La misma intensidad con la que Charles Baudelaire fue capaz de vivir durante su no muy longeva existencia se reflejó, uno a uno, en sus obras. Desde apuntes hasta la poesía, con Las flores del mal como obra canónica que nadie duda como la gran pionera de un concepto clave en la historia del arte, el de «modernidad». Más allá de los prostíbulos, las borracheras, la droga y la bohemia vida desenfrenada, el escritor francés halló consuelo en la belleza. A esa señora escurridiza la buscó con desenfreno, en todos los rincones que fue capaz: en el cuerpo femenino, en la enajenación mental que produce el abuso de sustancias y, por supuesto, en la expresión artística.
Escritos sobre arte, literatura y música (1845-1866) reúne la totalidad de la producción Baudelaire sobre la cuestión estética en 1.040 páginas que, sin pretender reverenciar ningún elogio habitual acerca del genio parisino, me parecen de una frescura renovadora, en especial en nuestros días, en un momento histórico en el que pareciera que estuviésemos retrocediendo en libertades, como la de pensamiento y su consecuente, la de expresión, y por ello los ánimos censores avanzan con celeridad. Para recordarnos que la literatura, y la vida, deben ser libres, ahí está Charles Baudelaire, quien vuelve a invitarnos a experimentar de nuevo su lucidez no necesariamente sobria, pero casi siempre atinada, al menos, si se mira desde el prisma intelectual.
En los textos que se recogen en el volumen aparecen sus famosos “Salones”, crítica de bellas artes. Desde el principio, las observaciones de Baudelaire, inteligentes y deslenguadas, tuvieron una gran acogida entre el círculo de la cultura francesa. El segundo “Salón” tuvo una repercusión tan contagiosa que Delacroix quedó elevado, gracias a los elogios del poeta, al inmenso pintor del siglo XIX considerado de forma universal por la crítica especializada. Además, Baudelaire no sólo vertió su mirada sobre las obras pictóricas. Fue uno de los pioneros de la crítica musical, asistiendo a teatros, salones y veladas de las que pudo dejar buena fe. También estos textos se reúnen en el libro.
Pero el francés aún dejó otro legado más de gran impronta. De sus traducciones de la obra de Edgar Allan Poe del inglés al francés, que siguen siendo de referencia entre los traductores del país, se incluyen los prólogos a estos libros. Redondean la obra el estudio que dedicó al trabajo de Richard Wagner y los artículos publicados en prensa. Como guinda, en el libro se incluye “El pintor en la vida moderna”, publicado apenas cuatro años antes del fallecimiento del autor, consecuencia del avance descontrolado de la sífilis que padecía desde hacía tiempo.
La importancia que Escritos sobre arte, literatura y música (1845-1866) tiene para el acervo cultural hispanoparlante es extraordinario. Sin entrar a juzgar un trabajo ya de por sí revisado en miles de ocasiones por estudiosos de la obra del autor, por otros literatos o por cualquier clase imaginable de diletante (y por eso mismo eludo descubrir al lector unos textos ya cartografiados con profusión), la labor de la editorial Acantilado es, en mi parecer, sublime, una vez más. En un formato en tapa dura, de gran belleza, único hasta el momento en lengua castellana y en una pulcra edición, la lectura y la posesión de un libro de tan alta calidad convierten el deseo de leer en una delicia absoluta. Se suman las notas y la traducción del turolense José Ramón Monreal, espléndidas en el traspaso del francés al español. Y el prólogo magnífico que corre a cargo del fallecido afamado crítico literario, escritor y ensayista Giovanni Macchia. Les convido a hacerse con un libro que no querrán dejar de leer y releer.