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POR LIBRE

Crecen las sospechas de que “las cartas asesinas” son un montaje de la izquierda

Joaquín Vila
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directorelimparciales/8/8/20
domingo 25 de abril de 2021, 19:46h

Estaba anunciado que la izquierda se inventaría un escándalo antes del 4-M para asaltar la Puerta del Sol. De momento, se ha truncado la operación de salpicar a Díaz Ayuso con algún caso de corrupción. Villarejo se ha negado a desempolvar sus archivos secretos y Bárcenas, a incluir a Ayuso en la lista de receptores de dinero negro de Génova. Con esos elementos, el PP perdió el poder al ser condenado por corrupción, aunque el partido luego fue absuelto por la Justicia. Para entonces, Rajoy ya disfrutaba de su jubilación correteando por los senderos gallegos. Pero el policía del PSOE y el tesorero del PP están hartos de favorecer los cambalaches de la izquierda y seguir en la cárcel. De ahí, que a Sánchez le haya fallado el plan A.

Pero, como era previsible, el presidente tenía preparado un plan B. De pronto, en el momento más álgido de la campaña, ha estallado la bomba de las cartas cargadas de balas de Cetme, el arma que usaban los reclutas que hicieron la mili hace medio siglo. Pero esas balas, aun estando oxidadas, han hecho diana. La izquierda se ha unido como una piña, prietas las filas, gracias a un enemigo común: el fascismo de Vox, el mejor pretexto para acusar al PP de situarse en la extrema derecha.

Pero la trama de las cartas asesinas empieza a oler a chamusquina. El misterio se cierne sobre Correos, que casualmente preside el amigo del alma de Pedro Sánchez, el que fuera su anterior jefe de Gabinete y que cobra 200.000 euros de vellón por ordenar las sacas con primor. En principio, los tres sobres que contenían las peligrosas balas pasaron sin problema por los escáneres. Nadie vio los paquetes que estaban dirigidos al ministro del Interior, a la directora general de la Guardia Civil y al líder de Podemos. Tres de las personalidades más protegidas de España.

El asunto es tan turbio que hasta los sindicatos CCOO y UGT exigen explicaciones a Correos. El amigo de Pedro Sánchez ha emitido con celeridad un comunicado tan enrevesado que en lugar de aclarar el misterio, dispara aún más las sospechas sobre un posible montaje para reventar la campaña electoral. Según el documento de Juan Manuel Serrano, el conocido amigo del presidente del Gobierno, por una fatal casualidad, las tres cartas pasaron por un solo escáner y al mismo tiempo. No se mezclaron con los cientos de miles de sobres que transitan por Correos. Iban al unísono. Y por esa misma casualidad, fue un solo funcionario de seguridad el encargado de supervisarlos. Uno que, además, estaba despistado. Ya hay un chivo expiatorio. El pobre hombre será depurado, pero habrá que seguirle la pista no vaya a terminar de secretario de Estado de Interior por su oportuno despiste.

Pero hasta que se demuestre que las cartas son un mero montaje y las balas, de madera, lo que se antoja improbable, la izquierda ya tiene el relato que buscaba. Ha cambiado el lema del PP de “libertad o comunismo” por el del PSOE de “democracia o fascismo”. Ya ha agitado la campaña a su favor. Ya sueña con asaltar la Puerta del Sol.

Los tontos de turno vociferan escandalizados porque Rocío Monasterio se ha atrevido a dudar de la veracidad de las dichosas cartas. Pero resulta que podría tener razón. Porque tampoco los sindicatos se tragan la versión del “error” del vigilante. Dicen que es imposible. Aún así, por unas cartas, por ahora, anónimas, este fin de semana los espacios televisivos del régimen han emitido programas monográficos sobre el fascismo que se cierne sobre la Comunidad de Madrid. Porque solo los fascistas dudan de la palabra de Pedro Sánchez, de Pablo Iglesias y de Grande Marlaska.

El ministro del Interior, mientras, investiga sin respiro las intolerables amenazas. Todavía no ha podido descubrir al autor, fascista, por supuesto. Y si no llega a cerrar el caso antes del 4-M, la sombra de la duda llegará a tapar las urnas. Y ése es el plan C, la traca final de Pedro Sánchez para asaltar la Puerta del Sol: esconder unas cuantas urnas tras las cortinas. Que en eso de tapar la democracia con cortinas, el presidente del Gobierno es un experto. Porque ya lo hizo. Exactamente, el 1 de octubre de 2016, cuando fue destituido como secretario general del PSOE tras un bochornoso Comité Federal. Bochornoso por las cortinas de camuflaje.

Joaquín Vila

Director de EL IMPARCIAL

JOAQUÍN VILA es director de EL IMPARCIAL

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