Los novillos de Hnos. Sánchez Herrero con buenas hechuras y provistos de considerable cornamenta, pecaron de cierta falta de fuerza, agravada a veces por la lidia. Cada vez entiendo menos la diferencia entre los toros y novillos, un sencillo ejercicio de comparación entre los programas de festejos revela que unos y otros tienen la misma edad y las mismas hechuras, entonces ya me dirán cuál es el criterio para distinguir entre un novillo de un toro. No hubo quites. Los tercios de varas un mero tramite, salpicado por las artimañas de siempre. Los tercios de banderillas complicados, con salidas en falso y tirando de recursos. La presidencia sin superar lo mediocre: se empeñó en perder tiempo para cambiar al flojo Fabiolo (1º 4/21) y no cedió a la petición del público de un trofeo para Miguel Andrades.
Alvaro de Chinchón no hizo nada de relieve con el capote. Con la espada también tiene mucho trabajo por hacer. En cuanto a la muleta la faena a Chocito (1ºbis 5/21) y a Mogón (4º 6/21) resultaron muy parecidas: largas, de muletazos fuertes, de los que se ajustan a la perfección a la faena pensada por el diestro sin tener en cuenta la presencia y fuerza del contrario. Muy deslucida la actuación de la cuadrilla a la hora de marear al morlaco herido por una estocada falta de contundencia: les respondió a coces.
Manuel Caballero da sensación de solidez. El tiempo juega a su favor. Refinará su toreo. Tornillero (2º 6/21) salió y se encampanó justo en la boca de riego. Observaba los trajes chispeantes con curiosidad sin responder a las provocaciones. La faena larga, con un toro protestón, que remataba cada muletazo con saltos y calamocheando. Estudioso (5º 4/21) escarbaba mucho, mostrando la desgana de pelea. Llegó a la muleta con más sosiego, pero acabó en un pacto de no agresión: el toro se aguantaba y el torero no le molestaba mucho.
Miguel Andrades lo apostó todo. Estuvo presente no sólo como un diestro en espera de la faena de muleta sino también como lidiador. Es enigmático, por llamarlo de alguna manera, cómo no le han dado todavía la alternativa. Puso todas las banderillas que correspondían a su lote con arte y mucho riesgo en el segundo de su lote. Llevó a Giraldillo (3º 6/21) al caballo con unos bellas chicuelinas al paso. Citó de largo desde el centro de la plaza, y aguantó las acometidas cuajando una gran tanda. El toro iba aprendiendo, el diestro se esforzaba más en persuadirle a seguir embistiendo por ambos pitones. En uno de estos pases, llenos de emoción, el toro le jugó una mala pasada: le levantó en el aire dos veces, pero milagrosamente el torero quedó zarandeado, pero sin cornada. Se impuso al malaje y acabó la faena ovacionado. Astifino (6º 6/21) citado por una larga cambiada de rodillas, a manera de sustitución de porta gayola no ejecutada porque abrieron la puerta sin el consentimiento del diestro. El toro escarbaba y evitaba al caballo. Las banderillas puestas por Andrades tuvieron mucho mérito y riesgo, sobre todo, el último par a quiebro y por adentro. Todos pensaban que era un despropósito, vistas las maneras que apuntaba el bicho que le rompió el traje. Los doblones, rodilla en tierra, amansaron al bruto. Las tandas de tú a tú, midiendo la fiereza con el empeño del torero. Salió airoso de la complicada labor de imponerse a las embestidas cada vez más peligrosas. La petición no fue atendida por la presidencia. Dio una bien merecida vuelta al ruedo.