Los toros de El Pilar, una de las pocas ganaderías que mandó hasta un sobrero, han sobrepasado a los diestros. Ninguno barbeó las tablas buscando la salida ni buscó el refugio de las tablas.Diego Urdiales, Pablo Aguado y Francisco de Manuel no acertaron a la hora de lidiar a los astados. Hay un mal, parecía accidental, pero se repite con frecuencia: dejarle al toro estrellarse contra los burladeros al perseguir a un peón. Los toros con cierta bravura son los que más sufren en estos trances de mala lidia, mientras los mansos se guardan y no arremeten. Hoy se culpa al ganado, porque no se mira al toro ni se le ve.
Dulcero (1° 4/18) fue un gran toro por su trapío y por la nobleza que mostró. Urdiales lo veroniqueó con estilo entre varas. Aguado se animó al hacer el quite, Urdiales le respondió saliendo del aprieto, en que le puso el astado, con ingenio. Desgraciadamente, la faena consistió en salir por la tangente sin empeñarse mucho en sacar lo mejor de la celosa y noble embestida del torazo que acudía al primer toque. El diestro le descompuso la embestida y el toro ya iba maliciado. Una habilidosa estocada. Ovación al arrastre. Urdiales saluda. Con Guajiro (4° 10/17) Urdiales repitió la misma fórmula magistral para ganar la benevolencia del respetable. No hizo cosas rematadamente malas, tampoco ninguna buena. El toro serio, remató las tablas, dio señales de bravo en el caballo y en el capote bajaba la cabeza prometiendo una faena. Sin embargo, le desgastaron en varas y le destroncaron en las banderillas con la capa. Llegó a la muleta mermado por su propia bravura y celo para que luego le tachasen de inválido. Una media estocada defectuosa.
Guajiro (2° 5/18) aguantó tres quites: dos de Aguado y uno de Francisco de Manuel. Aguado aquilató unas bellas verónicas, profundas y templadas. No iba sobrado de fuerza, pero nos olvidamos que sumó más de una treintena de capotazos en total. ¿Los 547 kilos de un bicho están preparados para los Juegos Olímpicos o para una lidia? La faena sin trascendencia. Un metisaca, un aviso y una estocada mejorable. Mario Benitez castigó a Niñito (5° 3/18), el segundo del sevillano, barrenando sin medida. No sorprende que el toro, unos 605 kilos de guapeza, perdiera las manos. Además, ahora no les dejan respirar: pasan del peto al capote, y si embisten, se ahogan. La faena mala: Aguado no ve al toro y hace lo que le parece y durante el tiempo que le parece. Los aceros: se lió a pinchazos.
Francisco de Manuel saludó con el capote a Sonajerillo (3° 5/18), Dudeto (3°bis 4/18) y Chorlito (3°tris 3/18) de Conde de Mayalde. Éste último fue recibido con una larga cambiada de rodillas, una chicuelina y una media. La faena también arrancó de rodillas, pero el astado no se andaba con chiquitas: encunó al diestro en el tercer pase. El bicho desarrolló un extraordinario sentido: observaba, se ajustaba al cite andando de costado e iba al bulto en pleno embroque. De Manuel, firme y valiente, esquiva las trampas por ambos pitones. Una faena memorable rematada con una impecable estocada. Un aviso. Petición no atendida. Una ovación y vuelta al ruedo. Con Meloso (6° 6/18) lo mejor han sido la puesta en suerte por chicuelinas de paso y el tercio de banderillas: se desmonteraron Juan Carlos Rey y Francisco Javier Sánchez. El torero perdió bastante tiempo, aunque sacó una tanda, la obra resultó larga y trivial. Cuando los diestros no saben qué hacer, hacen bernardinas. Un aviso.
Si (
No(
