Supercopa de España. La cautelarísima impulsa al Barcelona y apoca al Athletic

El fútbol se compone de muchas cosas, es cierto, pero una de las más importantes es el estado de ánimo. Este elemento posee la azarosa característica de la volatilidad y esa esencia es capaz de influir de forma decisiva en todo lo demás. Bajo el marco de este parámetro resbaladizo quedó atrapada la primera semifinal de la Supercopa de España que disputaron Athletic y Barcelona. Ganaron los favoritos casi sin despeinarse ante un conjunto vasco de espíritu desconocido, nada que ver con su alma volcánica.

Así se tejió la intrahistoria: llegaban lanzados los vizcaínos y en un mar de dudas los catalanes. Los rojiblancos acababan de despedir un 2024 en el que ganaron la Copa y sacaron la gabarra después de 40 años, amén de viajar cuartos en LaLiga y segundos en la Liga Europa; y los azulgranas, en cambio, llegaban a esta cita con tres derrotas ligueras seguidas, con cinco de los últimos 21 puntos en disputa en el torneo doméstico y con una inestabilidad personificada en el esperpento de Laporta con Dani Olmo y Pau Víctor. Pero de un plumazo, esta tarde, el CSD anunció que se saltaba las reglas del fútbol español y permitía volver a jugar a ambos jugadores.

La noticia de Olmo propulsa al Barcelona

Esta noticia pareció haber detonado una oleada energética dispar, porque en el partido de esta noche el Barça compitió con una animosidad olvidada en los pasados meses y los 'leones' sollozaron. El sistema preparado por Ernesto Valverde, que llevaba 15 partidos consecutivos sin caer, no mostró ninguna de las virtudes que han descrito su gran momento. Presión ardorosa, verticalidad y un ritmo e intensidad que descabalgan a cualquier rival son atributos de su valiente identidad, mas nada de eso se vio sobre el césped del estadio King Abdullah Sport City de Yeda, Arabia Saudí.

Empezó mucho más metido y concentrado el esquema de Hansi Flick, que alineó a sus mejores espadas. En esa nómina sobresalen dos nombres: Pedri y Lamine Yamal. El canario demostró desde temprano su categoría como mediocentro, dictando el tempo según los intereses de sus compañeros y filtrando balones valiosos hacia la mediapunta con una fluidez asombrosa. Su batuta lideró y el encargado de afilar los avances fue el actual Golden Boy. Volvía tras superar una dolencia de tobillo y antes del quinto minuto ya había regalado dos pases maravillosos que no obtuvieron la finalización correcta.

Funcionó de maravilla el Barcelona ante el acomplejado desempeño vasco. El 'Txingurri' salió de inicio sin sus dos mejores atacantes. Oihan Sancet no se recuperó a tiempo de sus molestias y Nico Williams se quedó en el banquillo, también limitado. Esta doble baja restó la inteligencia entre líneas del primero y el magnetismo y desequilibrio del segundo. El agujero dejado fue demasiado para unos rojiblancos en los que sólo dieron un paso al frente el tesón de Jauregizar y el veneno de Berenguer. Todo lo demás jugó amarrado, con una soltura y pasión por debajo de lo acostumbrado. Un pecado impropio del Athletic y muy costoso cuando se compite contra un coloso.

Para más inri, el creativo De Galarreta tampoco estaba disponible, Gorosabel se cayó de la convocatoria por gripe y De Marcos no fue titular. El multiusos Lekue saltó al lateral diestro y sufrió de lo lindo. Se marcharía señalado por su pobre actuación. Por su carril volaron Balde y un Raphinha que trabajó bien pero le faltó puntería, mal compartido con Lewandowski un día más. El brasileño probó los guantes de Unai Simón en una falta lanzada en el minuto 10 y marró una volea clara, pero sí supo germinar el 0-1. Conectó con Pedri, que abrió para el centro retrasado de Balde y Gavi embocó a placer, llegando desde atrás -minuto 17-. Todo ejecutado a la máxima velocidad.

El golazo coral despertó un poco a los 'leones'. Reaccionaron con gallardía y al fin subieron sus pulsaciones y altura en el campo. En consecuencia Iñaki Williams se escapó y el excepcional Koundé evitó el empate en el segundo poste, y un centro-chut de Berenguer se marchó desviado -minuto 20-. El guion vasco necesitaba de un derroche físico eléctrico sostenido, mas los jugadores no siguieron esa senda. Pedri gobernaba a placer la medular y, encima, la presión catalana desnudó los problemas de la zaga oponente en la salida de juego. En el 23 Paredes pifió un pase y Lamine le regaló a Raphinha un mano a mano con el portero que el capitán perdonó.

Aún así, el combinado dirigido por Flick tampoco brilló con consistencia y pasada la media hora habían cedido metros y la iniciativa. El técnico germano no encuentra la motivación de comienzos de temporada de sus jugadores para aplicar el plan y los vascos amenazaron a su táctica del fuera de juego. Y eso que no estaba un llegador especialista como Sancet. En el 35 Berenguer pasó a la subida y centro venenoso de Yuri Berchiche que Szczesny atajó, providencial, cuando Iñaki se relamía; en el 43 el mayor de los Williams envió a las nubes un astuto movimiento del protagónico Berenguer; y en el 46 el meta polaco neutralizó un remate en el área pequeña de Iñaki tras otro desmarque de ruptura de Yuri.

Un Athletic sin tino ni efervescencia

El paso por vestuarios le sentó mejor a un Barça reactivado por su entrenador. Se notó a las claras que hubo charleta, pues volvieron a presionar con agresividad y a reclamar la iniciativa con determinación. Ese fogonazo bastó para que los vizcaínos perdieran pie y la semifinal quedase sentenciada. Avisó Lamine Yamal con un latigazo de zurda desde la frontal y de inmediato el diamante español recibió un pase en profundidad de Gavi y batió a Unai Simón con solvencia. Cabe resaltar de esta diana el control con el que el atacante acolchó el centro y la emboscada que propició el trascendental doble error en la entrega de Beñat Prados.

A partir de ahí no se movería el marcador y las revoluciones irían decayendo al gusto de Pedri. Además, Lewandowski y Raphinha aumentaron su impericia al desaprovechar llegadas nítidas. Valverde quiso inyectar furor a sus muchachos con la entrada de Nico Williams, Vesga y De Marcos en el minuto 63, y la argucia fructificó un tanto, aunque duró menos tiempo de esperado. Szczesny repelió los intentos del espigado mediocentro y del regateador campeón de la Eurocopa, antes de que Iñaki enviase fuera un centro del destacado Yuri. Los rojiblancos no gozaron de puntería en su subidón y cuando atinaron estaban en fuera de juego -les pitaron dos goles anulados en los minutos 82 y 86-. Así las cosas, un Barça de aprobado se impuso a un descafeinado Athletic y la Supercopa ya tiene un finalista. Real Madrid y Mallorca pugnarán este jueves por el otro escaño.