La dimisión de Hatoyama y el síndrome ABC al estilo nipón
lunes 07 de junio de 2010, 20:16h
Nos ha dejado una vez más con la boca abierta el inexperto político Hatoyama, apodado ‘El Alienígena’ por su visión algo irreal e idealizada del mundo, por su dimisión como Primer Ministro anunciada el martes 1 de junio. Eso que un día antes manifestaba públicamente su intención de seguir cumpliendo con su deber en el cargo y comentaba a los periodistas, con sus habituales expresiones entre eufemísticas e idealistas, que volvería al espíritu emprendedor del comienzo de su mandato y que procuraría hacer todo lo mejor para el país. En fin, hasta el último momento de su mandato, Hatoyama no ha sabido ser responsable de sus propias palabras.
Hatoyama llegó al poder hace sólo ocho meses y medio después de la histórica y aplastante victoria de su Partido Democrático de Japón frente al gobierno del Partido Liberal Demócrata que había estado en el poder por más de cinco décadas. Según los sondeos realizados por aquellas fechas, el 75 % de los encuestados se mostraban satisfechos con el nuevo gobierno de entonces por la novedad y el espíritu reformador de sus proyectos políticos prometidos para el electorado.
Sin embargo, los índices de la popularidad del nuevo gobierno han ido descendiendo estos últimos meses de forma continua y según los últimos sondeos del pasado 30 de mayo realizados por los principales diarios del país –el Asahi, el Mainichi, el Yomiuri, etc.- el gobierno de Hatoyama contaba sólo con un triste índice de apobación del 17 %.
Algunas de las causas principales de esta caída tan precipitada de la popularidad del gobierno de Hatoyama se pueden encontrar posiblemente en su inhabilidad política demostrada en el tema del traslado de la base aérea estadounidense de la isla de Okinawa y, por otro lado, en los escándalos de financiación del propio Hatoyama y del Secretario General del partido Ichirô Ozawa.
A unas semanas de comenzar su mandato, Hatoyama empezó a pregonar públicamente la promesa poco fundada y utópica de trasladar la base aérea de Futenma de la isla sureña de Okinawa a otras regiones del país en contra del convenio ya establecido entre el anterior gobierno del Partido Liberal Demócrata y los Estados Unidos. Este gesto de Hatoyama agradó, como es lógico, a los ayuntamientos de Okinawa que están hartos de tener la base cerca por el peligro y el ruido de los vuelos ininterrumpidos de aviones de caza y por los delitos cometidos por el personal militar de la base.
Pero el descontento del gobierno de Obama por razones de la estrategia militar y la falta de alternativas concretas para sustituir a Okinawa han demorado la última decisión de Hatoyama. Después de muchas rectificaciones y de rodeos, a finales de este mes de mayo Hatoyama finalmete tuvo que volver de nuevo, como el movimiento de un bumerán, al plan ya establecido y acordado entre los dos países de mantener la base aérea dentro de la misma isla de Okinawa. Esta decisión desilusionó y ofendió a la gente de Okinawa como si se tratara de una tomadura de pelo a alto nivel y de mal gusto. Esto ha sido lo que le ha creado una imagen de político ingenuo y poco maduro para el cargo. En consecuencia, a través del tema del traslado de la base estadounidense, la ciudadanía pudo comprobar en él la falta absoluta de las cualidades fundamentales requeridas a un político de primera: el sentido de responsabilidad, la capacidad de juicio, el liderazgo, la fortaleza y las agallas. De esta manera iba perdiendo paulatinamente la credibilidad y confianza ante la ciudadanía y el apoyo popular.
Hatoyama, ya desde los comienzos de su mandato, repetía su idea de trasladar la base aérea fuera de la isla de Okinawa y apuntaba a los periodistas como uno de los móviles principales de este proyecto el hecho de que no podía aceptar gratuitamente la medida ya adoptada por el anterior gobierno del Partido Liberal Demócrata. Sin lugar a dudas ésta es una muestra clara del síndrome llamado de ABL, a imitación del “ABC (Anything But Clinton) syndrome” del que padecía el presidente George Bush frente a la política de su predecesor Bill Clinton. Es decir, este síndrome nipón llamado de ABL (Anything But Liberal Democratic Party) del que padecían Hatoyama y otros muchos miembros de su partido consistía en tachar de equivocado y perverso todo lo relacionado a la política del anterior gobierno del Partido Liberal Demócrata y admitir cualquier otro programa con tal de que no fuese de este partido.
Si Hatoyama hubiera tenido la capacidad de un juicio equilibrado, no habría intentado retocar este tema que ya estaba decidido ya por el anterior gobierno y habría podido concentrar su atención en otros medios más eficaces para satisfacer a la gente de Okinawa y solucionar el problema con unos trámites más seguros y a largo plazo.
Este viernes el nuevo presidente del Partido Democrático, Naoto Kan, ha sido nombrado Primer Ministro en la asamblea general de la Cámara Baja y en el Senado. Ojalá que el Primer Ministro recién estrenado esté libre de ese síndrome y que sepa mostrar su capacidad y el liderazgo en esta difícil época de la crisis económica mundial y demás problemas que requieren unas medias urgentes. Pero por de pronto el partido tendrá que enfrentarse con las elecciones al Senado el próximo 11 de julio.
Catedrático de la Dokkyo University
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