Se cumplen cien años del nacimiento de Carmen Laforet (Barcelona, 1921-Madrid, 2004). Con este motivo, la editorial Destino se une al homenaje a la escritora barcelonesa con la recuperación de Nada, en una edición especial que se enriquece con prólogo de Najat El Hachmi y Epílogo de Anna Merino, y la publicación de El libro d Carmen Laforet, donde se reúne una selección de sus textos, en una edición bellamente ilustrada, al cuidado de su hijo, el también escritor Agustín Cerezales
La elección de Najat El Hachmi y Ana Merino no es, claro está, casual, y resulta muy oportuna. La primera es la ganadora del Premio Nadal de este año con Los lunes nos querrán, y la segunda del correspondiente a 2020 con El mapa de los afectos. Precisamente, aunque Ana Merino era ya una reconocida poeta, debutó en la novela con esa obra que consiguió alzarse con el Nadal, el galardón más veterano de nuestro país.
Si desde nuestros días pasamos a los años cuarenta del pasado siglo, nos encontramos con que de igual forma Carmen Laforet debutó en la novela con Nada, y logró el prestigioso Nadal en 1944, cuando este comenzaba su andadura. Un desconocida y muy joven Carmen Laforet cautivó al jurado del premio, y después también, en 1948, al del Fastenratha, de la Real Academia Española, y a miles y miles de lectores, con una novela que se salía del camino trillado y abría nuevas posibilidades.
Nada nos sumerge en la historia de Andrea, joven huérfana, quien, a poco de concluir la Guerra Civil, se traslada a Barcelona para estudiar Letras en su universidad. Allí va a vivir en casa de su abuela, donde habitan también su tía Angustias, su tío Román, su tío Juan, la mujer de este, Gloria, y Antonia, la sirvienta. Andrea estaba ilusionada y pensaba que iba a hallar una nueva vida. Pero en ese piso se dará de cruces con una realidad no precisamente halagüeña. Un ambiente opresivo y claustrofóbico, en el que prima la suciedad, el hambre y una violencia más o menos soterrada, y donde el odio campa a sus anchas en los habitantes de la casa, que se siente una familia venida a menos. Únicamente Andrea verá cierto resquicio de esperanza en Ena, compañera de estudios.
Pese a ser su primera novela, Carmen Laforet demuestra conocer todos los resortes narrativos, alternándose en Nada sobre todo la descripción y el diálogo bien manejados. La novela está contada en primera persona por la propia Andrea, aunque es una Andrea madura, que ya no está atrapada en la ratonera del piso de la calle de Aribau, y vuelve sus ojos al pasado. El tono existencialista y desencantado es patente, y se desliza muy en consonancia con la historia.
Nada es hoy un clásico de la literatura española del siglo XX, y, si bien muchas cosas han cambiado, sigue vigente. Bien apunta Ana Merino: “La literatura de Laforet es el espejo de vidas parecidas que siguen presentes en nuestra sociedad”..