni ERC ni JxCat ni la CUP ni PDeCat ni Bildu ni el BNG ni otros varios partidos tendrían hoy presencia en el Congreso de los Diputados. La reducción del número de partidos haría más eficaz, según acreditados analistas, el funcionamiento de la democracia. Con un sistema proporcional a palo seco resulta casi imposible gobernar y ahí está la IV República francesa para demostrarlo. Las fórmulas de la ley d’Hondt, de la doble vuelta, o de la exigencia del 5% del voto nacional se establecieron para facilitar el funcionamiento de la democracia.
Ninguno de los partidos que el martes se manifestaron contra el acto de conmemoración del acierto de Juan Carlos I al sofocar el intento de golpe de Estado del 23-F, podrían haber convocado una conferencia de Prensa, como partidos parlamentarios, porque no lo serían.
Y todavía algunos ponen en duda la democracia española, a la que las instituciones internacionales más solventes de medición clasifican entre las 20 mejores del mundo. La Monarquía parlamentaria española es un modelo de libertad y de respeto a los derechos humanos. Esa es una realidad que no quieren reconocer media docena de partidos minoritarios, algunos de los cuales elogian, por cierto, la “democracia” cubana o la “democracia” venezolana.