A un político le toca destapar al candidato del PRI en Coahuila. Le notifican que será Agustín Villavicencio, presidente municipal de Saltillo: "Compañeros. Nada me da tanto gusto como festejar a uno de los mayores aciertos de nuestro partido, una elección inobjetable. Sí, amigos y correligionarios. Agustín Villavicencio es el hombre ideal, infatigable, insobornable, todo él una maquinaria militante, un patriota convencido, un mexicano de hueso colorado. ¿Qué mejor destino para nuestro noble y glorioso Estado que la conducción férrea y el temple viril de Agustín Villavicencio?". En eso le pasan un papel: "Ya cállate. Cambiaron de opinión en el Centro. El bueno no es éste, el bueno es el senador Gonzalo Díaz". El político se turba un instante: "Sí amigos, el PRI es el espacio de los grandes hombres y de las sorpresas siempre gratas. ¿Oyeron todo lo que dije de Agustín? Pues eso no es nada, porque al lado de Gonzalo Díaz es un pobre pendejo. ¡Ese si es el bueno! ¡Ese sí que es el hombre de Coahuila". Esto me suena.
Pero cuando se pidió a Dostoyesky alguna prueba de haber sido defensor de los pobres y oprimidos, se limitó a enseñar las huellas que habían dejado en sus piernas las cadenas de Siberia dando gracias por ello. Esto me suena menos.
Algunos años después de la segunda Guerra Mundial examinaba un médico a una mujer judía que llevaba una pulsera hecha de dientes de niño montados en oro. 'Bonita pulsera', observó el médico. 'Sí -respondió la mujer-. Este diente de aquí es de Miriam, este otro de Ester, éste de Samuel...' La mujer mencionó el nombre de sus hijas e hijos por orden de edad. 'Nueve hijos -añadió la mujer- y todos ellos fueron conducidos a la cámara de gas'. Impresionado, el médico le preguntó: '¿Cómo puede usted vivir con semejante pulsera?' A lo que ella respondió: 'Actualmente cuido de un orfanato de Israel'. Esto me suena aún menos. Suele olvidarse que existe una relación entre desesperanza y dependencia. La dependencia compulsiva es enfermiza y crea adicción, hasta el punto de que la Seguridad Social de los países del primer mundo carece ya de los necesarios recursos para desintoxicar a tanta gente, que por otra parte tampoco se deja desintoxicar, por lo cual su cerebro se cae a pedazos como la lepra. Se penaliza a los capos de la droga, pero no se castiga a los consumidores que se matan a sí mismos y alimentan a sus verdugos. Una sociedad que necesita drogarse para disfrutar de la vida porque la vida misma no es argumento, es que ha sobrepasado todo límite de autodefensa y más pronto que tarde su desplome será estrepitoso.
Ojalá supiéramos escuchar a los viejos sabios: "El maestro dijo a Tse-lu: ¿has oído hablar alguna vez sobre los seis absurdos y sus consecuencias?" El discípulo respondió: nunca he oído hablar de esto. Entonces, dijo el maestro, te lo voy a explicar. El primer absurdo consiste en pretender alcanzar el bien prescindiendo del estudio, y su consecuencia es la decepción; el segundo consiste en intentar alcanzar la ciencia sin entregarse al estudio, lo que conduce a la incertidumbre; el tercero consiste en el deseo de ser sincero prescindiendo del estudio, lo que provoca el engaño; el cuarto consiste en pretender obrar rectamente sin haber recibido la instrucción adecuada, con lo que se cae en la temeridad; el quinto consiste en querer compaginar el valor con la incultura, lo que da lugar a la insubordinación; finalmente, si se desea alcanzar la perseverancia prescindiendo del estudio, se cae en la testarudez y en la obcecación' . Finalmente, no hay saber que pueda ser considerado razonable sin diálogo. El fanático, para que no se le escape la verdad, la agarra tan fuerte que la mata. Quien no quiere dialogar es un fanático, quien no sabe dialogar es un obstáculo, y quien no se atreve a razonar será un esclavo. Demasiada mala política.
En el 'Libro de los ritos', exponente de la sabiduría oriental, se lee: "Cuando se hubo penetrado en la razón de las cosas, la conciencia se desplegó al máximo. Cuando la conciencia se desplegó al máximo, los pensamientos se hicieron sinceros. Cuando los pensamientos se hicieron sinceros, el corazón se hizo recto. Cuando el corazón se hizo recto, cada uno se perfeccionó a sí mismo. Cuando cada uno se perfeccionó a sí mismo, el orden comenzó a reinar en la familia. Cuando el orden comenzó a reinar en la familia, el Estado fue bien gobernado. Cuando el Estado fue bien gobernado, la paz se extendió por todo el universo". Y el 'Ta-Hio' añade:" "Los antiguos príncipes, que pretendían educar y renovar a todos los pueblos, se esforzaban primero en gobernar con rectitud sus propios reinos. Para gobernar rectamente sus reinos, se aplicaban ante todo en ordenar bien sus familias. Para ordenar bien sus familias, procuraban previamente corregirse a sí mismos. Para corregirse a sí mismos, ponían especial cuidado en adornar su alma con todas las virtudes. Para la consecución de todas las virtudes, se esforzaban en conseguir la rectitud y sinceridad de todas sus intenciones. Para lograr que sus intenciones fueran rectas y sinceras, se entregaban con ardor al perfeccionamiento de sus conocimientos morales. Y el máximo perfeccionamiento de los conocimientos morales consiste en descubrir los móviles de las acciones. Si alcanzamos un conocimiento claro y profundo de los móviles de las acciones, obtenemos con ello la máxima perfección de nuestros conocimientos morales, inmediatamente todas las intenciones son rectas y sinceras. Si las intenciones son rectas y sinceras, el alma queda adornada con todas las virtudes. Las virtudes mejorarán y corregirán nuestro ser. Si alcanzamos nuestra perfección personal, quedará establecido el orden en nuestra familia Si la familia está en orden, el reino será rectamente gobernado. Y, cuando todos los reinos son bien gobernados, el mundo entero goza de paz y armonía siendo renovados y educados todos los pueblos. Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser. El perfeccionamiento de uno mismo es la base de todo progreso y desarrollo moral'.
El talante contemplativo del budismo se contiene en la siguiente anécdota: un discípulo entregó a Siddharta Gautama una flor y le pidió que le explicara el misterio de su doctrina. El maestro tomó la flor, la contempló en silencio durante un largo rato, y, sin mediar palabra, con un gesto indicó al discípulo, un tanto extrañado, que se retirase. El discípulo aprendió y trató de vivir la lección, a saber, que el misterio no se alcanza con palabras ni razonamientos, sino sólo mediante la contemplación. Ella produce la imperturbabilidad. De esta anécdota se deriva el zen. Se cuenta también que una vez un ejército rebelde irrumpió en una ciudad coreana y todos los monjes del templo budista zen de la localidad huyeron. Todos, excepto el abad. Entonces el general rebelde que se envanecía por el templo se quedó atónito al ver que el abad no se arrodillaba inmediatamente ante él: -¿No sabes -rugió- que estás viendo a un hombre que puede traspasarte con su espada sin un parpadeo? -¡Y tú, replicó el abad, estás viendo a un hombre que puede ser traspasado por una espada sin un parpadeo! El general quedó desconcertado. Pasado un momento, se inclinó reverencialmente y se marchó.
Tanto Confucio como Sócrates, ambos coetáneos, defendieron un confucianismo o socratismo moral, según el cual la bondad se aprende y, una vez bien aprendida, no cabe ya comportarse mal: "El maestro dijo: si nuestras palabras son sinceras y se hallan conformes con la recta razón, cuantos nos escuchen modificarán su conducta y entrarán por el camino de la virtud. Si nuestra conversación resulta agradable y persuasiva, induciremos a todos los hombres a buscar la verdad. Es imposible que tras una conversación persuasiva no nos sintamos incitados a la búsqueda de la verdad. No creo que pueda existir nadie que, tras haber escuchado unas palabras sinceras y conforme a la recta razón, deje de convertirse hacia la virtud".
Pero la educación es para quienes la trabajan: "Yan-kieu dijo a Confucio: tu doctrina me complace, maestro, pero no me siento con fuerzas para practicarla. El maestro le contestó: los débiles emprenden el camino, pero se detienen a la mitad; tú, ni siquiera tienes voluntad para iniciar el camino; no es que no puedas, sino que no quieres".
Ahora la tarea es pasar de la desubicación a la reubicación de la memoria.