Alberto Núñez Feijóo ha demostrado perspicacia política y sagacidad intelectual...
Alberto Núñez Feijóo ha demostrado perspicacia política y sagacidad intelectual. En medio de la barahúnda del PSOE en gresca con sus aliados comunistas y podemitas, el presidente del Partido Popular ha proyectado a España una impagable imagen de unidad. José María Aznar, el inolvidado presidente del Gobierno, y Mariano Rajoy acompañaron a Alberto Núñez Feijóo en Valencia fragilizando a los sanchistas que ni en el Gobierno ni en el Parlamento han sido capaces de mostrar entendimiento con sus coaligados en torno a una ley feminista que merecía mayor atención y seriedad. El divide y vencerás, fórmula tradicional de la izquierda para hacer daño a sus rivales, se ha convertido en un búmeran.
Olvidado injustamente Pablo Casado, el Partido Popular se ha mostrado fuerte, unido y vencedor. Alberto Núñez Feijóo, incapaz de derrotar a Pablo Sánchez en los debates del Senado, le está humillando en la realidad política. Las encuestas, salvo la de Tezanos, le dan vencedor y le permitirían formar un Gobierno con el acuerdo de Vox. Como en democracia la única encuesta real es la de las urnas, tal vez Núñez Feijóo debiera contener su euforia y conservar la preocupación por lo que puede ocurrir dentro de diez meses en las elecciones generales. Pedro Sánchez tiene todavía mucho tiempo por delante para cambiar las tornas y está dispuesto a derrochar tanto dinero como sea necesario para comprometer a muchos millares de electores.
Las elecciones no están ganadas por el PP. Núñez Feijóo debe tener conciencia de que queda mucho trabajo por hacer, numerosos sapos que tragarse e incontables esfuerzos para alcanzar la meta. Cánovas del Castillo, el gran liberal conservador del siglo XIX se quejaba de la volatilidad de la opinión pública y de lo impredecibles que eran las elecciones. El Partido Popular y su nuevo líder están en el buen camino, pero no en la recta final. Hay muchos recovecos y sinuosidades que superar antes de abrir los portones del palacio de la Moncloa para sentarse en la silla curul del despacho presidencial.