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CICLISMO

Enric Mas, emocionado, explica el motivo de su catástrofe en este Tour

Enric Mas, emocionado, explica el motivo de su catástrofe en este Tour
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(Foto: Twitter: @Movistar_Team)
viernes 22 de julio de 2022, 01:50h
El corredor del Movistar ha decidido compartir la raíz principal de su mal rendimiento.

Enric Mas es un buen ciclista. Irrumpió en la élite profesional en 2018, cuando militaba en las filas del potente Quick-Step. Este equipo belga, el que más victorias ha acumulado en estos años, confió en él y en su potencial, pues le contrató cuando el balear tenía 22 años. De vuelta a aquel curso ciclista en el que llamó la atención de los ojeadores de todo el planeta, el nacido en Artá concluyó en la segunda posición de una Vuelta a España (fue el mejor joven y se llevó una etapa) ganada por Simon Yates. Sorprendió a propios y extraños e ilusionó a la afición española, que anhela disfrutar de ese líder que plante batalla en las grandes vueltas por etapas.

Además, a lo largo de aquella temporada Enric ganó una etapa en la Vuelta al País Vasco y rozó el bronce en la Vuelta a Suiza. En resumen, se colocó en la cima de la lista de los nombres más prometedores del pelotón internacional. Y el Movistar Team empezó a afinar su estrategia para ficharle como un diamante a pulir, una figura futura a la que confiar un proyecto deportivo en el que se extinguiría pronto el magnetismo ganador de Alejandro Valverde. Y siguió el mallorquín en 2019 en el escuadrón gobernado por Patrick Lefevere, sin gregarios para competir por las clasificaciones generales -entró en el Top-10 de la carrera helvética, la Volta a Cataluña y en la Clásica de San Sebastián-.

Y en 2020 llegó el momento: Eusebio Unzué le pescó para buscar la gloria. Le colocó al lado de Mikel Landa, Valverde y de Miguel Ángel 'Supermán' López. Todos ellos compartieron el estatus de jefes de filas y de esos tridentes alternos en Tour y Vuelta nada sacarían en forma de trofeos, ni los corredores ni el equipo navarro. Bien es cierto que la pandemia se detonó y cambió la planificación física del año. Ahí, eso sí, Mas emergió como el mejor dotado de su cuadro. Desde su llegada al autobús telefónico nadie ha terminado más arriba en las generales de las carreras de tres semanas. Ha finalizado 5º y 6º en la Grande Boucle, 5º y 2º en la ronda de España y en el Giro de Italia no ha probado suerte aún.

Con esa cuenta de resultados, Enric se presentó en este 2022 como el líder único del Movistar. Lo hizo felicitándose por correr al fin "sólo", con un bloque que se dedique a sus necesidades en exclusiva. Derrochó confianza a lo largo de los meses en sus opciones de pisar el cajón de París de una vez por todas. Proclamó su deseo de que este fuera el año del "salto" adelante que desde su propio vestuario le han pedido. Se esforzó en la mentalización y en la preparación de cara a su toma de la alternativa en Francia. Sin embargo, a tres días del final de la presente edición del Tour va camino de autografiar su peor rendimiento desde que recaló en el único conjunto nacional del UCI World Tour. Viaja undécimo, a 16 minutos del podio (a 24 del liderato). Y con una contrarreloj larga por delante. Es decir, no se espera que se vaya a colar entre los diez mejores.

Jonas Vingegaard, el danés de 25 años que acaba de sentenciar el título ciclista más importante del curso, se ha mostrado muy claro y sincero cuando los medios de comunicación le han preguntado por si sentía presión al llevar el maillot amarillo. "Para defenderme de la presión no leo la prensa", ha declarado. Pues bien, en esta era de redes sociales y amarillismo extendido a cada mota de información no es fácil evadirse. Hay episodios positivos, como el llamado 'landismo', esa corriente de apoyo y cariño a la senda perdedora de Mikel Landa. El corredor vasco ha construido con sus ataques infructuosos una masa social que le sigue con convicción casi religiosa. Su estampa deportiva se ha engrandecido por una mística germinada lejos de la carretera.

Todo lo contrario le está ocurriendo a Mas. El balear sufre ataques impenitentes casi cada vez que se sube a la bicicleta. Se le acusa siempre de no correr de forma ofensiva, de no dar espectáculo. Y, para su desgracia, el plan conservador que tan bien rima con el Movistar no ha dado los frutos esperados. Las críticas se amontonan en cada etapa en la que no bate a los favoritos de turno y cientos de aficionados han comenzado a convertirle en objetivo sistemático de burla. Simplemente porque no está respondiendo a las altísimas expectativas que se crearon sobre él en 2018 y cuando arribó al equipo de Unzué, en un lapso de gran hambre de triunfos en la tribuna española.

No son pocas las entrevistas en las que le ponen sobre la mesa a Enric la opinión del aficionado. Y tampoco son pocas las respuestas afiladas de un ciclista que se sabe sospechoso, mirado de reojo y escudriñado con lupa en cada cita importante. "No es que tenga que atacar o no atacar. Hay que correr con cabeza. Lo que no voy a hacer es atacar porque lo diga un periodista o un aficionado", ha manifestado este curso; "De todo esto tengo que aprender. Lo siento mucho por la afición española", dijo en cambio este miércoles, al perder otra minutada en una jornada de montaña.

"Cada día es un aprendizaje para el futuro", reiteró al haber saltado al décimo puesto de forma momentánea. Pero su discurso zigzaguea entre la seguridad, el aplomo, la desesperanza y la incertidumbre. Y este jueves, tras caerle otra pila de minutos con respecto a sus rivales y dejar clara su impotencia en los descensos, el líder del Movistar se ha abierto con valentía. Había conseguido filtrarse en la fuga del día, de 22 corredores, apoyado por Carlos Verona y Gorka Izaguirre, pero se quedó en el descenso del Aubisque. Y ofreció una imagen descorazonadora a la que puso palabras en meta.

Un miedo le bloquea

Aguantando las lágrimas, parapetado en la mascarilla de contención de la pandemia, Enric dejó este testimonio: "Bah! Desde la caída en el Dauphiné tengo un miedo interno que me cuesta superar. Lo he arrastrado durante todo el Tour y nada, vamos a esperar que para la Vuelta se solucione todo este tema (...) Es un bloqueo y en las subidas aún estoy bloqueado. Muscularmente te agarrotas, pero son ciclos. He tenido tres caídas seguidas este año y creo que es debido a eso. Esperemos que este año se cambie antes de la Vuelta y ya está".

"Esto forma parte del aprendizaje. Tenemos que pasar por aquí. Es un momento que estamos pasando y hay que aceptarlo y ya está", añadió para, de inmediato, cortar una pregunta sobre la pelea por el Tour. "Para mí eso ahora es secundario. Primero tengo que afrontar mi situación y luego ya, poco a poco, pensar en eso", sentenció. Confesó que el trabajo que vienen desarrollando con un especialista para gestionar sin miedo los descensos (tras sus recientes caídas en Tirreno-Adriático, Vuelta al País Vasco y Dauphiné) no está funcionando todavía. Y, para más inri, se ha puesto de manifiesto en el peor momento.

Cuando arrecian las voces que ponen en duda el tino de Unzué para elegir a sus jefes de filas, el mánager del Movistar ha hablado para aportar su punto de vista. "Siempre hemos intentado tener a los mejores corredores españoles, y ahora Enric Mas es uno de ellos, ha hecho podios en la Vuelta. Hemos vivido un ciclismo y ahora no tenemos el nivel de hace 10 años. Hace falta calma. Enric nos tiene que sacar las castañas del fuego, pero cada uno tiene su nivel, su calidad. En un Tour puede aspirar a estar entre los 5 primeros", ha analizado. Sabe que aunque ya no alinea un tridente de jefes, sigue obligado a pagar incendios.

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