En los años 50, el doctor Víctor Sada, médico estomatólogo, aprendió en Inglaterra la nueva especialidad que hacían los cirujanos dentistas y adquirió un gran auge durante la II Guerra Mundial: la cirugía maxilofacial. De vuelta a España, fundó su consulta privada en la Calle Velázquez, 55 de Madrid, comenzando a tratar procesos maxilofaciales.
Fue jefe de servicio de Cirugía Maxilofacial en la Seguridad Social en el Centro Nacional de Especialidades Quirúrgicas en el Gran Hospital en 1952, a continuación, en la Ciudad Sanitaria La Paz en 1964 desde su inauguración y posteriormente en el Hospital Ramón y Cajal, como jefe del departamento con dos jefaturas de servicio a su cargo.
Fundó las bases de la asistencia maxilofacial y organizó múltiples actividades científicas para formar a los nuevos especialistas. En 1965, fundó la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial (SECOM) siendo su presidente durante 19 años así como de la Comisión Nacional de la Especialidad. Su actividad profesional, labor como docente y condecoraciones son casi innumerables.
La cirugía maxilofacial llegó a ser especialidad médica en nuestro país en 1977, por el real decreto de 1 de abril, demorándose el reconocimiento europeo de la misma hasta 1989.
El doctor Víctor Sada ha sido por tanto el impulsor y maestro de la Cirugía Oral y Maxilofacial a nivel nacional. En 1990, el doctor Sada quedó prácticamente impedido por una grave enfermedad de la que falleció en 1992. De los tres hijos que siguieron su profesión, Myriam (ortodoncista) independizó el área de ortodoncia, José Mª (cirujano maxilofacial) se independizó también falleciendo en 2009, siendo Pablo Sada (estomatólogo y cirujano oral) quién tomó las riendas de la clínica privada de la calle Velázquez, 55 donde continúa los pasos de su padre, siempre a la vanguardia de la cirugía oral y especializándose también en alta estética dental.
Pablo Sada
El doctor Pablo Sada, médico estomatólogo y cirujano oral, recibió formación continua en el equipo quirúrgico del doctor Víctor Sada, siendo pionero en la colocación de implantes osteointegrados, como profesor de la firma Implant Innovations (3i) desde sus comienzos. Desde entonces, ha continuado su constante formación participando en numerosos congresos, nacionales e internacionales, como dictante. Es asesor médico de la Asociación Española de Portadores de Válvulas Cardíacas (AEPOVAC) y miembro de la Sociedad Española de Prótesis Estomatológica (SEPES), la Sociedad Española de Cirugía Bucal (SECIB) y la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA).
Para Hipócrates la medicina es un arte, en el que el médico debe perfeccionarse durante toda la vida: “Sin duda cuando el arte exige un grado tal de exactitud, es difícil alcanzar siempre la precisión perfecta”.
El apellido Sada ha podido ser una llave para abrir puertas en unos casos y una losa pesada que le ha condicionado el éxito en la mayoría. De ahí que el doctor Pablo Sada haya seguido la teoría de Hipócrates, formándose constantemente en el día a día, perfeccionando sus técnicas y conocimientos y manteniéndose a la vanguardia de la Cirugía Oral y la Alta Estética Dental, camino profesional elegido, a fin de mantener el prestigio de su apellido y mejorarlo si cabe en todo lo que hace.
Por la consulta de la calle Velázquez, 55, además de haber rotado el 90 % de los profesionales del sector, nacionales e internacionales, que venían a aprender del maestro, han pasado como pacientes las personalidades más notorias de nuestro país. Desde presidentes del Gobierno a políticos, ministros, personas de la realeza, los empresarios más relevantes, famosos, actores y actrices, miles de personajes de lo más populares.
Y además de lo anterior, al trabajar con sociedades médicas, acuden cada día desde hace más de 50 años, cientos de personas que buscan la calidad en la atención.
Para mí, todos los pacientes son iguales. Cada caso es un reto. Me esfuerzo en cada caso para hacer las cosas con excelencia.
En la opinión del doctor Pablo Sada, tratar a pacientes famosos o notorios puede ser un arma de doble filo. "El principio rector que nos rige es que los pacientes famosos deben recibir la misma calidad de atención que otros pacientes. En cuanto a la privacidad, los famosos están cubiertos por las mismas leyes y normas que se aplican a cualquier paciente. Como mucho podemos tomar medidas de confidencialidad, como permitir que los pacientes famosos rellenen el papeleo en una sala de examen o privada en lugar de en la sala de espera. No hay un manual de diagnóstico separado para los famosos. Son sólo personas. Son sólo pacientes".
Algunos famosos son “muy agradables", pero otros son “extremadamente manipuladores”. Tienen un verdadero sentido de derecho en el que hay una sensación de “soy especial, soy diferente; no tengo que seguir las reglas”. Incluso, algunos de los anteriores creen, con razón, que pueden conseguir fácilmente que otro médico les atienda de inmediato si no se accede a sus demandas.
Y, para terminar, el hecho de atender a un famoso con un caso de éxito implica generalmente que el famoso no lo cuente (llegan incluso a negar que se hayan hecho algo y a decir que “ya eran así”). Y si hubiese algún problema o quedan descontentos, seguramente lo contarán a los cuatro vientos….