Lleva dos años al frente de la Biblioteca Nacional. ¿Qué peso ha tenido la innovación y la creatividad en su gestión?
Creo que el mundo se mueve por la innovación y la creatividad. Las sociedades que no valoran esto y que lo que pretenden es que todo siga igual, es por lo que se han quedado paradas llegando, por así decirlo, a la extinción misma de la cultura propia. No sólo no dieron importancia a la creatividad, sino que intentaron bloquearla. Ahí tienes, por ejemplo, todas las sociedades tribales africanas o indígenas. Culturas y países que he cultivado mucho en una vida anterior. Cuando alguien se salía de lo que la tribu tenía por costumbre hacer, inmediatamente, le daban un toque de atención.
¿Ha conseguido colocarla ya entre las mejores del mundo?Una tiene que tener primero un sueño y una aspiración. Hay que ponerle trabajo y energía. No soy yo quien lo deba decir, pero tengo la impresión, por lo que noto y me dice la gente, que parece que la Biblioteca se ha movido y ha emprendido un camino que es el que había que seguir. Cuando llegué dije que me parecía una estupenda Biblioteca de los años 70, y creo sinceramente que hemos pasado al año 2000. Desde luego, todavía no hemos llegado al 2009. Nos hemos saltado treinta años en dos, creo que es un buen ritmo.
Este edificio impone. ¿Qué imagen cree que proyecta?Tenemos un edificio imponente por su belleza, por su tamaño y arquitectura. Los edificios históricos siempre tienen un aura como de misterio y de alejamiento. Nos hemos esforzado en romper ese encantamiento y hacer comprender a todo el mundo que la Biblioteca es de todos, aunque obviamente tiene un tipo de fondos que no van a interesar a todos, todos los días. La Biblioteca es propiedad de todos y todo el mundo tiene derecho a conocerla. Hemos hecho mucho esfuerzo en jornadas de puertas abiertas, talleres para niños, actividades culturales. También hemos participado en el festival VivAmérica y, recientemente, en la Noche en Blanco, durante la cual nos visitaron unas 7.000 personas, y eso es mucho para una Biblioteca Nacional. Lo que sí intentamos mantener siempre es la personalidad de esta institución porque somos lo que somos para bien o para mal.
El 93 por ciento de los usuarios tiene estudios superiores. ¿Está entre sus metas lograr que aquí entre cualquiera?Tenemos un sector de usuarios que necesita los recursos que tiene la Biblioteca para la preparación de sus tesis, pero además de eso disponemos de una sala de lectura en la que se puede consultar cualquier tipo de obras, así como una sala general en la que servimos cualquier documento publicado de 1931 en adelante. Otra novedad es que hemos rebajado la edad de admisión a 16 años, lo que representa un guiño a los jóvenes. Somos conscientes de que no es fácil entrar en la Biblioteca para consultar el Poema del Mío Cid, pero hay otras actividades culturales a través de las que mucha gente está acudiendo a la Biblioteca. Disponemos también de talleres para niños, donde aprenden caligrafía renacentista, japonesa o árabe. Y la verdad es que como ya no se enseña a escribir bien en ninguna parte, pues les divierte mucho.
¿También se divierte con los políticos cuando le toca tratar con ellos?Divertirse es demasiado decir (risas). Los políticos tienen sus funciones. Considero que la política es un cometido muy noble, aunque a veces parece que algunos no hacen honor a esa nobleza, pero en última instancia son los elegidos por todos nosotros. Tienen la responsabilidad de guiarnos en esta etapa de la historia. Tenemos que ayudarles a que lo hagan lo mejor posible, a veces arrimando el hombro y otras criticando. No son infalibles como tampoco los mortales que no nos dedicamos a la política, porque yo no me considero una persona política. Pero la verdad es que la temática que se trata con ellos muchas veces tiene un componente político. Muchas veces política con minúscula, que es la que menos me divierte. Estoy aquí para hacer mi papel. Considero que la Biblioteca es una institución que debe estar por encima de todas las políticas de partido porque es la de todos los españoles y para eso ha sobrevivido casi 300 años. La institución se queda y los demás no.
Qué me dice del Ministerio de Cultura. ¿Está conforme?Sí, sí, estoy muy conforme.
Pero este año el presupuesto de la Biblioteca se ha reducido... A nadie le gusta que le recorten presupuesto. Como ciudadana sí creo que la Administración tenía que recortar gastos ante la situación tan patética que tenemos con la crisis y el desempleo. Ese es el sacrificio y el aporte que hace cada organismo. Hay que priorizar cosas y hacer ajustes. Una alternativa que estamos planteando es sacar de los presupuestos algunos de los proyectos que queríamos hacer, y porque no podemos, ir en busca de financiación externa con mecenazgos. Tenemos muchas esperanzas puestas, ya que quizás dentro de dos semanas podría crearse la Fundación de Amigos de la BNE, que es algo que no tenemos. Nos consta que son amigos que nos quieren ayudar en este periodo de vacas flacas.
¿Está entre sus prioridades lograr un mayor grado de autonomía como del que dispone el Prado?Hay otras cosas más urgentes. Hay que ser realista. Yo me dedico exclusivamente a la Biblioteca, y eso no quiere decir que viva en una burbuja y no sepa de mi tiempo. Es un deseo, un proyecto que algún día verá la luz cuando el momento oportuno se plantee. Nosotros ya somos un organismo autónomo, que nos concede cierta independencia en el campo del mecenazgo. Pero claro, nuestro estatus actual tiene una carga burocrática que creemos que se aligeraría si pudiéramos adquirir el de Agencia Estatal, como del que dispone el Museo del Prado, que es el espejo en el que todos nos miramos. Mi colega Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, diría exactamente lo mismo. Todos queremos ser Agencia Estatal cuando seamos mayores.
¿Mayor que la Biblioteca? Va a cumplir 300 años...Pues sí, (risas). Hay que reconocer que aunque parezca que tiro piedras contra mi propio tejado, una institución como la Biblioteca tiene más dificultad para asumir ese estatus, debido a que una Agencia Estatal viene obligada a generar unos recursos propios bastante considerables en porcentaje. En un museo que cobra por más cosas, es más fácil. Nuestros servicios, en cambio, son gratuitos, y van a seguir siéndolo mientras yo siga aquí. La pregunta es cómo alcanzar recursos extrapresupuestarios fiables. En nuestro caso sería a través de servicios de valor añadido, aquellos que una biblioteca pública como la nuestra no tiene por qué prestar, pero que puede hacerlo. La Biblioteca Británica, por ejemplo, lo hace: presta servicios a las empresas como asesoría de gestión de la información. La Biblioteca de Noruega actúa como centro de documentación de todos los medios de comunicación del país. Ambas cobran por eso.
¿La digitalización también es un valor añadido?No. La digitalización sólo nos cuesta a nosotros, pero es gratis para el usuario. En los ensayos que estamos haciendo para ver cómo se nos da lo del valor añadido, disponemos desde mayo de un servicio de impresión bajo demanda con 80 títulos, fruto de un acuerdo con la plataforma digital Bubok, que porque no es exclusivo podemos extenderlo a otras. Ahora estamos al habla con Publidisa y Amazon para lo mismo. Esta clase de recursos es cómoda para el usuario a un precio y calidad razonables.
Y mientras se dan pasos en la digitalización, los fondos históricos no dejan de aumentar...Tenemos un equipo que se dedica otear todos los salones y subastas. Además, disponemos del derecho de tanteo sobre obras que quieren salir de España. Hay que tener en cuenta que, aunque se digitalice, los materiales antiguos nunca se destruyen. La digitalización ayuda a impedir demasiadas consultas de esos fondos, que muchos de ellos ya arrastran un desgaste, pero eso no quita para que cuando sea necesario se pueda acudir a ellos. Un ejemplo: gente que trabaje sobre la evolución del papel impreso, sólo con el original podría hacerlo. Sirve, por lo tanto, para preservar los originales de excesos de consultas y, sobre todo, para difundirlo entre la gente que nunca los podría consultar de otra manera.
¿Ve posible la convivencia del libro impreso y el ebook?Naturalmente que es posible. Estoy segura de que se va a hacer. Depende de para qué lectura y para qué momento. En determinados contenidos y usos seguramente lo digital ganará la batalla. Ahora mismo ya empieza a comprenderse que ciertas cosas ya no tiene sentido hacerlas impresas, como las enciclopedias, por ejemplo, que tienen que actualizarse continuamente. Es ahí, en la necesidad de actualizarse, donde lo digital gana la batalla a lo impreso. Claro que cuando se trata de la lectura reflexiva y sosegada, me parece que es más agradable recurrir al libro. Esto puede ser como cuando el ser humano pasó de desplazarse a pie y a caballo, a hacerlo en coche, tren o avión. El resultado es que todo coexiste y eso no nos impide pasear.
Y usted, ¿se ve pasando páginas en una pantalla táctil?Sí claro, pero para según qué cosas. Utilizaré todo según para qué lo necesite. El 30 de noviembre sale nuestro proyecto ENCLAVE, que reúne obras protegidas por el derecho de autor dentro de la Biblioteca Digital Hispánica. Va a ser la primera vez que una biblioteca ofrezca legalmente contenidos digitales protegidos, con unas determinadas limitaciones y que, por supuesto, hacemos con el consentimiento de editores voluntarios. Vamos a ver cómo funciona. Contamos con una ayuda del Ministerio de Industria englobada en el Plan Avanza.
¿Qué le exige su cargo?Lo ideal sería poderme clonar. Este trabajo lleva muchas horas, muchas reuniones, muchas llamadas y muchas visitas. Eso en lo que atañe al trabajo interno de la institución. Luego, como hemos hecho mucho esfuerzo por recuperar nuestro puesto en Europa, el resultado es que parece que todo el mundo está encantado. España era un país muy borroso, para entendernos. Pagaba sus cuotas, iba a las reuniones calladito y jamás proponía nada ni discutía nada. Hemos cambiado eso. Nos hemos repartido las tareas entre varios, porque si no ya me habría muerto. A partir de ese momento, en Europa nos han empezado a elegir para presidencias y vicepresidencias. Ahora estamos muy atareados participando en esos proyectos europeos. Estamos también siguiendo muy de cerca el asunto de Google y de las obras huérfanas (descatalogadas). Es decir, que estamos ya jugando en el campo de los mayores.
Pero disfruta...Ah, sí, sí. Influye tener ciertas tablas en relaciones internacionales. He pasado 16 años en París al frente de un cargo de la Unesco. Además, en la diplomacia internacional, los idiomas te facilitan las cosas.
Los libros, como las películas, ¿ganan en versión original?Claro que ganan, pero no sólo el libro, sino también el lector. Es la mejor manera de aprender vocabulario. Sin entrar en la función de los profesionales del doblaje de películas, sí que me gustaría que fuesen en versión original. Objetivamente está en la base del por qué los españoles no saben idiomas. No cabe duda de que eso forma parte de empobrecer la capacidad de aprendizaje. Hay que leer en todas las lenguas en las que uno se defienda. Los idiomas, como la música, se olvidan. Son la cosa más ingrata de este mundo.
En 2011 celebrarán el tricentenario. Imagino que deseará que Francisco Ayala esté para acompañarla.Dios quiera que esté en 2011 celebrando aquí con nosotros el tricentenario. Anteayer hablé con su mujer. Es un encanto de persona que derrocha sabiduría, modestia y sentido del humor.
Reconocerá que es una suerte que su cargo le permita rodearse de gente así.Sí, es cierto. La Biblioteca tiene esa virtud. Como conoces a mucha gente interesante e inteligente, personas que saben más que una. Se aprende de todo y las cosas más raras. A mí me parece que lo más divertido es aprender.