El 11 de septiembre (11-S) se han cumplido dos décadas de uno de los momentos más terribles de la reciente historia en occidente. Nunca podremos olvidar que ese día el grupo terrorista Al Queda perpetró cuatro ataques suicidas, en los que, tras secuestrar los aviones, los estrelló contra el World Trade Center. La brutal destrucción de las emblemáticas Torres Gemelas neoyorquinas, y los daños a los edificios colindantes, causó cerca de tres mil víctimas mortales, más de veinticinco mil heridos, sembró el pánico en la población y supuso un durísimo golpe a la economía, no solo en Estados Unidos sino a nivel global. Se considera el ataque terrorista más salvaje y mortífero.
En medio de la estupefacción mundial, el escritor norteamericano Don DeLillo (Nueva York, 1936), una de las figuras cumbre de la literatura de los siglos XX y XXI, escribió rápidamente el largo artículo “En las ruinas del futuro”, para el Harper's Magazine, veterana y prestigiosa revista estadounidense, aparecido poco después en libro. Ahora, Seix Barral lo recupera oportunamente en una nueva traducción, de la mano del novelista y traductor Javier Calvo, poniéndolo de nuevo al alcance de los lectores españoles.
El texto de DeLlillo continúa manteniendo una absoluta vigencia. Máxime cuando hoy, aunque abatido Osama Bin Laden, el siniestro fundador y líder de Al Qaeda, por las tropas norteamericanas en 2011, en una brillante operación –magníficamente recreada por Kathryn Bigelow en su filme La noche más oscura-, las huestes yihadistas siguen actuando y la reciente toma del poder por parte de los talibanes en Irak redobla la amenaza del islamismo radical contra su odiado occidente, siempre en su punto de mira. Bien señala De Lilllo en En las ruinas del futuro, advirtiendo que todo cambió tras el 11-S: “Hoy el relato del mundo lo vuelven a escribir los terroristas”, pero “nos compete a nosotros crear el contrarrelato”. Porque, explica Don DeLillo, “Dos fuerzas en el mundo, el pasado y el futuro. A largol acabarse el comunismo, quedó claro que habían prevalecido las ideas y los principios de la democracia moderna, pese a las desigualdades del sistema en sí. Y sigue siendo el caso. Pero ahora también existe un Estado teocrático global, sin fronteras y flotante y tan obsoleto que necesita depender del fervor suicida para alcanzar sus metas”
En el momento en el que se produjo el ataque a las Torres Gemelas, el sobrino de Don DeLillo vivía en un lugar cercano a la después denominada Zona Cero., lo que se añade un plus personal a su propuesta. El terrorismo nunca ha dejado de estar en las preocupaciones de De Lillo como demuestra, por ejemplo, su novela Falling Man, centrada precisamente en el personaje de Keith Neudecker, superviviente del 11-S.
El valioso testimonio que ofrece En las ruinas del futuro, combina descripción e impresiones de primera mano de ese día terrible del atentado -el pavor, el horror, la destrucción por doquier- con acertadas reflexiones, a la vez que se convierte en un homenaje a las víctimas. Aunque todo occidente despierta la ira de los seguidores de la Yidad, en su lectura más extrema y violenta, DeLillo, con patriotismo militante, destaca: “Fue Estados Unidos quien provocó su furia. Fue el brillo de su modernidad. Fue el ímpetu de nuestra tecnología. Fue eso que se percibe como nuestra impiedad. Fue la fuerza bruta de nuestra política exterior. Fue el poder que tiene la cultura estadounidense para infiltrarse en todas las paredes, hogares, vidas y mentes”.
Lúcido es el análisis que DeLillo lleva a cabo sobre la mentalidad de los terroristas, “los hombres que han construido una moralidad de la destrucción”, que no entienden y rechazan nuestro modo de vida, “nuestra tradición de libertad y la salvaguardia que hace nuestro sistema jurídico de los derechos de los acusados solo puede parecerles una ofensa a unos hombres entregados al terror suicida”, que “quieren lo que tenían antes de que llegaran las olas de la influencia occidental”. Y se pregunta el autor norteamericano que si comprendieran y compartieran algunas de “las ventajas de nuestra tecnología. ¿Acaso necesitarían inventar a un Dios que recompensa la violencia contra los inocentes con promesas de un “paraíso infinito”, por citar una carta manuscrita que se encontró en la mochila de uno de los secuestradores?”.
Especialmente inquietante resulta cómo DeLillo remarca la sangrienta hermandad entre los terroristas, con la que cada uno de ellos “trama una conjura en torno a su rabia y nuestra indiferencia”. Y más turbador aún es que “¿acaso la imagen de una mujer empujando un carrito de bebé ablanda al terrorista, obligándole a ver su humanidad y su vulnerabilidad, y también la de su criatura y la de toda la gente que venido a matar?”. La respuesta resulta tan certera como escalofriante: “Esa es su ventaja, que no la ve”. A esa ceguera unen que “ellos están dispuestos a morir. Esa es la ventaja que tienen, el fuego de la fe agraviada”.
En las ruinas del futuro es un texto breve pero muy sustancioso. Imprescindible para comprender mejor el terror. Conocer sus resortes es el primer paso para poderlo combatir, la batalla en la que hoy seguimos, y en la que ni por un momento se puede bajar la guardia.