La gran nación norteamericana, primera potencia del mundo, es un Estado de Derecho y su Justicia...
La gran nación norteamericana, primera potencia del mundo, es un Estado de Derecho y su Justicia independiente se aplica a todos los ciudadanos, con mayor o menor acierto. Según el juez existen indicios suficientes de delito para imputar a Donald Trump, que, bajo cuerda y con dinero negro, suministró presuntamente una cantidad de dólares a una prostituta, Stormy Daniels, actriz porno con la que mantuvo relaciones. Está en cuestión si los dólares suministrados pertenecían al erario público, factor agravante de un hecho lamentable. El expresidente de los Estados Unidos de América pretendía con el presunto soborno que la actriz porno no hablara, lo que hubiera supuesto un grave perjuicio para su campaña electoral.
Sin negar en ningún momento la presunción de inocencia, lo que conviene subrayar en este caso no es la culpabilidad o inocencia de Donald Trump, sino la ejemplaridad de una Justicia que se aplica a todos, incluido el presidente de la República estadounidense, el hombre que durante cuatro años dispuso de los máximos poderes del mundo. Aunque Donald Trump se defenderá como gato panza arriba utilizando todos los medios a su alcance y denunciando la imputación como un hecho político, la realidad es bien distinta. La maquinaria de la Justicia puesta en marcha ha detectado indicios de delito en una acción cuestionable y ha procedido en consecuencia, conociendo, sin duda, la repercusión pública por tratarse de una imputación que concierne al que fue cabeza de la nación durante cuatro años.
Se afirma que es la primera vez que esto sucede. Y algunos lo dudan. El presidente de los Estados Unidos de América ha estado siempre sometido a la ley e, incluso, uno de ellos se vio obligado a dimitir a causa de las tropelías cometidas en el cuartel general del partido rival. En todo caso, corresponde a los historiadores puntualizar. Lo que ha quedado claro es que toda la fanfarronería de Donald Trump, toda su prepotencia económica y política han permanecido sujetas al Estado de Derecho. La Justicia sentenciará si delinquió o no. Pero resulta evidente que del Presidente abajo ningún estadounidense puede escaparse a la acción judicial en la democracia norteamericana que vertebra un auténtico Estado de Derecho.