Dentro de la historia del séptimo arte, existen auténticos hitos cinematográficos que, de forma consciente o inconsciente, han impactado en la sociedad de su tiempo por unos u otros motivos. Muchos de ellos consagraron a sus cineastas e intérpretes inaugurando un nuevo tipo de narrativa e interpretación. Éste será el caso de Toro salvaje ("Raging Bull"), dirigida en 1980 por Martin Scorsese e interpretada en su rol protagónico por Robert De Niro.
La renovación del lenguaje cinematográfico que llevó a cabo esta película se debe, primeramente, a la generación de cineastas del New Hollywood ("Nuevo Hollywood"), a la que Scorsese pertenece y donde destacó. Un grupo iniciado en la década de los sesenta del pasado siglo y que tomaba como referencias clave movimientos renovadores del cine surgidos tras la II Guerra Mundial, como el neorrealismo italiano o la Nouvelle vague francesa. La ruptura de los códigos estéticos imperantes en la industria fílmica fue fundamental en sus nuevas propuestas, originadas por nombres como Arthur Penn, Mike Nichols, Dennis Hopper, Robert Altman, Sam Peckinpah, Woody Allen, Peter Bogdanovich, Roman Polanski, Francis Ford Coppola, Brian de Palma, George Lucas, Steven Spielberg o el citado Scorsese. Impelidos por el declive del Macartismo y su caza de brujas, los creadores más jóvenes apostaron su talento a un futuro esperanzador que ellos mismos quisieron construir. La exposición de un cine crítico y comprometido socialmente o el replanteamiento del cine clásico fueron claves en la elaboración de los nuevos parámetros cinematográficos. La frescura en la dirección y en la interpretación fueron también fundamentales, a pesar de que el respeto por la tradición narrativa anterior se encontrase siempre presente. Los conformadores del New Hollywood sabían que sólo desde las enseñanzas de los maestros de los que tanto habían aprendido en sus años previos se podría contribuir al progreso de la industria. Así lo entendió Scorsese, gran defensor del cine clásico como escuela de formación y de crecimiento. Toro Salvaje beberá no sólo de títulos referenciales históricos sino de la propia época dorada que los gestó. Así, su recreación de las décadas estadounidenses de los cuarenta, cincuenta y sesenta es cuidada y casi reverenciadora, por cuanto también ayudó a erigir la imagen de esa América mítica tan presente en la estética cultural y cinematográfica.
En este sentido, hay que referir a esa segunda razón que convierte al film de Scorsese en una obra maestra: la capacidad de servir como testimonio de una época ya desaparecida, reconstruyendo las décadas previas como escenario donde levantar una historia que, aunque basada en hechos reales, posee grandes dosis ficcionales. Nos encontramos, por tanto, ante un peculiar biopic en torno a la figura de un "peso pesado" -nunca mejor dicho- del boxeo: el italoamericano Jake LaMotta. Sus años más sonados como figura pública se encontrarán en la treintena citada, por lo que no sólo el espectador parecerá introducirse en el cine "negro" realizado en este tiempo -el que compete al ámbito del boxeo, con títulos como Cuerpo y alma ("Body and Soul", Robert Rossen, 1957), El ídolo de barro ("Champion", Mark Robson, 1949) o Chantaje en Broadway ("Sweet Smell of Success", Alexander Mackendrick, 1957), sino que parecerá también revivir otros formatos audiovisuales de ese tiempo como la filmación casera o el documental; un ejemplo será la recreación de películas familiares rodadas por el ámbito de Lamotta -único momento en que aparece el color en el film-, sino la de los reportajes o noticiarios filmados sobre deporte que se proyectaban entre las sesiones dobles de cine a las que Scorsese acudió siendo niño. El neoyorquino buscó que las escenas de combates se pareciesen lo máximo posible a aquellas otras que tanto le marcaron en los años cuarenta y cincuenta. De ahí, entre otros motivos, el empleo del blanco y negro o del color primitivo. Todo un ejercicio de nostalgia a su vez tamizada por lo recreado o inventado, de gran presencia. Como bien explica Christina Newland -en el texto realizado para este acontecimiento fílmico-, el creador de Taxi Driver buscaba "abordar la masculinidad y la violencia" presentes en un personaje que experimenta el sabor del triunfo y las consecuencias de una posterior decadencia.
El propio Scorsese afirmó en una sorprendente declaración: "Lo que estaba claro es que no sería una película sobre boxeo. No sabíamos nada de él y no nos interesaba en absoluto". Algo que parece contradecir la forma de afrontar estéticamente la narrativa pugilística, que supo renovar la descripción cinematográfica de este tipo de escenas deportivas, ahondando en la psicología, la belleza y la dureza: El empleo de la cámara lenta y de los planos subjetivos rodados entre los boxeadores -destacando los primeros planos que muestran salir el sudor y la sangre de los rostros-, la introducción de la música clásica -en concreto, el Intermezzo de la ópera Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni, como forma de referir a los orígenes italianos del personaje y equilibrar con su hermosa y plácida partitura el frenesí épico presente en los rings-, la variación del tamaño del cuadrilátero según el estado interno del protagonista y, por encima de todo, la magia de su montaje, en clara clave eisensteniana. Escenas cuyo rodaje llevó la mitad del tiempo de la producción, si bien ocupan apenas diez minutos de la película en conjunto. Tanto el director de fotografía Michael Chapman como la montadora Thelma Schoonmaker hicieron posibles los sorprendentes resultados.
De algún modo, la violencia que el boxeador LaMotta demuestra ante un público también violento es una extensión de la que exterioriza en su vida privada. Curtido en el Bronx neoyorquino, deseante de hacer prosperar su vida, la mirada elemental que tiene de las cosas -y el modo de enfrentarse a la convivencia con la familia y parejas- es una exteriorización de su animalidad. Los celos patológicos hacia su mujer le hacen desconfiar de sus amistades, conocidos e, incluso, de su propio hermano; a su vez, la necesidad de gozar de una vida donde solo caben los placeres, hace que dinamite las pocas certezas que posee en torno suyo, así como su poco estable economía. Un personaje básico y a la vez complejo que sólo podía interpretar Robert De Niro, quien ya había demostrado su talento en el rol de Travis de la citada Taxi Driver, del mismo Scorsese. Fue precisamente este actor el que aconsejó a su amigo cineasta adaptar la vida de este boxeador. Para interiorizar este papel en su línea de disciplina y método habituales como intérprete, aprendió boxeo con el propio Lamotta, quien llegó a decir de él que habría podido ser un gran boxeador. A su vez, decidió engordar 27 kilos en una semanas para encarnar al LaMotta decadente. También el éxito del casting fue cosa de De Niro, quien valoraba las cualidades de Joe Pesci como actor -que interpretaría a su hermano en el film- y logró hacerle abandonar su trabajo en un restaurante para que se uniese al proyecto. Su monólogo inicial y final -este último ante el espejo, como en Taxi Driver- representará una de las escenas más memorables de la película. Su sueño de recitar a Shakespeare, su comparación con Laurence Olivier y el recuerdo de la escena de La ley del silencio conformarán un todo magnífico.
Cuarenta y tres años después de su estreno, Toro salvaje regresa a la pantalla grande con una restauración llevada a cabo por Park Circus en 4K -incremento de la resolución digital de la imagen, cuadruplicando la resolución de alta definición o HD en píxeles- mediante un escáner Lasergraphics Director, a partir del negativo original de cámara en 35 mm. Además de la propia imagen, la banda sonora original en surround 2.0 se remasterizó a partir del soporte magnético de tres pistas en 35 mm. Un nuevo máster aprobado por el director Martin Scorsese, cuya labor como parte fundamental de The Film Foundation -fue uno de sus fundadores en 1990- hace si cabe más importante su presencia en el presente proyecto. Recordemos que esta fundación lleva más de treinta años acometiendo una encomiable labor de recuperación, restauración y puesta en valor de películas imprescindibles de la cinematografía mundial.
Para ayudar a comprender mejor lo que ha supuesto este relevante trabajo, el periodista, crítico cinematográfico y responsable de la distribuidora de cine restaurado LOST & FOUND, Víctor Paz, ha tenido la gentileza de atendernos y responder una serie de preguntas a modo de entrevista.
Pregunta: Desde Park Circus, ¿qué fue lo que determinó la elección del film Toro salvaje para su restauración?
Respuesta: La restauración parte de la Metro-Goldwyn-Mayer, si bien es Park Circus quien gestiona las licencias en Europa. Se trata de una iniciativa para recuperar sus mejores títulos clásicos y Toro salvaje es sin duda uno de los grandes.
P: Sin duda, la colaboración del director Martin Scorsese y de la montadora Thelma Schoomaker en el proceso de restauración de la película debió de ser muy interesante. ¿Podríais describirnos los momentos más especiales de este trabajo en común?

R: Fallecido el director de fotografía Michael Chapman, los únicos capaces de asesorar al equipo de la restauración sobre las tonalidades que debía mantener la película eran ellos. Para ambos es muy importante el respeto al original, se han asegurado de que hoy podamos disfrutar del filme tal como se concibió en su momento.
P: ¿De qué manera influyó la sensibilidad de Martin Scorsese en su labor de preservación de películas históricas a través de The Film Foundation durante la recuperación de Toro salvaje?
R: Hay una historia tras Toro salvaje que liga la concepción del film directamente a The Film Foundation. A Scorsese, que ya atesoraba una importante carrera en 1980, iban a realizarle una retrospectiva integral y para ello tomó los materiales que había rodado al inicio, sus primeros cortos en la New York University. Se dio cuenta de hasta qué punto el color estaba empezando a perderse en algunos celuloides, y no tenían tantos años. En ese momento tomó dos decisiones, la primera fue fundar The Film Foundation para ayudar a preservar las películas clásicas que ama y recuperar otras menos conocidas. Creo que su proyecto World Cinema Project ha sido especialmente importante a lo largo de los años, pues nos ha permitido rescatar títulos del olvido de cinematografías a veces muy periféricas, donde no existen los medios para hacerlo. La segunda decisión que tomó fue rodar Toro salvaje en blanco y negro, porque se deteriora menos y en ese momento estaba en shock y tomó verdadera conciencia de lo importante que es preservar. Es cierto que después volvió al color y este no era el único motivo, pero jugó un papel importante.
P: ¿Cuáles han sido los principales retos que ha supuesto la restauración de la película y de qué forma ha contribuido a su calidad?
R: Como digo, a partir de Toro salvaje Scorsese se ha asegurado de preservar muy bien sus películas, por lo que el material de partida aquí era inmejorable. Es un nuevo máster que parte del negativo original de cámara. Esto es, literalmente con el que filmó la película. No ha habido por tanto enormes retos en la restauración.
P: Después de más de cuarenta años de su estreno, ¿qué posición ocupa la película de Scorsese en la historia del séptimo arte y qué la hace tan especial?
R: Fue elegida como la mejor película de los ochenta por la crítica norteamericana al término de esta década. Sigue estando considerada como una de las más grandes películas sobre boxeo jamás filmadas y ocupa un lugar importante dentro de la filmografía de Scorsese, el único cineasta del New Hollywood que sigue en forma. Su impacto es indudable.

P: ¿Cómo crees que va a recibir el público actual la restauración de Toro salvaje en 4K?
R: Esperemos que bien. Hay muchas generaciones jóvenes que no han visto la película y estarán encantadas de descubrirla. Y para otra parte de la cinefilia será una oportunidad única de disfrutarla en sala, porque es ahí donde se debe ver. Desde LOST & FOUND ponemos mucho el acento en esto. El cine es en la sala. La experiencia cambia mucho fuera de ella.
P: ¿Existen nuevos proyectos en marcha similares a éste o que os gustaría llevar a cabo con el legado del cine de Scorsese?
R: Vamos a seguir recuperando grandes películas del pasado, algunas muy populares, como es el caso de Toro salvaje, pero sobre todo pequeñas joyas ocultas que merecen ser rescatadas.