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POR LIBRE

“Torrente la lía en Murcia”, la nueva película de Santiago Segura

Joaquín Vila
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directorelimparciales/8/8/20
domingo 14 de marzo de 2021, 19:26h

Rafael Simancas debe estar sufriendo más que nadie por el esperpento de Murcia. Hace ya 18 años, repeinado y engalanado, se disponía a pronunciar el discurso como nuevo presidente de la Comunidad de Madrid. Antes, se fue a tomar un café con unos colegas para celebrar el éxito. Cuando volvió a la Asamblea, se encontró a Esperanza Aguirre retorciéndose de la risa en su escaño. No lo entendió hasta que supo que dos de sus diputados se habían cambiado de bando y que se quedaba sin poltrona. El conocido “tamayazo”. Todavía no lo ha digerido.

Inés Arrimadas tampoco ha podido digerir su asalto suicida a la Comunidad de Murcia. No sabe que está políticamente muerta. El batacazo de la todavía presidenta de Ciudadanos pasará a la Historia por protagonizar uno de los capítulos más desternillantes de nuestra política. Una película de humor insuperable. Dicen que Santiago Segura ya prepara un guión titulado “Torrente la lía en Murcia”.

Cuentan que tras anunciar la moción de censura, Pedro Sánchez e Inés Arrimadas descorcharon sendas botellas de champán para celebrar por todo lo alto haber noqueado a Pablo Casado. Para celebrar el éxito de la hábil y sinuosa maniobra murciana. Las fiestas acabaron a altas horas de la madrugada. Sin mascarillas ni chorradas. Solo abrazos, confetis, gritos de euforia y litros de champán para celebrar la victoria. Cada uno por su lado, claro.

Sánchez y Arrimadas amanecieron con la consiguiente resaca. Pero despertaron de golpe al leer El Imparcial, que publicaba a toda página el fracaso de la moción de censura. No se lo podían creer. El presidente llamó a Ábalos, el negociador de Moncloa en el pacto, para decirle cuatro o cinco cosas. “Ha sido como una venta de esclavos en la plaza pública” declaró luego el ministro de Fomento ante las cámaras para justificar el trompazo. Él, en cambio, jugó limpio. Se limitó a ofrecer la Presidencia de la Comunidad a una diputada de Ciudadanos si apoyaba la moción de censura. Con razón, Sánchez ha decidido que Ábalos no pise la calle. Si va al aeropuerto de Barajas en misión secreta, aparece en directo en la televisión venezolana abrazándose a la vicepresidenta bolivariana. Y si se acerca a Murcia, revienta la moción de censura. La líder de Ciudadanos, sin embargo, ni levantó el teléfono al enterarse del batacazo. No tenía a quién llamar. Dio una patada a la mesilla y se tapó la cara con la almohada. Y así pasó el día entero. Dicen que ahí sigue.

Murcia es el último ejemplo del trapicheo político. Un partido que se autodenomina de centro liberal pacta con el presidente de un Gobierno aliado con los comunistas para arrebatar el poder al PP, con el que había firmado un Gobierno de coalición en la Comunidad. No para mejorar la vida de los ciudadanos. No. Solo para ocupar la presidencia de la Autonomía a cambio de entregar a los socialistas la Alcaldía de la ciudad. Pero cuando el PSOE y Ciudadanos fracasan y hacen el ridículo acusan el PP de corrupción. El intercambio de poltronas, sin embargo, les parece muy democrático y honesto.

Aún más esperpéntico: tras el fiasco murciano, PSOE y Ciudadanos andan como locos por captar el voto de tres diputados que fueron expulsados de Vox por meter mano en la caja. Buscan seducir a tres miembros de la ultraderecha, como les califica Pedro Sánchez, para sacarse la espina tamaño estaca. Tres espabilados sin escrúpulos dispuestos a vender sus escaños al mejor postor, al que hasta ayer era el mismísimo diablo por ser socialista. ¿Transfuguismo? ¿Corrupción? ¡Quia! Eso son cosas del PP.

Pedro Sánchez buscaba asaltar el poder autonómico y municipal del partido de Pablo Casado. Sobre todo, en Madrid. La popularidad de Díaz Ayuso y Martínez-Almeida supone la peor pesadilla para el Gobierno. Y Murcia era la oportunidad para emprender una guerra sin cuartel. Inés Arrimadas, desesperada por el hundimiento de Ciudadanos, estaba dispuesta. Había asegurado al presidente que tenía la escopeta cargada, preparada para tomar la fortaleza murciana y atrapar a Pablo Casado. Pero no sabía que las balas eran de fogueo. Tan de fogueo eran que, al día siguiente del asalto, era Arrimadas quien había sido atrapada por sus propios diputados. Y Sánchez, humillado por tan sonada derrota. La guerra ha terminado.

Ahora, habrá que esperar a que se estrene la película de Santiago Segura. Salvo para Simancas, Sánchez y Arrimadas, la risa está asegurada. Sobre todo, si al final aparecen en la pantalla los tres mangantes de Vox y alguno es nombrado nuevo consejero de Hacienda. Los impuestos de los murcianos estarían a buen recaudo. Y Sánchez y Arrimadas volverían a brindar con champán. Hasta que Casado seduzca a otros tres de Ciudadanos. Y así que pasen cien años.

Joaquín Vila

Director de EL IMPARCIAL

JOAQUÍN VILA es director de EL IMPARCIAL

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