Los nuevos fanáticos religiosos
jueves 08 de octubre de 2009, 21:56h
No sé si a ustedes, pero a mí me llegan constantemente mensajes de correo electrónico que avisan de la manipulación mediática y estatal sobre la Gripe A, y de los peligros de la vacuna antigripal. Además, este verano aparecieron en las calles de Helsinki anuncios de cómo protegerse de la Gripe A y qué hacer en caso de enfermar. En Madrid tampoco se han hecho esperar, pues ya han invadido los pasillos del metro. En los noticieros de Paletolandia –las pocas veces que me equivoco a ver unos segundos de ellos – he comprobado que siguen con la cantinela. Y por todas partes me apesta a fanatismo, a alarmismo, a histeria y a trola premeditada.
Me pone de los nervios el fanatismo y la exageración que rodean a todo lo relacionado con esta gripe estúpida, y en general la manera en que los medios de masas informan de cualquier cosa. Por otra parte, no me extraña que los verdaderos poderes que dominan el mundo utilicen sin escrúpulos los medios de comunicación para sumir a las masas en la histeria y el terror, para así dominarlos, al fin y al cabo, son un instrumento de control increíblemente poderoso y eficaz, y el ser humano medio es desesperantemente estúpido y crédulo.
Luego están los de la facción opuesta: los que nos informan vía e-mail con el mismo fanatismo y alarmismo de que los gobiernos y los medios de comunicación mienten, y de los mortales peligros de la nueva vacuna.
Este circo que se desarrolla delante de mis ojos conscientes me recuerda terriblemente a la Edad Media y sus oscuras e ignorantes supersticiones; y también me recuerda al gran cisma de la iglesia católica, cuando los interesados se agarraron a las palabras de Luther para aprovecharlas en su beneficio material y político, y se liaron todos a darse de hostias con la excusa de que luchaban por Dios y su verdad, cuando en realidad se trataba de poder poder ¡¡poder!!
Dios ha quedado obsoleto y triste en alguna polvorienta esquina de una iglesia semimuerta, pero el fanatismo y la falta de raciocinio y pensamiento siguen ahí, latiendo como un corazón obstinado, impulsando los actos de los homo sapiens sapiens; y yo los miro cada día más alucinada de la energía desbordante con la que se entregan unos y otros a sacar adelante sus enloquecidas y paranoicas convicciones, dando golpes de espada a diestro y siniestro, ciegos de fe e ira, y plenamente seguros de que lo que creen es la pura verdad. Y nadie se cuestiona nada, y todos se creen lo que les dicen sus gurús –ya sean los periódicos o los mensajitos de correo electrónico –. Y ni el establishment ni la resistencia tienen la capacidad intelectual de percibir que pecan de lo mismo que esos contrincantes a los que tan ferozmente denigran.