Con la aprobación de la reforma de las pensiones, Pedro Sánchez recupera momentáneamente la alianza con sus socios de Gobierno e investidura. Y lo celebra por todo lo alto, a pesar del rechazo frontal de la patronal; o por eso también. Los bandazos políticos y hasta ideológicos del presidente, sin embargo, seguirán resquebrajando la coalición con Podemos y espantando a sus fieles socios de investidura, como ERC. El rechazo de comunistas y separatistas a las últimas medidas del Ejecutivo, como la reforma de la ley del “sólo sí es sí” con el PP, proseguirán a lo largo del resto de legislatura.
Porque tanto al PSOE como a Podemos, también a ERC, les interesa distanciarse de cara a la convocatoria electoral. Por un lado, y solo estratégicamente, Sánchez busca situarse en la socialdemocracia, mientras Podemos y el invento de Yolanda Díaz pugnan por liderar el partido que represente a la extrema izquierda.
Los socios de Gobierno y de legislatura amagan pero no dan. Están tan interesados como el propio Sánchez en agotar la legislatura. Aunque buscan marcar perfil propio para, luego, alardear de haber conseguido que el Gobierno apruebe sus medidas “progresistas”. La ley de seguridad y la de vivienda serán los próximos campos de batalla.
Cuando se celebren las elecciones generales, sin embargo, si salieran las cuentas, volverían a negociar otro Gobierno de coalición. Pero, de momento, el presidente aparcará su agenda “progresista”. Solo actuará cuando sea imprescindible. El resto de la legislatura se centrará en un paripé cargado de toneladas de propaganda, en su eterna campaña electoral.