toros
Castella, como Houdini, en una tarde de peso y emoción
viernes 04 de junio de 2010, 08:28h
Como Houdini. Castella. Sobre él todo, la tarde, el peso, la emoción, la actitud. Lo que hizo y lo que se esperaba. Todo, por distintas razones, recayó en Castella, que fue hizo las del mago.
Houdini fue un histórico del escenario, capaz de las fugas más impensables desde los adentros de un baúl, amarrado con cadenas y cadenas, en segundos aparecía fuera de la encerrona. El se las ataba y el de las desataba. Castella se las ató, cadenas y candados, mucho y con mucha exigencia, y se las desató a medias. Por dos razones, porque el mismo anunció un listón de entrega al límite de lo razonable y porque el mismo no pudo quitarse el último candado, subirse al baúl antes de bajarse el telón, y salir por la Puerta Grande. Cuando más fácil parecía, después de lo difícil, la impresionante faena al segundo de Victoriano del Río, toro muy exigente, y luego de un primer tramo de lo hecho en el quinto, toro sobresaliente, pero con sus matices, se le olvidó el truco para abrir el último candado y fugarse, como Houdini, por la Puerta Grande.
Si el desencanto o la frustración de Castella se traslada al público o viceversa, se concluye que de tres orejas posibles, cortó una. Pero mejor será ver cada candado y cada cadena a las que se ató el francés, capaz de lo máximo casi toda la tarde y de lo normal en un tramo de ella. Primero, la corrida. Buena en general. Pero hay que ir a lo particular. Dos toros sin trapío, el primero el más chico de la feria y sin pitones. El sexto descolgado, suelto de carnes y sin remate. Peligroso el primero por defenderse violento y renqueante pero de buena condición el que cerró corrida. El resto con buenas hechuras y trapío, para tragar el segundo, mucho. Blandeó el tercero, noble, y fue muy claro el cuarto, muy noble en la muleta, fue enrazado e importante el quinto. Casi todos sueltos de los capotes, varios sueltos del peto , como el quinto, el toro de la discordia que no ha sido tal.
Fue en el segundo donde la tarde tomó intenciones de acto grande al echarse el capote a la espalda Perera en ajustado y buen quite por gaoneras rematadas con brionesa. Le responde Castella con un limpio y buen quite por saltilleras. Y de ahí a darle distancia, a dejarlo llegar en pases cambiados por la espalda, siendo generoso con un toro que, en el tercer pase, se abría para tardear sin repetir. Ahí le ganó el torero la pelea, dejándose llegar una y otra vez los pitones en el pecho, aguantando hasta tocarlo en el último instante, con una mano y con la otra, en el centro del ruedo. Jamás se alivió el torero, sangre de lagarto, frialdad, en una faena emocionante, de verdad, de mano a mano con la cornada. Si. Sólo hay que recordarlo o ver el vídeo. La estocada cayó mejor que el tiempo que tardó en doblar el toro y la cosa quedó en oreja, que, sin caer en comparaciones, es la más cara el ciclo. Si tumba patas arriba y por arriba, puede que se pidiera la segunda.
Se ató Castella mil candados y mil cadenas en esa faena y en gran parte de lo que hizo al quinto, toro de hechuras perfectas, bajo, corto de manos, pitones palante. El saludo a la verónica fue largo y bueno, y cuanto más por abajo, mejor respondió el toro, que luego, salió suelto del peto. En la primera vara y el la segunda, en la que ni le metieron las cuerdas. Señalar y punto. Hay que recordarlo, porque recordar eso es clave. Por dos cosas, por la condición del toro y porque la lidia le fue favorable. Los delantales del torero y el quite de Perera por chicuelinas no alcanzaron el fuste del segundo toro. Se reveló el toro en los capotes para el que chanela, y para el público en el galope evidente del tercer par sobre Javier Ambel. Y, atándose aún más dentro de su baúl, Castella le dio algo así como treinta metros, salió el toro pronto, con galope bello y emocionante, fuerte, recto, para darle el torero dos estatuarios sin mirarlo, cambiando el cite con la izquierda por la espalda, un cambio de mano por abajo ceñidísimo y uno de pecho en un inicio de faena memorable.
La misma distancia le dio en la primera tanda, para luego, acortar distancia entre pase y pase tratando quizá de montarse encima del toro. Lo hace luego de dos tandas más y quizá hubiera sido lo correcto. Pero bajó la faena con la derecha, subió el tono en una tanda con la izquierda, ya en el tercio y el toro, con menos brios jamás le volvió a galopar antes de fallar con la espada, luego de ponerse de frente intentando naturales a pies juntos. Por las razones que fueran, con dos avisos, Castella no pudo desatarse del último candado en frente a un toro bueno, que fue a menos, que duró más que suficiente, que fue poco picado, que tuvo grandes virtudes, que lo lució mucho y él no se lució tanto. De tres orejas, una. Si mete la espada, le habrían pedido una en éste.
Malo el primero de Fundi, tirando derrotes a la altura de la cabeza, como lesionado el segundo, de una muy buena condición, pero inválido, fue el cuarto toro claro y evidente con el que Fundi se ajustó poco y se lució menos. Y el sexto, con Perera empecinado en sacarle faena, primero en la larga distancia y luego más en corto, tomando el toro el primer pase y protestando los siguientes, nada aportó a la corrida. Houdini o Castella, salió ovacionado y caminando.
Plaza de toros de Las Ventas. Tercer de la Feria del Aniversario. Lleno. Toros de Victoriano del Río, el sexto con el hierro de Toros de Cortés, de distinto remate -de escaso trapío primero y sexto- y variado juego. Destacaron cuarto y quinto, ovacionados en el arrastre. Complicado el primero, deslucido el sexto. El Fundi, silencio y pitos tras aviso; Sebastián Castella, oreja y ovación tras dos avisos; Miguel Ángel Perera, silencio en ambos. Saludó Javier Ambel tras parear al quinto.